Se cumplen 50 años de la puesta en marcha de la primera central nuclear en España

En vísperas de la fiesta del 18 de julio que conmemoró hasta 1977 el Alzamiento Nacional, fue puesta en servicio en 1968 la primera central nuclear en España «con la que nuestro país se incorporaba a la era atómica industrial», según proclamaba el régimen franquista. Se trataba de la planta de José Cabrera, en el municipio de Almonacid de Zorita, en Guadalajara, a tan solo 90 kilómetros de Madrid.

Inaugurada por el entonces ministro de Industria, Gregorio López Bravo, requirió una inversión de 2.200 millones de pesetas (13,2 millones de euros actuales), de los que 500 millones de pesetas correspondieron a las cinco toneladas de uranio que, procedente de Andújar (Jaén), fue enriquecido «por encargo» en Estados Unidos. Esa carga era para tres años y equivalía a la producción de 500 millones de kilos de carbón.

El proyecto había sido presentado en 1962 por la compañía privada Unión Eléctrica Madrileña, que posteriormente se convirtió en Unión Fenosa para finalmente ser adquirida por Gas Natural. El nombre de José Cabrera corresponde al que fuera presidente de Unión Eléctrica Madrileña. La construcción de la planta duró tres años y medio y en 1971 arrancó la segunda central nuclear en España, la de Santa María de Garoña (Burgos), que se cerró definitivamente en agosto del año pasado.

Drones para el desmantelamiento
El cese de explotación de la central de Zorita, como se la conocía popularmente, fue el 20 de abril de 2006, es decir, tras casi 38 años de vida. Desde 2010 está en fase de desmantelamiento. Estos trabajos los realiza Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos) y a ellos se han incorporado este año unos drones para tomar mediciones de radioactividad.

De las 100.000 toneladas de residuos que se generarán en todo el proceso, solo un 4% son radiactivos y son trasladados al almacén de residuos nucleares de baja y media actividad que Enresa posee en El Cabril (Córdoba).

Si hay una persona que conoció bien esta planta es Jesús Fornieles, que entró a trabajar en ella el 1 de agosto de 1970, solo dos años después de su puesta en marcha. «Los precursores de la planta, en los años 50, fueron unos soñadores y unos adelantados en el tiempo. Además, fue una iniciativa privada en un entorno socioeconómico empobrecido en plena posguerra», declara a ABC.

«No teníamos miedo»
Durante los 41 años en los que trabajó allí, Fornieles ocupó diversos puestos, como jefe de servicio y responsable de seguridad nuclear. «Cuando entré era el número 65 de la plantilla». Habitualmente eran unos 70 trabajadores en la planta, que contaban con el apoyo de la ingeniería de Madrid y de numerosas empresas auxiliares. Años más tarde, la plantilla superaba las 150 personas.

Fornieles afirma que «no teníamos sensación de miedo» por trabajar en la central. «La sensación era de respeto y también de seguridad por la preparación recibida. Era una experiencia innovadora, en la frontera del conocimiento científico y técnico que había entonces».

Jesús Fornielles – ABC

No cobraban ningún plus de peligrosidad y sus sueldos estaban un poco por encima de la media porque trabajaban y vivían en un «destacamento», lejos de su lugar habitual de residencia. La empresa propietaria de la central, Unión Eléctrica Madrileña, construyó un poblado cerca de la misma donde vivían voluntariamente unas 60 familias de empleados. «Allí residí de soltero y años después con mi mujer y con mi hija». No tenía que pagar alquiler, aunque debía declararlo como especie en la Renta. También contaban en el poblado con un economato, ya que Guadalajara está a 50 kilómetros y Madrid a 90, y ni los vehículos ni las carreteras eran las mismas que ahora.

Jesús Fornieles recuerda que, al principio, a sus amigos les llamaba la atención que trabajara en una central nuclear, opinión que se tradujo años después en crítica cuando caló el ecologismo en la sociedad. Fruto de ello fue el incidente que se produjo en abril de 2002, cuando varios activistas de Greenpeace se subieron a la cúpula de la central para pedir su cierre. Subraya que nunca se registraron incidentes reseñables en la planta y que realizaban continuamente cursos de formación «para tener la preparación y la actitud adecuada ante cualquier situación».

Sobre la pretensión del Gobierno socialista de cerrar las centrales nucleares que hay en España a partir de 2023, Fornieles afirma que «no tiene sentido prescindir de unas plantas que con solo el 7% de potencia instalada generan más del 20% de la electricidad total consumida en el país. Hay que contar con todas las energías disponibles. La producción eléctrica nuclear debe mantener su participación como energía libre de CO2, representando un pilar imprescindible para la garantía de suministro y en la transición ecológica y justa que ha de ponerse en marcha en nuestro país mediante la operación a largo plazo de nuestro parque nuclear».

448 centrales en el mundo
Actualmente solo hay cuatro centrales nucleares en el mundo, de las 448 que hay en total, que tienen una antigüedad similar a la de José Cabrera: Nine Mile Point y Oyster Creek en EE.UU., y Tarapur 1 y 2, en India, que empezaron a funcionar en 1969. En nuestro país hay siete reactores que suman 7.121 MW. En 2017 fueron, por cuarto año consecutivo, los que más electricidad generaron, con el 22,6% del total.

La planta de José Cabrera no es la primera que se desmantela en España, «honor» que se adjudicó la de Vandellos I. Cesó su actividad en 1989 y tras seis años de trabajos (1998-2003), está en periodo de latencia, que finalizará en 2028.
Source: ABC

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