Las alternativas al ultimátum de Putin

Occidente se encuentra en una encrucijada energética que plantea la alternativa de volver al carbón o seguir apostando por la etiqueta verde. Los países se sumen en una carrera frenética, mientras el consabido ‘winter is coming’ establece la cuenta atrás. Diversos proyectos están saliendo a la palestra como opciones viables frente al chantaje ruso. Y una de las propuestas supone pasar de la dependencia de Moscú con el petróleo extraído de la tierra al petróleo sintético que se puede fabricar. También llamado e-fuel, Carlos Rico , policy officer de la ONG ‘Transport and Environment’, explica que «se forma a través del hidrógeno y el carbono. A diferencia del petróleo tradicional, aquí entra en juego la electricidad. Se hace la electrólisis del agua separando el hidrógeno del oxígeno. El carbono se puede extraer del CO2 del aire, y mediante un proceso químico posterior se juntan el hidrógeno y el carbono». Es un proceso artificial que puede tener un componente sostenible si la electricidad que se usa proviene de una fuente renovable. Calvo apunta que sus principales usos pueden darse «en la aviación, el transporte marítimo y veremos si tienen un hueco en los camiones. La ventaja es que para medios de transporte muy difíciles de descarbonizar, como la aviación, esta opción es una de las mejores herramientas. Además, si has capturado el CO2 del aire y al quemar el combustible sintético lo vuelves a echar a la atmósfera, el valor de contaminación es neutro. Las cantidades actuales que se producen podrían acelerarse. Australia, Estados Unidos y diversos países de Suramérica están invirtiendo en ello. Sus principales competidores serían los vehículos de batería eléctrica, los alimentados por hidrógeno verde y los biocombustibles. Pero a medida que los recorridos son más largos se necesitarían baterías más grandes y pesadas que añaden ineficiencia, el hidrógeno verde solo sería útil para recorridos medios. Y los biocombustibles suponen malgastar recursos vegetales en medio de una crisis alimentaria o deforestar terrenos. Los críticos del petróleo sintético acusan a las petroleras de querer ralentizar la entrada del coche eléctrico con esta opción. En nuestro país, concretamente en Bilbao hay un importante proyecto de e-fuel, y de hecho ya en 1934 antes de desaparecer, el inventor Rafael Suñén estuvo desarrollando petróleo sintético que podría haber hecho a España independiente energéticamente. Jaque a la reina roja Lo que está cobrando cada vez mayor fuerza y es el as en la manga de Europa son las bombas de calor, una opción menos conocida en España, y el sustituto perfecto del gas. Un arma masiva a nivel energético, según la Agencia Internacional de Energía (IEA). Alberto Coronas , presidente de la Comisión de Bombas de Calor y recuperación de energía del International Institute of Refrigeration, explica que «las bombas de calor permiten emplear la energía térmica del ambiente para producir tanto aire acondicionado como calefacción o agua caliente. Estos sistemas, si usan energías renovables, son ecoeficientes, produciendo más calor que la energía eléctrica que consume», explica Coronas. El reto tecnológico es extender esta opción a las industrias. Los países nórdicos, Japón o EE.UU llevan años con programas de desarrollo de esta tecnología para aplicaciones industriales. Y uno de los problemas que tenía es que funcionan con fluidos que son de la familia de los refrigerantes lo que supone una problemática medioambiental, pero investigadores valencianos de la UPV vienen desarrollando bombas de calor con refrigerantes naturales que no emiten CO2. Coronas señala que las bombas de calor son capaces de consumir 1 kW/h de energía eléctrica y producen 4 kW/h de calor. El ahorro es de un 75%, porque el gas con 1 kW/h produce 1 kW/h de calor. Es una tecnología flexible que se puede combinar con la solar, térmica o eólica. Esto va en línea con lo que recoge la Idae (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía): «Todas ellas son opciones competitivas en costes». Alemania, que energéticamente está con el agua al cuello, ha puesto la mira nacional en las bombas de calor. Mientras tanto, China ha anunciado que ha logrado solventar el mayor problema de las centrales nucleares, sus residuos, mediante su tecnología de reutilización. Francisco Calviño , catedrático de energía nuclear por la UPC, explica que «la solución se basa en convertir esos residuos radiactivos de nuevo en combustible para esas mismas centrales. Los chinos han demostrado que el acelerador se puede construir. Se está haciendo un sistema similar en Bélgica, con el proyecto Myrrha ». Esta iniciativa permitiría crear un ciclo que cerrara el círculo de lo no usado que supone un 95%. Calviño detalla que en Francia, el combustible usado en una central lo llevan a una planta de reprocesamiento le extraen el uranio 235 y el plutonio, y lo convierten en un nuevo combustible, de nombre MOX, que lo usan de nuevo. «Es una revolución de la energía nuclear», ha apuntado la publicación geoestratégica Defense One. Además, la implicación de esto es que la oposición a este tipo de energía disminuiría y aumenta la hegemonía del país asiático. Otra carta en la partida energética es la geotermia , denostada en España, pero que permitiría obtener grandes rendimientos a bajo precio, y ya no solo resulta viable en Islandia, donde el 65% de su energía se centra en la geotermia, sino que gracias a los científicos del MIT podría usarse en cualquier parte del mundo. Ahora la compañía Quaise compuesta por investigadores del MIT dicen que son capaces de proporcionar electricidad ilimitada sin generar CO2, y así alimentar la civilización durante 20 millones de años y a un precio de risa. Ya que por ejemplo la factura media en Islandia es de unos 22 euros. Para ello se sirven de un taladro de última tecnología que puede perforar hasta 20km, llamado girotrón que usa un haz de electrones siendo capaz de pulverizar cualquier la roca. Disrupción portátil Este no es el único proyecto disruptivo, Toyota ha desarrollado a través de la filial Woven Planet unos cartuchos, a modo de bombonas de hidrógeno independientes, que persiguen «una energía portátil, asequible y práctica para llevar hidrógeno sin necesidad de conductos». Se podrían emplear para cargar dispositivos, como baterías de hidrógeno intercambiables para vehículos o instalarse en las paredes de las casas para suministrar electricidad y calefacción, y llegar a lugares remotos. Se trata de un cilindro de unos 5 kilos. Hidrógeno en bombonas para hacer llegar esta energía a cualquier sitio Toyota Es una gran opción para Japón, cuyas necesidades energéticas son acuciantes, ya que Rusia ya ha anunciado su determinación de castigarla por las sanciones. Y teniendo en cuenta que, según un estudio de la Agencia Internacional de Energías Renovables. España puede llegar a estar entre los 15 primeros países del mundo en producción de hidrógeno ‘verde’, por lo que estas bombonas también pueden ser una opción atractiva para nuestro país. Al igual que lo es el uso de baterías de sal para generar electricidad. Se presenta como una alternativa de calefacción. Olaf Adan al frente de la compañía Cellcius en Países Bajos, ya tiene varios prototipos para usar en los hogares. Y se basan en la idea de que los cristales de sal absorben el agua, se hacen más grandes y, en el proceso, liberan calor. Es una técnica con la que España está familiarizada, ya que es líder tecnológico mundial en almacenamiento térmico con sales fundidas como las que se usan en las plantas termosolares. También podemos hablar de la tecnología del amoníaco Suiza , adelántandose a la posible demanda energética, ha construido en los Alpes suizos una enorme batería acuática en Nant de Drance .   Una central eléctrica de almacenamiento por bombeo hídrico. Como explica Aline Elzingre-Pittet , como portavoz a ABC, la central hace uso de dos embalses ya existentes para su funcionamiento. Cada uno de ellos está a distinta altura, y cuando la demanda de energía se incrementa, el agua que está en el embalse del nivel superior se libera. Su eficiencia es del 80%, y su capacidad de almacenamiento es equivalente a 400.000 baterías de coche eléctrico. Asimismo, en Cerdeña se está apostando por las primeras baterías de CO2 del mundo, frente a las baterías de litio, cada vez más costosas y de explotación sujeta a determinados países. La empresa Energy Dome explica a ABC que su batería de CO2 cuesta menos de la mitad y tiene el doble de vida útil en comparación con las baterías de iones de litio. Usan componentes disponibles en todo el mundo, y evitan el riesgo de interrupciones en la cadena de suministro. Sus instalaciones usan CO2 en ciclo cerrado, sin emisiones a la atmósfera. Almacenan CO2 como gas a presión ambiental en una estructura inflable similar a una cúpula. Presurizan el CO2 y almacenan la energía térmica, condensando el gas en estado líquido. Y frente al diésel, la compañía Amogy plantea el uso del amoníaco como combustible. Seonghoon Woo , CEO de Amogy, señala que «el amoníaco carece de átomos de carbono; por lo tanto, no forma CO2 cuando se quema. Y requiere menos espacio que el hidrógeno líquido o las baterías. Es abundante, económico y ampliamente disponible». Todas estas alternativas dejan claro que ante la expectativa de un crudo invierno, el mundo busca soluciones de emergencia. Solo el tiempo dirá cuáles sobrevivirán al largo plazo y qué alumnos serán capaces de sacarles todo el partido.
Source: abc economia

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