Nanocelulosa, así es el supermaterial que aspira a tomar el trono del plástico

El sector industrial vive un momento de gran efervescencia en cuanto a materiales se refiere, con candidatos llamados a marcar un antes y un después, como el grafeno o los nanotubos de carbono, sobre los que se han puesto altas expectativas. Quizá menos conocida, pero igualmente muy prometedora para determinadas aplicaciones, es la nanocelulosa.

Existen varias tipologías, si bien la mayoritaria es la proveniente de las fibras de celulosa presentes en la parte leñosa de las plantas, compuesta de fibras de celulosa, lignina (un pegamento natural) y hemicelulosas (azúcares). «La madera se trocea; se tira en un reactor con agua y reactivos químicos que disuelven la lignina; esta se va con el agua y las fibras de celulosa que estaban en la madera se liberan», explica Álvaro Tejado, investigador principal en Tecnalia al cargo de la línea tecnológica de celulosa y nanocelulosa. Dichas fibras están conformadas a su vez por millones de nanofibras de celulosa, que son las que se encargan de extraer y valorizar en el laboratorio de nanocelulosa de Tecnalia, ubicado en Azpeitia (Guipúzcoa), al que han incorporado tecnologías de última generación hasta convertirlo en una planta escala semipiloto de producción de micro/nanofibras de celulosa, con sistema de alimentación automatizada, única en España.

«Trabajamos desde hace unos seis años con el masuko, una especie de molino ultrafino, porque nos permite producciones grandes. Estamos muy orientados a la industria, para trasladar el potencial de las nanofibras a los productos de las empresas y necesitábamos producir kilos», apunta.

Las aplicaciones
Este supermaterial tiene multitud de aplicaciones en diferente grado de desarrollo. Una de las que está más cerca del mercado es el ‘packaging’, debido a la carrera por sustituir a los plásticos derivados del petróleo. «Por su tamaño tan pequeño, cierra los poros y ejerce de barrera contra el oxígeno, de manera que los alimentos duren más. Los films actuales funcionan muy bien, pero hay que buscar alternativas sostenibles, biodegradables y compostables», subraya Tejado.

En sectores tradicionales como el del papel también puede ser útil. «Como los papeles ya son buenos de propiedades para el mercado al que van, a las empresas les está sirviendo para abaratar el coste de producción. Emplean menos fibras de celulosa, relativamente caras, y meten mucho relleno (pigmentos, por ejemplo), muy baratos, gracias a las nanofibras que introducen», comenta.

Otro de los nichos donde tiene futuro, aunque más a largo plazo, es el del cemento por su capacidad para modificar la reología (viscosidad) de una mezcla. «Las nanofibras de celulosa en una concentración bajísima, de menos del 1%, pueden hacer que sea más o menos viscoso según interese», dice. Esta propiedad podría beneficiar a sectores como el de la pintura, barnices, adhesivos… un universo de posibilidades ante el que España necesita reaccionar. «Los países escandinavos han invertido e invierten mucho en I+D porque han visto un gran potencial en cuanto a recursos propios. España está en el grupo de cabeza de Europa por recursos forestales, pero hace falta invertir en ello, apoyar que se generen empresas, tecnología propia, etc. Aquí estamos a la cola en esa parte, intentando convencer a todo el mundo de que esto es una oportunidad para el país», lamenta.
Source: ABC

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