Felipe tenía razón

La muerte de Nicolás Redondo Urbieta, una figura trascendental de la Transición española, invita a reflexionar sobre la manera en que evolucionan nuestras sociedades. Como a muchos, la figura de Redondo me resulta simpática por sus cualidades y valores, pero estoy convencido de que si algunas de sus ideas económicas hubieran triunfado tras la huelga general de diciembre de 1988, España habría sido un país menos próspero y con menos oportunidades. Oficialmente, la huelga fue contra el Plan de Empleo Juvenil que creaba un nuevo contrato llamado «relación laboral de carácter especial» para jóvenes de entre 16 y 25 años que no hubieran trabajado más de tres meses en su vida. El salario era el mínimo y las empresas tenían bonificado el 100% de las cotizaciones. El Gobierno de Felipe González, cuyo ministro de Trabajo era Manuel Chaves, había detectado que existían unos 800.000 jóvenes atrapados en la condición de ‘ninis’ (ni estudia ni trabaja), mientras que los mayores de 25 años sí se estaban beneficiando del tirón del crecimiento económico. Los sindicatos reaccionaron criticando la precariedad de un contrato que, a su juicio, poco menos que ofrecía a los jóvenes en condiciones de semiesclavitud a la patronal. El plan, en realidad, solo fue una excusa para que se manifestara todo el malestar acumulado en la primera gran crisis de crecimiento de la sociedad española tras el ingreso en la Comunidad Económica Europea. El endiosamiento de González tras el referéndum de la OTAN, la ostentación sin pudor de los nuevos ricos, la convicción de Carlos Solchaga de que «España era el país europeo donde es más fácil hacerse rico», las andanzas y fechorías de la ‘beautiful people’… todo ello contribuyó a que la huelga fuera un éxito. Hasta Butragueño y Michel apoyaron la convocatoria junto a Fraga. Las ideas de Redondo no triunfaron, pero sí retrasaron la adopción de medidas. El Gobierno retiró el plan de empleo y tuvo que adoptar una serie de acciones paliativas, entre otras, darle voz y voto a los sindicatos en cuestiones en las que no tenían nada que hacer como modo de taparles la boca. Con el tiempo le mandarían una ‘cabeza de caballo’ a Redondo bajo la forma del ‘escándalo PSV’. MÁS INFORMACIÓN Fijos-discontinuos: los 2,3 millones de contratos que el Gobierno no sabe si están activos o no Que España haya exhibido de manera constante cifras escandalosas de empleo juvenil entre 1988 y la actualidad se debe, en gran parte, al triunfo de esta huelga general. Felipe y Solchaga tenían razón. Una mayor flexibilidad en los contratos de acceso era más que razonable. Pero a veces, los actores sociales no ven las cosas con claridad y hay que esperar a que una crisis cambie los equilibrios. Es lo que ha sucedido ahora, por ejemplo, con los fijos-discontinuos, una tipología contractual que los sindicatos mantenían arrumbada en el limbo y que solo se podía usar de manera muy limitada en ciertos sectores porque se le consideraba cuasi precario. La reforma laboral de Pedro Sánchez, en cambio, lo ha convertido en el contrato estrella de la legislatura. jmuller@abc.es
Source: abc economia

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