Santiago Niño Becerra: «El sistema capitalista se está agotando»

Hoy os propongo una interesante entrevista a Santiago Niño Becerra, economista y catedrático de Estructura Económica en el Instituto Químico de Sarriá de la Universidad Ramon Llull de Barcelona. Entre otras publicaciones, vaticinó la situación económica en su obra «El crash del 2010» y ahora ha escrito un nuevo libro «Capitalismo (1679-2065)», donde hace un interesante análisis del sistema capitalista, de su historia, actualidad y perspectiva futura.

Portada de «Capitalismo (1679-2065)»Como en su anterior obra, Niño Becerra hace un esfuerzo visionario: habla de la historia del capitalismo desde su origen, concentrando su atención en el período que va de la creación del Estado del Bienestar, después del final de la Segunda Guerra Mundial, al día de hoy, ofreciendo finalmente una proyección visionaria de los próximos 25 años. Su hipótesis es que el ciclo del capitalismo que conocemos tendría su final más o menos a los 250 años de su inicio y de ahí deduce que eso ocurrirá dentro de cincuenta años, o algo menos incluso.

Bien, ahora sumerjámonos en el libro:

Querido Santiago, empezamos: ¿por qué datas el inicio del capitalismo en 1679 ?

En 1679 se establecen los procedimientos de la Ley del Habeas Corpus por la que, por vez primera en la Historia, se establecen garantías jurídicas a las personas por encima de los caprichos de monarcas absolutos. De hecho, esa ley garantiza un principio de libertad, el elemento esencial que la burguesía, primero comercial, y luego industrial, precisa para expandirse.

¿Cuales son las etapas que tú identificas en el libro como las más relevantes de la historia del capitalismo hasta nuestros días ?

Una primera, hasta 1870, en la que el capitalismo acumula la fase de capital que le permitirá afrontar la II Revolución Industrial. Una segunda en la que se encuadran las dos guerras mundiales y el inicio de la Guerra Fría y en la que se define el modelo productivo y social de los siguientes cincuenta años. Una tercera que viene marcada por el fin del sistema de economía planificada y el triunfo del capitalismo especulativo y financiero que se rompe en el 2007.

Hablando de lo contemporáneo, en lo que enfocas buena parte del libro, hablas de tres fases de la crisis del 2007, ¿cuáles son y cómo incide la actual crisis sanitario/económica?

Bueno, en realidad son cuatro. Una fase cero en la que se creyó que a base de gasto público se podrían revertir los desastres causados por el estallido financiero. Una primera fase caracterizada por la austeridad en la que los déficit cayeron a costa de empobrecer a la ciudadanía. La siguiente, a partir del 2012, que yo denomino de las anfetas en la que los bancos centrales inyectaron en el sistema cantidades inmensas de dinero gratis, y la actual en la que tras el agotamiento de los estímulos anteriores ha de salirse del dopaje en el que se sumió la economía y afrontar el parón económico y social que ha supuesto el virus.

Llegando a la parte mas visionaria de tu libro, hablas del empleo del futuro, un tema muy crítico y complejo, ¿cuál será entonces el empleo del futuro? Cuéntanos

Hasta la década de 1990 para generar más producción, más valor, más PIB era necesario más factor trabajo, es verdad que, en proporción ese «más trabajo» iba a menos debido al aumento de la productividad, pero en los 90 esa simetría se rompió y a partir de entonces la tecnología ha ido sustituyendo trabajo, es decir, personas, a medida que la tecnología se va sofisticando y abaratando a la vez. Hoy, de media, por cada empleo que crea la tecnología, destruye siete. ¿Hacia dónde vamos? Pues hacia un mundo en el que la tecnología lleve a cabo la mayoría de tareas que aún son desarrolladas por humanos, con mayor intensidad cuanto más esquematizables sean esas tareas.

¿Qué ha cambiado y cambiará en la relación entre oferta y demanda?

El sistema capitalista nace con la Ley de Say (Jean Baptiste Say, un señor curioso: empresario, liberal, y participante en la Revolución Francesa): «Toda oferta crea su propia demanda». Esa máxima, con sus adaptaciones, fue válida durante más de siglo y medio, hasta que la productividad creció hasta tal punto en el que la oferta superó a la demanda posible. Esa situación se dio en 1929 y se ha dado ahora. La tendencia apunta hacia la flexibilización de la oferta hasta que se adapte a le demanda de cada momento, lo que será posible gracias a la constante información que llegará desde la demanda.

Con su evolución, ¿qué papel tendrá internet en la sociedad y cuál será el perfil de los «post millenials»?

Con la generalización del 5G estamos entrando en la comunicación de objetos entre si y de objetos con personas. La Generación T (2008 – 2025) será la primera generación verdaderamente digital para la que Internet será parte de su vida y su vida se hallará integrada en Internet. Los biochips serán la fase siguiente en la que no habrá distinción entre Internet y vida misma.

En tu libro hablas de unas nuevas entidades que sustituirían a los Gobiernos: las corporaciones, ¿por qué y en qué consisten estas entidades?

Son conglomerados de empresas con un considerablemente elevado soporte financiero que se han ido expandiendo por distintos países. Pueden estar presentes en uno o varios sectores, y su capacidad de influencia indirecta es evidente. Su poder se refleja en un dato: la suma de las facturaciones de las diez mayores compañías del mundo en el 2019 es una cifra mayor que el PIB de Reino Unido.

En el análisis de la sociedad del futuro dices que las protestas sociales y las revoluciones no están de moda, ¿qué quieres decir exactamente?

No en el futuro: hoy ya no están de moda. Desde el final de la Guerra Fría las ciudadanías de los distintos países fueron asumiendo que el poder económico cada ve necesitaba menos comprar la paz social por lo que la capacidad de obtener concesiones a base de protestas fue disminuyendo; los primeros que percibieron tal cosa fueron los sindicatos, los segundos los jóvenes de la Generación Y. La parte práctica de tal transición hacia un nuevo orden fue la paulatina reducción de la clase media. De hecho, la que puede ser considerada la última gran protesta social tuvo lugar en Londres el Sábado 31 de Marzo de 1990, unos disturbios populares en el que participaron transversalmente diferentes opciones políticas, contra el Poll Tax, un impuesto municipal lineal que debían pagar los adultos independientemente de su nivel de ingresos.

¿Qué papel tendrá el desarrollo tecnológico en el gobierno de la sociedad? En el libro dices que «la tecnología permitirá el control». ¿Qué quieres decir?

Hoy la geolocalización en el teléfono móvil es una opción que es desconectable, aunque cada vez más aplicaciones precisan tenerla activada; el pago electrónico también es una opción ya que puede pagarse con dinero fiduciario, pero, ¿cuántas personas ¡desactivan la geolocalización de sus móviles para mantener su privacidad? ¿cuántas dejan de utilizar sus tarjetas de pago para mantener su anonimato? La tecnología ya permite el seguimiento de todo lo que se hace mediante la huella electrónica que se va dejando durante el día a día; la imposibilidad de mantener activada la geolocalización y la obligación del pago electrónico será la manifestación definitiva de ese control total en pos de la seguridad.

En el libro también imaginas el trabajo del futuro, ¿cómo será entonces según tu visión?

La demanda de trabajo será cada vez menor, lo que dibujará una nueva estructura de la oferta de trabajo. El 10% – 15% de personas plenamente integradas en una organización con contratos a tiempo total y exclusividad absoluta, generadores de alto valor y con elevadas remuneraciones. Un 30% de personas contratadas para tareas concretas, tareas que serán de alto valor y específicas. El resto ocupadas puntualmente según el momento en tareas muchas de ellas marginales.

Para concluir esta interesante entrevista, una última pregunta: si el capitalismo, según tu hipótesis, concluirá su ciclo en el 2065, ¿qué vendría después? Te pido quizás un adelanto sobre tu próximo libro…

Bueno… próximo… Los sistemas económico-sociales nacen cuando la evolución de la dinámica histórica propicia la aparición de unos principios filosóficos nuevos que dan lugar a una nueva estructura económica y social; y mueren cuando esa estructura se agota. El sistema capitalista se está agotando porque los principios sobre los que se construyó han dejado de ser ciertos: la inagotabilidad de los recursos, el supuesto de que el individuo solo podía conseguir todo, la acumulación de la propiedad como fin, el Estado como soporte de todo. Es obvio que el Sistema que sustituya al capitalismo solventará lo que ya son carencias.
Source: ABC

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