Una receta innovadora con principio activo de tradición

Este viaje empresarial comienza… abandonando el camino. Es el año 1870, y Pedro Prim Fernández, un zapatero ortopeda de la localidad navarra de Alsasua, decide aparcar el carro tirado por mulas con el que visita los pueblos de los alrededores en maratonianas rondas. Es el momento de que los pacientes acudan a él, y no al revés, piensa. Funda así un taller que rápidamente gana prestigio por su pulso innovador. En 1888 registra su primera patente, «un aparato para suplir las extremidades humanas». Pero son sus ‘pies artificiales’, o ‘sistema Prim para pies defectuosos’, patentados en 1894, los que lo elevan a referente del sector.

Al tiempo, Prim va madurando una idea global del negocio, y crea un balneario con el que completa el ciclo de la atención integral: diagnosis, tratamiento y rehabilitación. Una visión que, más de 150 años después, aún guía a Grupo Prim, una compañía que ahora es referente en el mercado de suministros hospitalarios y ortopedia, pero diversifica su negocio en sectores como fisioterapia, termalismo, talasoterapia, spa, rehabilitación, geriatría…

La firma comenzó hace meses un Plan de Sucesión, que coincidió con la irrupción del Covid, y que ha puesto al frente de la organización a dos jóvenes profesionales, Lucía Comenge (presidenta) y Jorge Prim (que representa a la quinta generación familiar), para abordar un plan estratégico que debe acelerar su proceso de digitalización e internacionalización. Nuevos horizontes con recetas tradicionales. «Creo que somos una empresa excepcional en el mundo de la salud, porque mantenemos la filosofía de ofrecer soluciones globales que tenía mi tatarabuelo y también ese carácter familiar de sus comienzos. Es algo que aprecian nuestros colaboradores. Y también nuestra agilidad. Competimos con empresas que son grandes y potentes portaaviones, pero nosotros somos un acorazado de bolsillo: eficaz y maniobrable», explica Jorge Prim. La fórmula funciona: en España solo sobreviven 32 empresas fundadas antes de 1900, según el Registro Mercantil.

«El Grupo cotiza en Bolsa desde 1985, pero los inversores mayoritarios son familias que llevan mucho tiempo en Prim, que han crecido con ella. No es una inversión especulativa», subrayaLucía Comenge.

El primer local de Prim en Madrid (año 1917)Tras el desembarco en Madrid (en 1917, con un negocio en la calle Preciados), la firma apostó por el negocio hospitalario en los años 60. «Hemos sido la puerta de entrada a España de casi todas las multinacionales», relata Prim. Y de sus innovaciones: manos biónicas, robótica para cirugías, recreación en 3D de operaciones… Pero el gran salto adelante fue «pasar de vender productos a prestar servicio, ese es nuestro valor añadido», reflexiona Prim. «Es habitual que nuestro personal acuda a las cirugías para asesorar», explica Comenge.

Investigación propia
Embajadores de la alta tecnología hospitalaria, Prim también sigue siendo referencia en la innovación en ortopedia desde su fábrica en Móstoles. «Trabajamos la impresión en 3D, y hemos implantado sistemas como el Cad Cam, que permite recrear en un ordenador una imagen en 3D de un brazo o una pierna y enviar esa información a la fábrica para empezar el proceso productivo. Así se gana rapidez y se evitan errores», explica Prim. Un afán innovador que enlaza con la formación. «Se nos conoce como ‘la universidad de la tecnología sanitaria’. Muchos directivos del sector y médicos se han formado con nosotros en el uso de la tecnología», reivindica Prim.

El grupo sufrió el impacto del confinamiento, pero cerró 2020 con una facturación de 147 millones, solo un 2,43% menos que en 2019. A la espera de que la tormenta amaine, en Prim creen que la pandemia ha marcado un antes y un después para la industria sanitaria española. «Las empresas de la Federación de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) hemos demostrado que podemos responder a estas situaciones. Debemos poner en relevancia nuestras capacidades», reclama Comenge. En ese terreno de juego, Prim comienza un nuevo partido con la estrategia de siempre. «Debemos estar a la vanguardia, pero conservando nuestros valores intrínsecos: la agilidad, el compromiso de la empresa familiar y el equilibrio entre fabricación, suministro y servicio», resume Comenge. Siglo y medio después, el espíritu de  Pedro Prim sigue muy vivo.

1870. Pedro Prim funda en Alsasua un innovador taller de ortopedia que complementa con un balneario (en la imagen), para dar forma a su visión integral del negocio.

1894. La patente del ‘Sistema Prim para pies defectuosos’ revoluciona el sector y otorga a Pedro Prim (en la imagen en su taller de Alsasua) una fama que le lleva a realizar giras de trabajo por toda España.

1917. El negocio se traslada a Madrid, a un local en la calle Preciados. En 1963, apuestan por la distribución de productos hospitalarios, convirtiéndose en puerta de entrada a España de las grandes innovaciones globales.

1973. El grupo inaugura su fábrica en Móstoles, donde apuestan por la innovación propia en ortopedia:impresión 3D, sistemas CadCam, Borum, análisis de la pisada…
Source: ABC

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