Un semáforo instantáneo para determinar el estado de los alimentos

¿Tirar una comida o arriesgarse? A veces nos deshacemos de los alimentos por prevención, porque tenemos la sensación, por un cambio de color o de olor, de que podrían estar dañados. Y los descartamos cuando en muchos casos todavía se encontraban en perfecto estado. No es un problema menor. Según el Índice de desperdicio de alimentos 2021, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), en el mundo se desperdician 931 millones de toneladas de alimentos cada año. España, por su parte, genera 3,61 millones. Para reducir estas cifras nació Oscillum. La startup biotecnológica ha desarrollado unas etiquetas o ‘stickers’ que cambian de color en tiempo real al detectar cambios en el estado de la composición química del alimento, informando así en tiempo real de su estado. Si la etiqueta es amarilla, el producto sigue en perfecto estado, si cambia a verde significa que debe ser consumida pronto, y si evoluciona a azul, significa que el producto ya no es apto para el consumo. «Somos una empresa que diseña herramientas que aportan información en tiempo real al consumidor y a toda la cadena agroalimentaria para así evitar problemas de malgasto de alimento, seguridad alimentaria, problemas en la calidad, etc», explica Pablo Sosa, cofundador y CEO de Oscillum. La empresa en estos momentos está en proceso de comercializar la tecnología para carnes y pescados, además están «preparando la etiqueta para frutas»«. Los cofundadores y compañeros de piso en ese entonces –Pablo José Sosa Domínguez, Pilar María Granado García y Luis Chimeno Moral– estaban en casa cuando reflexionaron sobre la cantidad de comida que tiraban porque no conocían el estado del producto. Esto los llevo a «desarrollar una tecnología sencilla: una capa de polímero que lleva unos sensores químicos que son reactivos a los compuestos que emite la comida cuando se está descomponiendo y que al detectarlos cambia el color del etiquetado» en su propia cocina. Durante el proceso, se dieron cuenta de que la información que eran capaces de proporcionar «la necesita toda la cadena de valor, no solo el consumidor final». Este último es el final del eslabón y se ve «muy desprotegido ante las fechas de consumo preferente y las fechas de caducidad porque no son un parámetro en tiempo real». Pero son tanto productores como retailers quienes muchas veces prefieren tirar alimentos para «evitar problemas en sus parámetros de calidad y de seguridad alimentaria», explica Sosa. Por ello, la empresa apuesta por un modelo B2B (de empresa a empresa), pero esperan a medio plazo poder también abrir otra línea al B2B minorista y al B2C (de empresa a consumidor). Ampliar horizontes Arrancaron en 2017 y tardaron dos años en desarrollar la tecnología. Crearon la startup en 2019 pero ha sido este año, tras dejar atrás la pandemia, cuando realmente han visto interés de empresas del sector y fuera de él. «Estamos muy abiertos a colaborar con empresas tanto alimentarias como cosméticas o logísticas», expresa el CEO. Si bien el etiquetado no llegará al público o consumidor hasta mediados de 2023, la empresa estima que, cuando lo hagan, se producirá un ahorro medio de unos 1.000 euros en la cesta de la compra anual por hogar, además de lograr reducir en un 20% las intoxicaciones alimentarias.
Source: abc economia

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *