Antonio Miguel Carmona, el 'militante' que provocó una tormenta eléctrica

Por qué Antonio Miguel Carmona Sancipriano (Madrid, 1963) no figura entre los acólitos de Sánchez se explica con una frase tan elocuente como la que dicen que un día le soltó: «Pedro, no eres tan guapo como para ser tan gilipollas». Fue, claro, el colofón de la historia de un desencuentro alimentado por una concepción antagónica de lo que supone ser socialista.

La imagen de perfil de su cuenta de Whatsapp es el capitán Trueno, icono inveterado para alguien al que Ignacio Galán ha fichado como vicepresidente de Iberdrola en plena tormenta eléctrica.

La España que no puede poner la lavadora se enteró de su nombramiento cuando ya estaba negociando con el Gobierno el decreto de las renovables. Habló con tres ministros (solo uno de ellos amigo, de los que mandan mucho desde la remodelación del gabinete, eso sí). Cuando todo se hizo público, el PSOE trató de poner sordina a la escandalera simulando que se rasgaba las vestiduras: «No nos ha gustado nada esa decisión. Si nos hubiera preguntado, le habríamos dicho que no», declaró entre el candor y la impostura la senadora Eva Granados, quien le llamó «militante de base». No le molestó, más allá de la imprecisión. Podemos pidió a Ferraz su expulsión: el contencioso de Carmona con la izquierda populista viene de cuando Juan Carlos Monedero y él compartían mítines bajo la sombra del puño y la rosa. Era 1978. Al ideólogo de Podemos le ha reprochado de todo, más que nada que no cumpla con el fisco: «La mejor declaración de patriotismo es la de la renta».

El partido trató de frustrar su nombramiento (Adriana Lastra). De remate, un medio afín al Gobierno concluyó: «Iberdrola ha fichado a un tertuliano». Tampoco le molestó. Sí que ese mismo periódico identificara su designación como un ejemplo palmario de puerta giratoria, lo que significa ignorar su dilatada actividad académica como profesor de Economía y gestor de empresas, todas privadas, desde que en 2015 sufrió la traición de su partido que encaramó a la alcaldía a la candidata de Ahora Madrid. Todavía hoy cambiaría cualquiera de sus logros profesionales por haber obtenido la vara de mando de la capital de España .La consigna girada por el comité federal del PSOE se encargó de desbaratar la veleidad de alguien que aún conserva aquellos correos electrónicos salidos de Ferraz con instrucciones muy precisas de votar a Carmena y no a Carmona. Ni siquiera fue suficiente su original reclamo de recuperar las naumaquias, fruto de una idea casi casual de su jefe de prensa en aquella campaña, Manuel Arias, que le dio popularidad.

Lo de las puertas giratorias no lo acepta. Lo lleva mal. Según su círculo, ha llegado a comentar que para «puerta giratoria en sí misma la de Jordi Sevilla, que no ha estado en una empresa privada en su vida, le colocó el Gobierno en Red Eléctrica y, tras la peor gestión posible, en veinte meses tuvo que dejar la compañía».

«Bienvenido a la luz»
En el viejo socialismo sin embargo todo han sido parabienes:«Antonio Miguel, bienvenido a la luz», le escribió una exministra a modo de felicitación. Los barones de siempre (Fernández Vara, García Page) le alabaron el gusto, como también lo hicieron decenas de diputados socialistas cuyos mensajes de enhorabuena han ido acumulándose en su teléfono durante las últimas semanas. Todo muy en privado, naturalmente.

Carmona con Pedro Sánchez

Jaime García
En el entorno del heterodoxo Carmona se asegura que ha perdido dinero con su incorporación a la segunda eléctrica del mundo respecto a lo que venía ganando hace un año. Hace más, Carmona transitaba entre la docencia, la empresa y el activismo: concluyó su tesis doctoral en Berkeley (32 premios Nobel) y comenzó a publicar artículos económicos a los 20 años; antes, con solo 18, se vio como secretario del consejo de administración de la empresa familiar. Para pagarse los estudios, escribió reportajes sobre el IRA en Irlanda, adonde se marchó a aprender inglés, o entrevistó a líderes como Muamar El Gadafi. Incluso, con el tiempo, ha colocado alguna Tercera en ABC (’Refutación de la tibieza’. 11 de septiembre de 2015).

Licenciado en Economía con premio extraordinario por la Universidad Complutense, en 1983 se diplomó en Política Energética y Didáctica Energética en el Fórum Atómico. En paralelo, desarrolló una actividad ligada a la cooperación que le llevó a recaudar casi un millón de dólares para la reconstrucción de las escuelas del sur de Haití, destrozadas en 2007 por el paso del huracán Matthew. Cuentan que, para reunir el dinero, recurrió a sus amigos más ricos. También ha colaborado en la mejora de las condiciones de los campos de refugiados en Lesbos. Quince días al año imparte clases en la Escuela Básica de Aviación de León en virtud de su condición de oficial del Ejército del Aire, de la que se siente muy orgulloso. Un perfil, poliédrico y nada convencional cuya traza merecería el calificativo de ‘extravagante’ ciudadano con que Primo de Rivera distinguió a Valle-Inclán hace tanto tiempo.

Es amigo del presidente de Iberdrola desde hace tres lustros. Lo ha nombrado por amistad, pero también por su experiencia como gestor y razones de coyuntura en un momento en que la compañía precisa tirar de pedagogía.

Ignacio Galán (Iberdrola) y Boris Johnson

ABC
A Carmona le obsesiona la descarbonización, en la que Iberdrola tiene previsto invertir 150.000 millones de euros con 2030 en el horizonte. La foto de Galán con Johnson no fue un mensaje de advertencia al Gobierno de España, sino la constatación gráfica de que el ‘premier’ británico quiere zafar al país de su dependencia de la energía negra. Otra cosa es que el gabinete de Sánchez haya tomado nota, o quiera hacerlo, de que una empresa española invierta diez mil millones de euros en el Reino Unido.

«Un accidente»
Con todo, continúa pensando en socialista, aunque algunos ya solo le tengan por «un militante de base». Tras rechazar cargos en empresas públicas a propuesta del Gobierno (se supone que antes de las palabritas con Sánchez) y las actas de senador y diputado, el vicepresidente de Iberdrola no desenchufa del destino de su partido.Contempla el sanchismo como un «accidente en la historia de PSOE, como un fenómeno pasajero previo a que vuelvan a abrirse las alamedas para el paso del militante libre». La expresión, bucólica y si se quiere un punto cursi, es de las que gusta emplear cuando habla en círculos íntimos, sobre todo de política y episodios como el de Ábalos, «con quien se está cometiendo una canallada». Carmona se dice independiente y de izquierdas, por este orden, lo que explica su nula sintonía con Sánchez y su modelo de partido. Pero la gran sima se abrió con el pacto de coalición con el populismo y unos socios de legislatura como ERC y Bildu.

Cuando toda esta gran decepción comenzó a tomar cuerpo, Carmona debió de pensar en lo que le dijo su padre, un liberal de derechas a quien siempre ha tenido por la persona más brillante que ha conocido. Fue en el momento en que, hecho un chaval, le comunicó que se había afiliado al PSOE: «Hijo, tú eres gilipollas».No es que fuera antisocialista: simplemente, como la mayoría de los padres, consideraba que, a su edad, debía priorizar los estudios. Carmona siguió el consejo paterno, pero con el carné socialista en el bolsillo.
Source: ABC

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