Nada va bien

Desde que apareció la pandemia se han realizado numerosas previsiones sobre el impacto que causaría a la economía la bajada de la actividad derivada del parón del confinamiento. Lo han hecho los gobiernos, las instituciones europeas, los órganos reguladores y los institutos de análisis. Hay una característica común a todas ellas y es que cada una empeoraba los datos de la anterior. Ahora, tras las previsiones, empezamos a conocer las realidades y éstas son aún peores que las peores de aquellas. Mal asunto. Vamos a perder más PIB del previsto, vamos a tener más paro del temido y vamos a reducir los ingresos públicos más de lo sospechado. Mientras, el gobierno se aplaude a sí mismo.

Hay un dato muy relevante. El País Vasco se sentía más abrigado frente a la crisis por el mayor peso de la industria y el menor de los servicios relacionados con el turismo y el ocio. Bueno pues los datos del segundo trimestre publicados ayer, además de certificar su entrada en recesión, algo ya descontado, muestran una caída del PIB del 20,1% y un derrumbe del empleo del 19,8%. Si eso pasa en una comunidad de esas características, ¿Qué sucederá en otras más expuestas a los sectores más dañados por el confinamiento y más dependientes de la movilidad?

Los datos de la evolución sanitaria, con sus rebrotes inesperados e imparables, demuestran que el desconfinamiento lo hemos hecho demasiado rápido y con excesiva despreocupación. Pero los datos económicos confirman que el confinamiento lo hicimos con escasa visión y sin los matices que hubieran sido deseables. No hace falta ser muy malvado para sospechar que ahora evitamos las decisiones drásticas por el convencimiento de que las ya aplicadas causan unos destrozos en la economía, cuya repetición, sencillamente, no podríamos soportar.

A comienzos de semana supimos que vamos a recibir dinero europeo, mucho dinero. Eso está muy bien y alivia, en especial las consecuencias sociales. No obstante, por más que las administraciones provean al sistema de dinero, incluso si lo regalan, ninguna cantidad será suficiente para sustituir a una demanda que, por ahora está huída. Con caídas como las actuales, que en muchos sectores llegan a la mitad de su volumen habitual, no hay manera de gestionar una empresa. Así de simple.
Source: ABC

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *