La vacuna educativa que combate el desempleo juvenil

La Formación Profesional comienza a echar sólidas raíces en España. De forma lenta, pero seguirán creciendo. Hace unos años existía el mantra de que este tipo de estudios solo lo hacían aquellos que no eran capaces de conseguir una plaza en un grado universitario. Pero afortunadamente, y así creen desde diferentes asociaciones educativas y empresariales de España, esta idea está desapareciendo poco a poco de la sociedad.

Desde el año 2008 la demanda de formación profesional ha aumentado en un 37%, en cierta medida porque se ha demostrado que es una buena forma de acceder al mercado laboral. Por primera vez, y según Javier Blasco, Director de Adecco Group Institute, la tasa de empleo de la FP «es mucho mayor que la universitaria». Y María Tosca, directora de Empleo, Formación y Emprendimiento de la Cámara de Comercio, lo explica en datos: «La tasa de ocupación de las titulaciones de FP es de un 74%, mientras que la universitaria está en un 33%, aproximadamente».

Hay muchos sectores en los que la Formación profesional Dual (la que combina los procesos de aprendizaje en la empresa y en el centro educativo) tiene una tasa de inserción del 100%. Bien es cierto que solo el 3% del alumnado que estudia una FP en España lo hace en esta modalidad, una cifra, según Ignacio de Benito, miembro de la Fundación Bertelsmann, «muy alejada» de la media de la Unión Europea, situada en el 14%, o en Alemania, por ejemplo, donde el 70% del alumnado que cursa FP lo hace en la modalidad dual.

Aun así, cabe destacar que en España este tipo de enseñanza se implantó a través de un Real Decreto en el año 2012. Por ello, y si se tiene en cuenta, según De Benito, que en estos nueve años España ha atravesado dos crisis, la evolución indica que es un modelo cada vez «más conocido y que seguirá creciendo». Una modalidad en la que el 33% del currículum, como mínimo, debe desarrollarse en un entorno laboral, por lo que el estudiante está trabajando desde el primer momento.

Aprender haciendo
Es el caso de Marisa Damea, alumna de la Escuela de Aprendices de Seat -una FP basada en el sistema de Formación Dual alemán-, y que aunque termina el ciclo durante este año, ya sabe que una vez finalice los estudios tendrá acceso al mercado laboral en la misma empresa en la que está realizando en estos momentos sus prácticas. Compaginará su trabajo en Seat, «donde nos ofrecen la oportunidad de trabajar», con unos estudios universitarios. Como recuerda, una FP Dual no solo tiene la ventaja de que «es mucho más práctica y aprendes en sí la profesión a la par que te formas» sino que da acceso también a una carrera universitaria.

Durante los tres años de duración del curso, realizan un total de 5.000 horas prácticas. Comienzan en segundo, donde trabajan en dos puestos diferentes. Ya en tercero, todo práctico, les asignan otro empleo diferente, por lo que tienen la oportunidad «de ver hasta tres facetas distintas de una misma empresa».

La misma opinión tiene María Ángeles Valiño, alumna de Formación Profesional de Química Industrial, embajadora de la Red Somos FP Dual y que actualmente está haciendo su periodo de formación en la planta que tiene Atlantic Copper en Huelva. Aunque reconoce que debido a la crisis sanitaria se han visto reducidas las horas prácticas al tener que dar «más contenido de manera telemática», explica que están tres días en la empresa y dos en el centro educativo. Teniendo en cuenta la situación geográfica en la que se sitúa, Valiño ve que estos estudios «son de los que más salidas laborales tienen en Huelva».

Alta remuneración
A todo ello hay que unirle el hecho de que en muchas ocasiones un trabajador que ha estudiado una FP gana más que un titulado universitario. ¿La razón? «Son puestos muy demandados por las empresas y al haber muy poca oferta, las compañías están dispuestas a pagar bastante», explica Tosca.

En España el número de graduados universitarios es muy superior al de los estudiantes que deciden apostar por un grado de Formación Profesional, justo lo que, según De Benito, va en la línea contraria de lo que buena parte del «entorno productivo reclama». La FP también es una buena forma de acortar la brecha que existe entre las necesidades de talento que tiene el sector privado y las capacidades que se enseñan en nuestras aulas. Una formación planteada en muchas ocasiones «a la medida» de las empresas y respondiendo a sus necesidades reales. Por eso es una vía de acceso al mercado laboral «muy buena», recalca De Benito.

En cualquier caso, la Formación Profesional en España aún está muy lejos de la mayoría de los países de nuestro entorno, y a años luz de territorios con amplia tradición en este tipo de capacitación profesional, como Alemania y Austria. Según la media de la OCDE, un 25% de los jóvenes estudia una FP, frente al 12% que lo estudian en España. Y esto, según Tosca, «seguro que tiene una relación directa con la tasa de paro juvenil que tenemos de 15 a 24 años, situada en el 41%, mientras que en el resto de países de nuestro entorno la tasa de paro de este grupo de edad está en un 14%».

Desajuste
Todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo por parte de las administraciones públicas. En el ámbito de la planificación, las autoridades competentes, según los expertos consultados, están ofertando en muchas ocasiones ciclos «que no son los que el mercado laboral está demandando con mayor intensidad.

Por ello, ya que son las empresas las que saben los perfiles que necesitan, ven urgente incentivar aún más la colaboración público-privada para conseguir una buena planificación educativa. «Los grados se hacen en ocasiones sin observar lo que reclaman las empresas, y hay que tener en cuenta que son estas las que generan la riqueza de un país», señala Blasco al remarcar que «es una cuestión de cómo alinear la oferta formativa a las necesidades del mercado de trabajo».

Para Tosca, las administraciones públicas y las consejerías de Educación «tienen que hacer un esfuerzo por apostar por una Formación Profesional que tenga un efecto tractor sobre la empleabilidad». Es precisamente en la digitalización donde puede estar el futuro de esta modalidad formativa, según la directora directora de Empleo, Formación y Emprendimiento de la Cámara de Comercio. «Tenemos que ser capaces de digitalizar todos los catálogos de FP y que lo que haya esté a la altura de las necesidades que tienen las empresas, por lo que la solución para la FP en España no pasa por ampliar aun más las ofertas de grados», argumenta Tosca. Con una buena Formación Profesional, apunta, «acabaremos reduciendo el desempleo juvenil».

Un caladero de talento a la medida de las empresas
Una de las razones por las que la Formación Profesional y, sobre todo, la modalidad dual es una buena puerta de acceso al mercado laboral es porque, según María Tosca, en muchas ocasiones a la empresa le cuesta «mucho trabajo» encontrar el perfil profesional que busca en cada momento. Por tanto, con un aprendiz en la empresa se ahorran la parte de reclutamiento y saben «con exactitud» que esa persona está cualificada para trabajar en su empresa. Esto hace que el alumno, a diferencia del graduado universitario, esté adquiriendo los conocimientos teóricos y prácticos al mismo tiempo y, para el empresario «el retorno que tiene en nivel de inversión es tremendo»,. Ante estas ventajas, desde la Cámara de Comercio de España, ven necesario trasladar todo este proceso también a las pequeñas y medianas empresas, para lo que hace falta apoyarlas y darles recursos para que se acerquen a la FP
Source: ABC

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