China sale a bailar

En agosto de 2021, cuando EE.UU. decidió salir a la desesperada de Afganistán y muchos pacifistas se volvieron partidarios de intervenciones militares y los defensores del desarrollo endógeno apostaban por la instalación de democracias ‘llave en mano’, escribí aquí sobre «el nuevo reparto de la seguridad global» . La retirada entonces fue vista como una lamentable rendición de Joe Biden y los periodistas nos centramos en eso. Pero era mucho menos evidente que también era una invitación a China a asumir nuevas responsabilidades en torno a la seguridad global. El dato clave era el siguiente: cuando Afganistán fue ocupado por EE.UU., el 7 de octubre de 2001, el PIB de China era el 12,6% del suyo; en 2021 era el 70% y subiendo. Es verdad que dicha evacuación fue un momento crítico para EE.UU. porque suponía asumir que el mundo ha cambiado (y no siempre a favor de los valores y la forma de vida que ha preconizado Washington DC), pero también era una forma de desentenderse de una región distante , con la que tiene cero metro de frontera física y donde sus intereses reales eran poquísimos, y dejarle a China, que sí tiene 91 kilómetros de frontera con el país del talibán, la responsabilidad de resolver el problema que plantea para la seguridad global un país que vivía de dos adicciones: el tráfico de drogas y las ayudas internacionales. Era una manera de decirle a Xi Jinping que si quería ser potencia mundial debía salir a bailar a la pista global. Noticia Relacionada estandar No China vuelve a cercar Taiwán tras el viaje de su presidenta a EE.UU. Pablo M. Díez Al igual que en verano por la visita de Pelosi, Pekín lleva a cabo maniobras militares por la reunión de Tsai Ing-wen y el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy El acuerdo entre Arabia Saudí e Irán patrocinado por China forma parte de esa asunción de responsabilidades. Ambos países tienen contactos estrechos y fiables con casi todos los grupos que operan dentro de Afganistán que son esenciales para que Pekín desarrolle una política de seguridad en torno a su vecino. Lo cierto es que la situación económica de Afganistán se va estabilizando: los últimos informes del Banco Mundial hablan de una inflación en retirada, un aumento de las exportaciones y de una revalorización del afganí en febrero, aunque subsisten problemas graves de liquidez y de desorden económico. Es cierto que Pekín no tiene una política de derechos humanos homologable con Occidente y los derechos de las mujeres en Afganistán son una prioridad muy baja en su escala de intereses, pero la seguridad sí forma parte de ella. Y, si bien hoy está cuestionada la tesis alemana del ‘Wandel durch Handel’ (el cambio por el comercio), que fracasó estrepitosamente con Putin y que no ha funcionado en la política interna China desde que entró en la Organización Mundial de Comercio en 2001, hacerla corresponsable de los problemas que ocurren fuera de sus fronteras en proporción a su tamaño en la economía global tiene todo el sentido. Ahora, Pekín está bailando. Desde que Xi visitó el Kremlin han circulado por la capital china desde Pedro Sánchez hasta Lula, pasando por Macron y Von der Leyen. Mi impresión es que EE.UU., en este asunto, ha logrado su objetivo a mediano plazo. jmuller@abc.es
Source: abc economia

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