Tanques o mantequilla

La cuestión que monopoliza las conversaciones sobre temas estratégicos en Europa no son sólo los tanques para Ucrania, sino una norma estadounidense con un nombre que despista: la Ley de Reducción de la Inflación. Se ha hablado mucho de ella en Davos y, sobre todo, se ha referido a ella Margrethe Vestager, la vicepresidenta responsable de Competencia y Ayudas de Estado de la Comisión Europea, en una carta remitida a los gobiernos de la UE el viernes de la semana pasada. Vestager enumera los tres desafíos que a su juicio enfrenta la Unión: la crisis energética, la necesidad de mejorar nuestro capital humano y esta ley «que plantea el riesgo de que puede seducir a algunas de nuestras empresas para trasladar sus inversiones a los EE. UU.». La ley fue aprobada en agosto y tiene como objetivo contener la inflación mediante el control del déficit, la reducción de los precios de las medicinas y la inversión en energías limpias. De los 738.000 millones que contempla, 391.000 millones son para el apartado energético. La norma es un toque a rebato para convertir ya en tecnología aplicable todos los hallazgos tecnológicos que están en la puerta del horno o más adentro y garantizar el liderazgo mundial de su país. Alemania y Francia fueron los primeros que en diciembre pasado empezaron a hablar de la amenaza que supone la ley para Europa. Primero, porque hay una serie de bienes y servicios de EE.UU. que gracias a los subsidios van a ser más competitivos que los europeos. Pero lo que más les alarma es la capacidad de seducción que esa gran cantidad de dólares tiene para las empresas. La eventual deslocalización de la industria europea es el asunto más preocupante. Los gobernantes europeos se quejan de que EE.UU. no planteó negociar su norma. Pedro Sánchez se hizo eco de este argumento en Davos. Los norteamericanos responden que Europa, si quiere, puede poner en marcha un plan similar. De hecho, la UE ha generado el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) con 672.000 millones de euros. A eso hay que unir la cuantiosa cantidad que han dedicado los estados miembros para paliar el impacto de la crisis energética que desde 2021 asciende ya a 600.400 millones de euros, según un estudio del ‘think tank’ europeo Bruegel. Sólo Alemania se ha gastado 264.000 millones de euros en estas políticas. La cuestión es que mientras el dinero norteamericano está diseñado esencialmente para alentar políticas del lado de la oferta, Europa está gastando una enorme cantidad de dinero en políticas de sostenimiento de la demanda. Y las políticas de oferta que hay en el MRR se están viendo muy entorpecidas por las trabas burocráticas que los países de la que se considera a sí misma como la mejor alianza regulatoria del mundo han levantado. Por eso Vestager pide en su carta a los países que propongan maneras de simplificar los procedimientos y sugieran ideas para evitar que las ayudas de Estado fragmenten aún más el Mercado Único. jmuller@abc.es
Source: abc economia

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