El momento de la ‘ciudad de los quince minutos’

Hace un año Anne Hidalgo fue reelegida alcaldesa de París enarbolando la novedosa bandera de la «ciudad de los 15 minutos», a la que ella misma definió como el «Big Bang» de proximidad. «Representa una transformación fundamental de la manera de administrar la ciudad», explica el urbanista colombo francés Carlos Moreno, asesor de Hidalgo y autor de la propuesta. Se trata de otra forma de vivir, consumir, trabajar y estar en la ciudad. Su esencia: que todo lo importante para nuestro día a día esté en un radio de 15 minutos, andando o en bicicleta.

También supone repensar la forma de moverse, de atravesar la ciudad, de explorarla y descubrirla. «Los equipamientos existentes tendrán diferentes funciones, usuarios, clientes según el día y la hora. Con esta vida de proximidad, podemos recuperar el tiempo para nosotros mismos, para nuestra familia, seres queridos, vecinos, amigos, y cuidar de los más frágiles», añade el también profesor de la Sorbona.

La «ciudad de los 15 minutos» ha tomado mucha fuerza en el mundo entero como respuesta a la crisis climática y en especial a la crisis sanitaria que ha obligado a limitar desplazamientos y a vivir de una manera diferente. «De ahí la urgencia de encontrar necesidades esenciales cerca de casa, de limitar los riesgos de contaminación propios del transporte y los lugares públicos», señala Moreno. La propuesta de este urbanista consiste en encontrar en una gran ciudad como París «calles tranquilas y con vegetación; lugares de bien común; movilidad a pie o en bicicleta; hacer la compra y acceder a múltiples servicios cercanos; hacer de la escuela la capital del barrio; tener centros de salud cercanos…», entre otras muchas ideas. Es decir, dar vida a la calle como un vasto lugar de intercambio, de creación, de transmisión, de mezcla, «para que deje de ser un lugar anónimo de paso de gente con prisa que se ignora». En este primer año de puesta en práctica el asesor de la alcaldesa parisina reconoce que resulta difícil «cambiar el ritmo de la vida al que estamos acostumbrados. La batalla de cambiar nuestra manera de trabajar está en curso y será uno de las más importantes para los próximos años».

Algunos expertos resaltan las dificultades que conlleva variar las políticas que ordenan el territorio

En España, Valencia ha diseñado su propia «ciudad de los 15 minutos». Y «Barcelona fue pionera con las ‘supermanzanas’. No es exactamente el mismo proyecto, pero tenemos muchas cosas en común», explica Carlos Moreno. «Pontevedra es referente de este crono urbanismo con esta ciudad que desde hace ya mucho tiempo hace que los peatones sean la prioridad, Logroño se ha lanzado igualmente en esta vía de la cronociudad», añade.

Interrogado por el modelo de Smart City que distintas ciudades tratan de seguir, señala que es un modelo que «quiso resolver problemas complejos de la vida urbana basada en la utilización de la tecnología. Finalmente, 10 años después, hemos visto que esa promesa no corresponde a la realidad de la transformación de nuestras vidas frente al triple desafío ecológico, económico y social».

Recuperar el tiempo
Para el arquitecto urbanista Miguel Y. Mayorga Cárdenas «lo interesante de la propuesta de Moreno es que pone el énfasis en el concepto del tiempo. Desde una visión humanista tenemos que recuperarlo». Profesor del DUOT-ETSAB-UPC, de la UOC y Escola Sert en Barcelona, utiliza el concepto de cronociudad, ya sea 20, 15, 10 o incluso un minuto. «Ahora se habla de ella como un modelo de ciudad a seguir, como una tendencia, aunque ya existía antes de la pandemia y se aceleró con la propuesta de Hidalgo en París. Más que un modelo de ciudad es un movimiento internacional», señala. Recuerda que no se trata de algo nuevo, que esta idea ya se encuentra en los libros de urbanismo de los años 40 y 50, y que en los 60 ya se pensaba en poner límite al coche. «Tenemos la propuesta de Melbourne de la ciudad de los 20 minutos y la de Suecia de la ciudad de un minuto, en este caso desde una visión estatal. Se trata de ver y utilizar de mejor manera la ciudad».

El concepto de cronociudad «es un deseo interesante que responde a un viejo problema del urbanismo en las grandes ciudades. Es un reto, una idea muy interesante y muy sensible a la aproximación del planteamiento», afirma Alberto Palomar, director del Máster en Urbanismo y Smart cities de ISDE, escuela del grupo Digital Talent. Sin embargo, en su opinión, «siempre me ha parecido complejo conciliar las políticas que ordenan el territorio. La idea plantea muchas dificultades y de momento responde más a la parte de bienes y servicios pero resulta más complicado en lo que se refiere al medio ambiente y al transporte». Cree que el gran reto de las ciudades es el de vincular las políticas globales. «Habría que operar en el diseño, y nadie diseña de cero, la ciudad ya existe», reflexiona.

No duda que la pandemia nos ha hecho apreciar más la casa, la comodidad, «nos ha transformado para bien, y se buscan sitios sostenibles». Tal y como comprueba en el máster con sus alumnos, «hay cada vez más sensibilidad sobre estos temas. El territorio adaptado a las necesidades sociales en un tema central y el futuro», resalta.
Source: ABC

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