Ganar un Mundial permite dos trimestres de crecimiento

Como ocurre cada cuatro años cuando hay una Copa del Mundo de Fútbol, nuevamente se especulará sobre los factores que influyen en la definición del ganador del título y sobre los costes económicos de organizarla. En julio de 2014, la revista ‘Forbes’ sostuvo que existía una ‘maldición del Mundial de Fútbol’ porque en seis de las últimas siete ediciones que se llevaban hasta esa fecha, el Producto Interior Bruto (PIB) del país ganador había decrecido al año siguiente de ganarla. La hipótesis no resistió el paso del tiempo porque Alemania, ganadora en 2014, creció un 1,5% al año siguiente y Francia, que ganó en 2018, también creció un 1,8% en 2019. Lo de Forbes era un divertimento periodístico, pero lo cierto es que el mundo académico se ha ocupado poco de los acontecimientos deportivos y nada de los aspectos causales relacionados con los efectos económicos de ganar el título. Así, los trabajos se han centrado en si ser sede de un Mundial es beneficioso o no, y sobre los efectos en el empleo del país anfitrión. Pero, en septiembre pasado, el economista Marco Mello de la Universidad de Surrey ha publicado su trabajo ‘Una patada al PIB: el efecto de ganar la Copa del Mundo de la FIFA’ que es el primero que aborda la relación entre la victoria en el torneo con los resultados económicos. Mello ha descubierto que la nación campeona «aumenta el crecimiento del PIB en al menos 0,25 puntos porcentuales en los dos trimestres posteriores». Este resultado económico parece impulsado principalmente por un mayor crecimiento de las exportaciones, «que es consistente con un mayor atractivo que disfrutan los productos y servicios del país vencedor en el mercado global después de la victoria en un evento deportivo importante». En el caso español, la hipótesis se cumple relativamente . La selección de fútbol ganó el Mundial el 11 de julio de 2010, al comenzar el tercer trimestre del año. Se trató de un año de gran debilidad económica: 2009 había visto una contracción del 3,8% del PIB, con sus cuatro trimestres en negativo, y el rebote en 2010 fue muy débil, lastrado por el ajuste que aprobó Rodríguez Zapatero en mayo de ese año. Así, el primer trimestre el crecimiento fue nulo, el segundo fue del 0,2%, el tercero otra vez nulo y el cuarto del 0,1%. El primer trimestre de 2011 volvió a ser contractivo: el PIB cayó un 0,2%. Mello, que utiliza dos métodos de análisis distintos, pero compatibles, para llegar a sus conclusiones, afirma que España es precisamente un caso excepcional porque no se ajusta a su hipótesis. Esto –conjetura– puede deberse a que su victoria se produjo en medio de la crisis de deuda soberana de ese año. La causalidad, además, funciona en una sola dirección. Mientras ganar el Mundial sí produce un efecto económico positivo a corto plazo, el crecimiento del PIB o su tamaño no son predictores de la probabilidad de ganar el título. Lo más sorprendente es que el efecto que impulsa el crecimiento son las exportaciones y no otros mecanismos como el crecimiento del consumo (público o privado), las importaciones o la acumulación de capital. Según Mello, sus hallazgos no pueden explicarse únicamente por la excepcional cobertura mediática dedicada a los finalistas de la Copa del Mundo en los días de la final, porque si se analiza a los otros finalistas, que también reciben parte de esa atención, estos no experimentan un impulso parecido. Hay, por tanto, un factor de crecimiento del prestigio de la marca nacional que sobrepasa la acción de los medios de comunicación. Otro punto interesante es que la investigación indica que no hay beneficios económicos relevantes por ser sede de un Mundial , especialmente en el periodo de cierre. Es posible que sí los haya en el período anterior a la celebración de la competencia, cuando se produce la mayor parte de las inversiones en infraestructura. El factor prestigio es importante en las estrategias de poder blando. Fue una de las razones que, por ejemplo, llevaron al gobierno de Corea del Sur a ponerse como objetivo organizar los Juegos Olímpicos de 1998 en Seúl porque suponía que iban a «aumentar la conciencia internacional sobre los productos manufacturados coreanos». También es una de las razones por las que Qatar ha decidido ser el anfitrión del Mundial de este año. El emirato, de apenas dos millones de habitantes, será la primera nación árabe en albergar la Copa del Mundo, además de ser el primer país anfitrión desde Italia en 1934 que organiza el torneo sin haber participado antes en él. Qatar ha tenido problemas con sus vecinos y estuvo sometido a un bloqueo por parte del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) entre 2017 y 2021 que afectó muy negativamente a la inversión extranjera. También se espera que la Copa del Mundo atraiga a 1,5 millones de visitantes al emirato que ha gastado unos 200.000 millones de dólares en infraestructuras para albergar la Copa del Mundo. Según una nota del Institute for Public Policy and Governance de la Universidad de Sydney, «aunque la mayoría de los estudios restan importancia a la efectividad de un solo evento que atraiga una inversión extranjera significativa, albergar la Copa del Mundo es parte de una estrategia para posicionar a Qatar como anfitrión a largo plazo de grandes eventos, deportivos y de otro tipo».
Source: abc economia

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