La eficaz vacuna estonia de la digitalización masiva

La pandemia surgió y el planeta aceleró su digitalización. En pocas semanas, gobiernos y empresas han transitado por un proceso de transformación digital que hubiera llevado décadas. Todo el mundo se ha enfrentado a ese cambio… menos Estonia, donde desde hace treinta años mantienen una ambiciosa agenda de digitalización que les ha servido para mitigar el impacto del Covid-19. La pequeña nación comenzó su transformación en 1991, tras independizarse de la URSS.

«Administraciones públicas, empresas y colegios han funcionado de manera fluida a pesar de la pandemia», indica Mariin Ratnik, embajadora de Estonia en España, sobre una estrategia que ha convertido al país en la sociedad digital más avanzada del planeta. Votar, crear una empresa o abrir una cuenta bancaria son parte de los más de 3.000 procedimientos que se podían hacer online antes del Covid. El país ya estaba listo para la revolución 4.0.

«Todo se hace por internet, a excepción de casarse, divorciarse o vender propiedad», dice Piret Potisepp, directiva de la Cámara de Comercio e Industria Estonia. Ese hábito digital ha ayudado a los estonios a adaptarse rápidamente a la nueva normalidad. «Padres, profesores y alumnos se comunicaban a través de una plataforma digital antes de la pandemia», explica la embajadora Ratnik, lo que ha facilitado la implementación de un sistema de educación a distancia tras suspender las clases presenciales.

En comparación con España, su economía apenas se ha resentido en 2020: el PIB cayó un 2,9%. «Gran parte de la caída está relacionada con el descenso del turismo, ya que en condiciones normales llegan muchos viajeros desde Finlandia», dice Heikki Mäkki, presidente del Consejo de Inversores Extranjeros de Estonia, quien asegura que el resto de los sectores de la economía han tenido un buen desempeño.

Cuando Estonia se reconstituyó como país en 1991, atravesaba un duro momento económico, por lo que decidió crear una administración lo más eficiente y barata posible para su población de apenas 1,3 millones de personas. Bajo un programa llamado ‘Salto de Tigre’, puso en marcha una agresiva transformación del sector público y privado para construir un país 100% adaptado a las necesidades del siglo XXI.

La estrategia iba acompañada de un programa para crear un entorno amigable para los negocios. En ese aspecto, Estonia ocupa la posición 18 en el índice para hacer negocios del Banco Mundial (España está en la 40). Cuenta además con un régimen fiscal en el que no hay impuesto de sociedades, sólo sobre dividendos. Las compañías tributan un 20% sobre los dividendos que distribuyen, lo que les motiva a reinvertir las ganancias en vez de repartirlas entre accionistas.

Gracias a estas medidas, Estonia es uno de los centros para la industria tecnológica en Europa, con un vibrante ecosistema de más de 1.000 startups del que han surgido cinco ‘unicornios’. Skype, Pipedrive, y Transferwise son tres de las más conocidas. Skype fue adquirida por Microsoft en 2011 por 8.500 millones de dólares, mientras que TrasnferWise es una de las principales empresas del mundo para hacer transferencias electrónicas instantáneas. Pipedrive es un competidor de Salesforce.

Residentes virtuales
Estonia permite ser residente virtual en el país sin vivir allí. Desde 2014, existe un programa ‘e-Residencia’ que permite a ciudadanos de terceros países obtener un número de identificación oficial que da acceso a muchos servicios. Es como un DNI digital, con el que se pueden abrir cuentas bancarias o constituir empresas, entre otros servicios. Según Piret Potisepp, de la Cámara de Comercio Estonia, el sistema resulta muy atractivo para que ciudadanos de países no miembros de la UE creen una empresa en el mercado común. España es el octavo país con más e-residentes en Estonia, asegura la embajadora Ratnik.
Source: ABC

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