Azoteas verdes, la oportunidad de altura para dar un respiro a las ciudades

Las mayores oportunidades que brindan las grandes ciudades fuerzan el éxodo, despoblando las áreas rurales. La ONU ya advirtió hace unos años de que en 2050 alrededor del 70% de la población mundial viviría en zonas urbanas . Para que mudarse a la jungla de asfalto no sea sinónimo de reducir el contacto con la naturaleza a dar un paseo por el parque de vez en cuando, aprovechar las azoteas en desuso de los edificios es la solución. Estos oasis en las alturas nos ayudan a reconectar con el mundo vegetal, pero sus ventajas van mucho más allá, puesto que colaboran en la lucha contra el cambio climático , aportan un aislamiento extra al edificio, son un refugio para la fauna y la flora local y actúan de punto de encuentro para la comunidad. La concentración de actividad humana y el avance de materiales como el hormigón y el vidrio en detrimento de las zonas vegetadas hacen que las ciudades absorban más radiación, creando el efecto isla de calor y transformándolas en auténticos hornos. «A través de la evopotranspiración de las plantas, el agua pasa de líquido a vapor, lo cual consume energía del entorno y genera una pérdida de calor en el ambiente», explica Silvana Amézquita, fundadora de Addgreen Project. «Una tela asfáltica, en un día de 37°C se pone en 65-70°C, pero si hay una cubierta verde con sustrato permeable y plantas, la temperatura bajaría a 40°C, y si lo sombreamos, bajamos 5 o 6°C más», comenta Paula Rivas, directora técnica del Green Building Council España. Este microclima no solo se manifiesta amortiguando la temperatura, sino que la humedad en el ambiente aumenta. Pero el calentamiento global no es la única consecuencia del cambio climático. Fenómenos meteorológicos extremos como las lluvias torrenciales pillan con el paso cambiado al planeta. Las descargas de estas virulentas tormentas es tal que el drenaje urbano no da abasto . «Las cubiertas verdes también retienen las aguas pluviales, de forma que disminuyen las escorrentías», comenta Xavier Gabarrell, catedrático de ingeniería química y vicerrector de Campus y Sostenibilidad de la Universitat Autònoma de Barcelona. Lo que no se retiene «viaja por los poros del sustrato, el sistema radicular de la capa vegetal y las capas técnicas de la cubierta verde», apunta Amézquita. Gracias a este filtrado y a que la liberación de lo que no se absorbe se realiza lentamente, el alcantarillado no se colapsa, un problema cada vez más común en el arco mediterráneo. Noticia Relacionada estandar No Casas que crecen como plantas y limoneros que alumbran calles: la arquitectura que va más allá de la sostenibilidad Raquel C. Pico Los biomateriales se aprovechan de las fortalezas de la naturaleza para crear edificios más respetuosos con el entorno y mejorar la calidad de vida de sus habitantes De puertas adentro, esta piel verde es un potente aislante térmico que reduce la demanda energética en el interior , lo que lleva a «una reducción de los costes de calefacción y refrigeración», indica Elisabeth Contreras, consultora técnica en ZinCo Cubiertas Ecológicas. Ahora que la fotovoltaica se ve cada vez más en las azoteas , rodearla de plantas es una combinación ganadora. «Los paneles solares colocados sobre una cubierta verde pueden generar hasta un 16% más de energía, pues disminuyen su rendimiento a partir de 25 °C, y la vegetación actúa como un sistema natural de enfriamiento», añade la experta. Además de darnos un respiro en plena estación estival, respiraremos mejor. Sergio Carratalá, fundador del estudio MataAlta, que está detrás de uno de los proyectos más emblemáticos de Barcelona, Els Terrats d’en Xifré, un espacio de renaturalización galardonado con el premio de la Nueva Bauhaus por la Comisión Europea, pone énfasis en «la capacidad purificadora del aire de las plantas , que filtran contaminantes derivados de la combustión de los motores de los vehículos». Uno de los proyectos que camina en esta línea es MOVE4edu, centrado «en desarrollar e implementar un sistema de ventilación natural, modular y adaptable para garantizar la calidad del aire en interiores», desvela Gabarrell. Esta iniciativa ha puesto el foco en los centros educativos donde a menudo «por motivos económicos se reduce la ventilación de las aulas y se llega a concentraciones de CO2 superiores a 1.000 o 1.200 ppm, cuando deberían ser de la mitad», puntualiza el catedrático. Biodiversidad Esta barrera de protección también es un refugio de biodiversidad. «Las semillas de las plantas del entorno crecen de manera natural y la fauna y flora aumenta enormemente, atrayendo desde insectos polinizadores hasta aves», apunta Javier Martínez, responsable de JMPAN Ingeniería. El secreto para que este ecosistema tan especial tenga éxito es dotarle de buenos mimbres. «Palos de madera secos, restos de cañas de bambú, lajas de piedra, hoteles para insectos, especies con flores y casitas de madera para pájaros son algunos de los accesorios a considerar dentro del diseño de un techo verde biodiverso », enumera Amézquita, que suma la recomendación de «incorporar fuentes de agua que, además de aportar estética al diseño, garantizan que se cubran las necesidades básicas para que la biodiversidad prospere». En la imagen, una vivienda unifamiliar en la localidad de Llucmajor (Mallorca), en la que la vegetación autóctona tiene un papel protagonista MJPAN INGENIERÍA Por otro lado, un tejado improductivo no solo puede llenarse de vegetación ornamental, sino también de variedades comestibles. La tendencia hacia el autoconsumo dispara el interés por los huertos urbanos , que comienzan a salpicar las azoteas, «una buena opción para un modelo de producción local de hortalizas, así como para el autoabastecimiento familiar o comunitario», indica Contreras, que subraya «la creciente preocupación de los ciudadanos por llevar una dieta saludable , donde se conozca la procedencia de los alimentos». Estos cultivos urbanos promueven la integración social y el trabajo colaborativo intergeneracional, además de constituirse como espacios propicios para la educación ambiental de los más pequeños. El edificio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la UAB (ICTA-UAB) es un ejemplo demostrativo, operativo desde 2014. «Solo se necesitarían 0,7 m2 de azotea como la del ICTA y 1,84 m2 de zona de captación para la recogida de agua de lluvia para atender el consumo anual de tomate de una persona en España», resume Gabarrell. La azotea del edificio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la UAB (ICTA-UAB) es un ejemplo de cómo desarrollar un pequeño huerto en las alturas ICTA-UAB «Nos hemos olvidado de que somos seres vivos y como tales necesitamos un ecosistema sano para estar sanos, felices y prosperar», afirma Carratalá. La velocidad casi agresiva de las ciudades levanta el pie del acelerador cuando subimos a una de estas azoteas, y vivir más lento es vivir mejor. «La simple contemplación de vegetación parece gustarle a nuestro cerebro», asegura Amézquita, que enumera beneficios psicológicos como «la mejora del estado de ánimo, el aumento de la sensación de bienestar general y el efecto relajante en la mente». El verde nos sienta bien , y cuando estamos a gusto, lo proyectamos en los demás, por eso sería una pena no aprovechar la oportunidad por miedo o desconocimiento. Uno de los mitos es que el peso de estas instalaciones acabaría afectando a la estructura, pero todo se resuelve haciendo los cálculos necesarios y determinando la sobrecarga máxima. «No todas las cubiertas ajardinadas pesan lo mismo, las hay extensivas que tienen un peso ligero , no muy diferente al de otros acabados con gravas o baldosas, y otras que incluyen arbolado y arbustos», diferencia Contreras. Otra barrera es el coste, pero esta inversión inicial se compensa con todo lo que se obtiene a cambio. Además, el mantenimiento estándar no supone un gran dispendio. «Siempre se necesitaría algo más de riego los primeros años, pero un sedum tapizante, por ejemplo, es muy resistente y tiene pocas necesidades hídricas», comenta Rivas. El listado de ciudades españolas que apuesta por las azoteas verdes no para de crecer. Capitales como Barcelona, Madrid, Valencia o Vitoria y otros municipios más pequeños como Gandía, Alcorcón o Majadahonda las impulsan con ordenanzas articuladas desde sus ayuntamientos . Por ejemplo, el inventario de cubiertas y fachadas verdes del ayuntamiento de Madrid ya contabiliza 131 elementos, de los cuales 108, el 83%, son cubiertas verdes y 23, el 17%, son fachadas verdes. Por su parte, Barcelona se ha mostrado muy activa aprobando medidas de impulso, publicando guías específicas, otorgando ayudas y realizando concursos de cubiertas ajardinadas. No obstante, por el momento, otros países nos llevan ventaja . Por ejemplo, Martínez alude al caso de Toronto, donde «desde 2010 es obligatorio implementar este tipo de cubiertas en nuevos edificios con una superficie mayor de 2.000 m2». El punto de inflexión hacia un cambio de paradigma está cerca, y poco a poco se sumarán más experiencias para una ciudad más resiliente y verde.
Source: abc economia

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