El factor invisible que abre un mundo de posibilidades

Es una tecnología innovadora y prácticamente invisible, en todos los sentidos. A pesar de estar cada vez más presente en nuestro día a día y de ganar protagonismo en sectores muy distintos, la microencapsulación es una gran desconocida. En líneas muy generales, es una técnica que consiste en empaquetar sustancias o principios activos a escala microscópica.

Sus posibilidades son enormes. En la alimentación, por ejemplo, está muy extendida. Las sustancias bioactivas de los alimentos se introducen en estas microcápsulas y así quedan protegidas ante la reacción de otros compuestos o frente a posibles procesos de oxidación. Además de utilizarse para conservar más tiempo los alimentos, también se usa para transformar sabores mediante la liberación controlada de nutrientes. O para alargar su sabor. Si su chicle aún sabe a fresa o a menta después de masticarlo durante un largo rato, debe darle las gracias a la microencapsulación.

Primer sector
El primer campo en el que se aplicó esta tecnología fue el sector farmacéutico. En esta industria se trabaja con principios activos que se dañan muy rápido o que se tienen que absorber en el intestino, y con el PH del estómago se estropean. Con estos envases a escala microscópica se protege a la sustancia en cuestión y se permite que esté aislada del medio dañino. En general, lo que la microencapsulación aporta «es protección frente a factores agresivos», explica Daniel Rivera, encargado de Tecnologías de Microencapsulación del Centro Tecnológico Ainia. Rivera explica que está tecnología se ha desarrollado a diferentes ritmos en España, dependiendo de los sectores. Así, aunque es en la alimentación donde «está muy implantada», ya que se puede ir a «volúmenes muy grandes de producción», en el sector cosmético o en el de las fragancias también está empezando a tener recorrido. Su papel en esta industria es clave. Al aplicar un aroma sobre una superficie al principio habrá un olor fuerte pero una vez que se ha echado irá desapareciendo rápido. Sin embargo, si el aroma está «aislado, protegido», explica Rivera, será más suave al principio pero más sostenido en el tiempo. Es el mismo uso que se le da, continúa, en la agricultura para principios activos que deben durar más tiempo en el campo.

Esta tecnología, además, también se ha empezado a utilizar en el sector textil, concretamente para encapsular fragancias que vayan incorporadas en los productos de limpieza, de manera que en el proceso de lavado queden adheridas a la ropa. «Las cápsulas se van rompiendo con la fricción del cuerpo en el uso diario y la fragancia dura más en el tiempo», explica Rivera.

Países como Italia, Holanda o Alemania lideran un negocio que comienza a tomar altura en España

El sector del calzado, caracterizado por ser una industria tradicional a la que le cuesta implantar tecnologías innovadoras, también está subiéndose al carro de la microencapsulación. Aquí se utiliza para convertir materiales tradicionales en inteligentes o activos. Es decir, según explica Francisca Arán, coordinadora de I+D+i de Inescop, la microencapsulación permite dotar a los materiales de nuevas propiedades aromáticas y previene de posibles afecciones de salud. Se encapsulan agentes antimicrobianos naturales de forma que con el contacto con el usuario las cápsulas se van rompiendo poco a poco y el agente microbiano se va liberando contribuyendo a la higiene y salud del pie, a reducir olores y a prevenir que surjan posibles infecciones.

En expansión

A pesar de su desarrollo y posibilidades, la microencapsulación es una total desconocida a pie de calle. Así lo constata Arán, que ve que se está aplicando mucho pero que «muchas veces» no se dice que se utiliza. «Hay que darla a conocer porque es una tecnología muy versátil y que ofrece amplias posibilidades de innovación en todos los sectores», cuenta. Y pone de ejemplo una nueva experiencia que han desarrollado en colaboración con el Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid. Encapsularon antibióticos para introducirlos en cementos óseos. Y es que pensaron que si se incorpora directamente el antibiótico en el cemento –adhesivo que une una prótesis al hueso del paciente– se podría reducir la cantidad de antibiótico que este debe tomar. Sin embargo, no lo podían incorporar de manera directa en el cemento porque no adquiriría las propiedades adecuadas. Por tanto, al encapsularlo, las propiedades del cemento se mantienen y el antibiótico empieza a liberar en el momento en el que entra en contacto con los fluidos biológicos del cuerpo. «Hace más eficaz y más rápido el tratamiento», concluye Arán.

Sin duda, uno de los factores que juega a favor de la microencapsulación es que se le puede sacar partido en casi cualquier actividad, siempre que se busque la fórmula más adecuada a cada caso y objetivo concreto. Esto hace que el precio de implementarla dependa del objetivo marcado. Rivera recalca que hay tecnologías «muy baratas» que se pueden usar por ejemplo en agricultura, pero hay otras tecnologías químicas que para que sean viables económicamente tienen que ir a sectores con más producción.

Oliver Cregenzn, director técnico de Capselos –compañía enfocada a la microencapsulación en la alimentación humana y animal, aunque también empiezan a trabajar con otros sectores–, coincide en que el futuro de esta actividad es «prometedora ya que tiene un amplio abanico de aplicaciones y posibilidades». En su opinión, se trata de una serie de tecnologías en «clara expansión». Y aunque poco a poco van recibiendo solicitudes de nuevos sectores como la construcción o los tatuajes, considera que en países como Italia, Holanda o Alemania las empresas de microencapsulación tienen «un mayor peso específico». España aún está lejos, pero este gran desconocido que es la microencapsulación comienza a ganarse un nombre y a convertirse en un aliado clave en cada vez más sectores.
Source: ABC

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