Las ventas a corto y el riesgo soberano en la pandemia

La prima de riesgo murió como instrumento de tormento político en España en el año 2013. Mario Draghi se encargó de dejarla ciega, sorda y muda con su famoso sermón del «wathever it takes». Pero existen otros indicadores que los agentes del mercado toman en cuenta en sus análisis para adoptar decisiones de inversión o especular. Uno de ellos es el espacio fiscal, el margen de maniobra que las cuentas públicas dejan a los gobiernos para actuar ante una circunstancia adversa. Un estudio reciente pone de manifiesto cómo los inversores se fijan en la sanidad de estas cuentas para tomar posiciones cortas cuando se presenta una coyuntura adecuada. Lo interesante del trabajo es que pone de manifiesto dos cosas: primero, que el proceso de formación de precios de los distintos activos puede ser extremadamente sofisticado, y, segundo, que a los ministros de Economía y Hacienda no les basta con vigilar las variables tradicionales para estimar el juicio que merecerá su gestión a los intermediarios expertos.

«Para comprender la importancia del espacio fiscal para las empresas individuales, examinamos si y de qué manera los agentes económicos informados incorporan esta información en los precios de los activos», plantea el estudio ‘Sobre la importancia del espacio fiscal: evidencia de las ventas a corto durante la pandemia de Covid-19’ que suscriben Stefan Greppmair, Stephan Jank y Esad Smajlbegovic. Los dos primeros son economistas del Bundesbank y el tercero de la Universidad Erasmo de Rotterdam.

La prueba que diseñaron consiste en estudiar la demanda de acciones y, particularmente, las llamadas posiciones cortas, aquellas operaciones en que se vende un activo hoy con la idea de que el precio bajará para comprarlo posteriormente más barato. Las ventas a corto son muy interesantes. En las situaciones en que los mercados se convulsionan, como sucedió al comienzo de la pandemia, la exposición negativa a ciertos valores convierte a estos inversores en un grupo ideal para ser analizado; en segundo lugar, quienes operan con posiciones cortas son personas especialmente bien informadas y, por último, los fondos de inversión que mantienen la gran mayoría de estas posiciones, son los inversores institucionales más flexibles y especialmente importantes para determinar los precios de los activos. Además, la elección de las posiciones cortas como objeto de estudio se ve especialmente favorecida por el hecho de que hay una normativa europea en vigor en toda la UE, así como en Noruega y en el Reino Unido, lo que brinda un amplio campo de análisis y datos homogéneos.

La existencia de unas cuentas públicas saneadas, reflejadas básicamente por el rating de riesgo soberano, permite pensar que, ante un ‘shock’ negativo como la pandemia, un país eventualmente puede ayudar a sus empresas más eficazmente que otro que no disponga del mismo. Lo interesante es comprobar si esto es un factor importante para los inversores. Al respecto los investigadores concluyeron: «Nuestros principales hallazgos reflejan esta idea y sugieren que durante la pandemia de COVID-19, los vendedores a corto modificaron su comportamiento operativo en los países con espacio fiscal limitado. Más específicamente, encontramos que la actividad de venta en corto se centra en empresas ilíquidas con sede en países con una baja calificación crediticia. Por el contrario, las empresas sin liquidez en países con una alta calificación no están sujetas a una mayor actividad de los vendedores a corto».

El estudio también constató que, coherentemente con la idea de que los vendedores a corto son inversores bien informados, estos ya habían tomado posiciones antes del primer colapso bursátil, registrado el 24 de febrero de 2020. Otro detalle significativo es que mantuvieron esas posiciones en valores poco líquidos pese a que ciertos países –Italia, España, Bélgica, Francia Grecia y Austria– prohibieron las posiciones cortas a mediados de marzo.

Una hipótesis alternativa era que los inversores a corto se hubieran fijado en los países más afectados por la pandemia y no en el espacio fiscal, pero la evidencia demostró que no era así. Ni el impacto del Covid-19, ni la dureza de los confinamientos, ni la calidad del sistema sanitario, ni la salud del sistema financiero fueron tan decisivos como el riesgo soberano y el espacio fiscal. Los investigadores también descartaron que otros elementos propios de las empresas hubieran influido en la decisión de los inversores. Respecto de las medidas fiscales de los gobiernos estas fueron principalmente de dos tipos: estímulos a la demanda de bienes y servicios, y apoyo directo a las empresas proporcionándoles liquidez. Los tenedores de posiciones cortas se fijaron básicamente en las restricciones que podrían tener los gobiernos para estimular el consumo. Las políticas que facilitaban liquidez no fueron tomadas en cuenta y la especulación se centró en compañías de poca liquidez situadas en países con mayor riesgo soberano con ingresos en el mismo país.

Los inversores en posiciones cortas que anticiparon la importancia del espacio fiscal en la valoración de las empresas vulnerables obtuvieron su recompensa porque sus decisiones resultaron en un rendimiento anormalmente alto durante el periodo de alta volatilidad: primero una caída del 15% que posteriormente se moderó hasta el 10%.

Conferencia del presidente del Gobierno Pedro Sánchez en Casa de América – Ignacio Gil

Pedro Sánchez volvió a escoger la Casa de América para dar inicio al curso político y económico como ya hizo el año pasado. Esta vez lo hizo bajo el eslogan «Recuperación justa». Entre el público, varios dirigentes del Ibex y la cúpula de las empresas eléctricas, cuyos precios le están dando más de un dolor de cabeza al gobierno. Sánchez anunció la subida inminente del salario mínimo. No le importó que los agentes sociales aún no hubiesen abordado el asunto.
Source: ABC

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