Caras ocurrencias para tiempos de crisis

Los Presupuestos Generales del Estado han superado esta semana uno de sus principales obstáculos, al ser aprobados por una amplia mayoría en el pleno del Congreso de los Diputados. Tras dos años con las cuentas prorrogadas y un escenario económico completamente distinto al de 2018, España necesitaba sin duda unas nuevas cuentas públicas. La pregunta es si son estos los Presupuestos que el país necesita y si el coste económico y político que Sánchez ha pagado por lograr los apoyos necesarios merece la pena.

Está claro que las cuentas para el próximo año debían ser sí o sí expansivas. Hasta que la pandemia no esté controlada, el tejido empresarial necesita apoyos en forma de créditos, ayudas directas y prolongación de los ERTE, y eso cuesta dinero. Hasta que la pandemia no esté controlada, hay que reforzar el gasto sanitario y el gasto educativo, y aunque estas partidas se enmarcan fundamentalmente dentro de los presupuestos autonómicos, el Estado transfiere fondos a las autonomías. Todos entendemos que se refuercen estas áreas con más recursos. Y, además, si se reciben los fondos europeos, hay que aprovecharlos para hacer inversiones que bien utilizadas pueden ayudar a avanzar hacia la digitalización y sostenibilidad de la economía. Hasta ahí nada que objetar a las cuentas públicas. El problema es que la expansión del gasto no se limita a estos objetivos, sino que se extiende Ministerio por Ministerio y casi partida por partida. Nos pueden decir que muchas de estas partidas son chocolate del loro, pero no olvidemos que muchos pocos hacen un mucho.

Esta misma semana, por ejemplo, hemos sabido que se ha introducido una enmienda a los Presupuestos para incrementar en cinco millones una de las partidas destinadas a subvencionar a los sindicatos. Podemos pensar que cinco millones es muy poco, y no va a descuadrar las cuentas. Pero esos cinco millones suponen incrementar más del 50% la partida actual, que es de 8,8 millones. ¿De verdad es el momento de disparar las ayudas a los sindicatos? Sinceramente, a no ser que detrás de este incremento haya una intención oculta, como el intento de comprar la paz social en un momento de crisis económica, no se entiende. Como no se entiende que se dispare el gasto de todos los Ministerios, incluso antes de sumar los fondos de la UE, cuando, eso sí, para distinguir bien dónde estamos y quién gobierna, se congela el de la Casa Real. ¿Tiene sentido disparar un 70% el presupuesto del Ministerio de Consumo, creado única y exclusivamente para dárselo al señor Garzón? Sinceramente creo que todos sabemos la respuesta. La única justificación de este incremento es que hay que pagar al señor ministro y a todos sus asesores, cuando hasta hace muy poco, Consumo estaba integrado en el Ministerio de Sanidad.

Si miramos atrás, y vemos qué se ha hecho en otros momentos de crisis, como en 2012, observamos que fue exactamente lo contrario. Lógicamente se disparó el gasto para hacer frente a las prestaciones por desempleo y cuestiones derivadas de la crisis, pero el gasto de los Ministerios se recortó casi un 17%. Podría haberse aplicado el cuento este Gobierno para que se gaste en lo que realmente es necesario.

Pero más allá de los Presupuestos para 2021, la declaración de intenciones de Podemos, que recordemos forma parte del Gobierno, hace prever que o Europa lo impide o el gasto seguirá disparándose en los próximos ejercicios. La última ocurrencia es la proposición que ha presentado junto con Bildu y ERC para imponer las lenguas cooficiales en todas las instituciones, independientemente de en qué parte de España estemos. ¿A alguien se le ha ocurrido pensar lo que puede costar convertir el Congreso, el Senado, la Seguridad Social, la Agencia Tributaria, los tribunales de Justicia… en torres de Babel? Mucho me temo que tendría un coste que ni nos podemos permitir ni merece la pena. ¿No tenemos una lengua común que hablamos todos?

Las cifras. Los Presupuestos del Estado para el próximo año prevén un incremento del gasto público nacional de más del 25% hasta acercarse a los 210.000 millones de euros. Y si sumamos los más de 26.500 millones que el Gobierno prevé recibir de la UE, el gasto se dispararía un 41%. Si en 2012 las partidas de los Ministerios se recortaron casi un 17%, el próximo año solo se congela una partida, la de la Casa del Rey.

Pablo Iglesias – EFE
Trabajar cuatro días a la semana, solo si somos más productivos
La semana laboral de cuatro días, que Podemos incluía en su programa electoral y cuya defensa ha vuelto a recuperar Pablo Iglesias esta semana, puede tener sentido en un futuro, esperemos que no muy lejano, en el que la digitalización de la economía permita un fuerte incremento de la productividad y, por tanto, que con menos horas generemos la misma riqueza y, por tanto, podamos también mantener el salario. Plantearlo ahora puede tener sentido en el ámbito de un ERTE, como efectivamente están haciendo algunas empresas y que, conlleva, necesariamente, un recorte salarial. Pero pretender en este momento que la empresa te pague lo mismo por trabajar un día menos es ciencia ficción.
Source: ABC

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