Sánchez: «España hará todo lo necesario para un acuerdo rápido»

En cuestiones de diplomacia, cada pequeño detalle guarda un significado. Y los detalles del fugaz paso de Sánchez por Berlín desvelaban una visita muy diferente a las bilaterales que Merkel ha mantenido en las últimas dos semanas con Macron, Rutte y Conte, también para ir tejiendo la negociación sobre el Fondo de Reconstrucción europeo.

El encuentro no tuvo lugar esta vez en Meseberg, el bucólico palacete de Brandemburgo, a escasa media hora de Berlín, en el que Merkel recibe a los invitados con los que desea establecer un especial clima de cercanía, más íntimo y relajado que la Cancillería de la capital alemana, siempre más fría y sujeta a protocolo. Además, en esta ocasión los dos jefes de gobierno no comparecieron ante la prensa más que en unas sucintas declaraciones en las que no admitieron preguntas, un nivel de poca transparencia muy poco habitual en el gobierno alemán.

Sin ir más lejos, veinticuatro horas antes de la llegada de Sánchez, Merkel y el italiano Conte pasaron una hora de reloj respondiendo a periodistas tanto alemanes como italianos sobre sus acuerdos y desacuerdos, en un distendido ejercicio de nitidez propio de una charla en familia. Sánchez, sin embargo, dio con las maneras precisas y el tono adecuado para el acercamiento. No solo halagó a la anfitriona reconociendo que considera «una suerte tener a alguien como la canciller Merkel liderando este momento tan crítico como el que estamos viviendo», sino que además se mostró completamente abierto a flexibilizar sus posturas con tal de que el Fondo de Reconstrucción sea aprobado este mismo mes.

«Desde luego, el gobierno de España va a hacer todo lo que sea necesario para llegar a un acuerdo en el mes de julio. Julio tiene que ser el mes del acuerdo, porque no habrá recuperación si no hay unidad y en ese sentido creo que tenemos que volcar todos nuestros esfuerzos en ello», ofreció en aras de un rápido consenso, y advirtió contra las posturas cerradas que adelantan países como Austria, cuyo canciller, Sebastian Kurz, ha declarado que «no habrá unión de deuda con nosotros».

«Soy muy consciente de que hay una muy difícil negociación por delante, hay intereses contrapuestos y hay visiones también distintas de lo que debe ser el proyecto europeo. Y ninguna es mejor que otra, todas son legítimas. Pero la lección que debemos extraer de las décadas de construcción europea es que la unión nunca se ha construido en base a vetos, sino sobre una voluntad de acordar y dialogar», dijo Sánchez.

Merkel, por su parte, estuvo de cuerdo en la necesidad de cerrar el acuerdo antes de fin de mes. Fuentes de la Cancillería de Berín dejan entrever que, si no se logra en los días 17 y 18 de julio, quizá habría que convocar otra reunión de jefes de gobierno antes de la pausa estival. «El tiempo apremia», insistía la canciller alemana, que reconoció que «hay todavía opiniones muy distantes» pero no perdió la esperanza de «encontrar unidos soluciones».

Durante esta breve comparecencia, Merkel no mencionó ni uno de los puntos de fricción. Esta Merkel no es la Frau Nein que conocimos en la anterior crisis, para empezar porque Alemania ocupa la presidencia por turno de la Unión y adoptará, como corresponde, un papel más neutral, de tender puentes. Entre las sugerencias para que España, junto con Italia, convenzan a los «frugales», Alemania propone que las transferencias vayan ligadas a programas nacionales de competitividad, o que la devolución de la deuda se haga en un periodo de 20 años, en lugar de los 30 que ha propuesto la Comisión Europea. Merkel insiste en la necesidad de las cláusulas de control sobre en qué se gastarán el dinero del Fondo de Reconstrucción los países que se beneficien de él. Es en estos puntos donde cobra todo su significado ese «España hará todo lo necesario para lograr un rápido acuerdo», en el que se intuye la voluntad de Sánchez, pero no exactamente a voluntad de sus socios de coalición.

También tratando de agradar, y a buen seguro consiguió ese objetivo, Sánchez cantó alabanzas al modelo de economía social de mercado alemán, que en su exposición extendió al resto de Europa. «Tenemos que anticipar muchos de los cambios que se han acelerado», dijo parafraseando a Merkel, «y si respondemos a ellos con prontitud haremos nuestras economías más resilientes. Por ejemplo el cambio climático. Por ejemplo la digitalización. Y la preservación y fortalecimiento del mercado único, las relaciones comerciales y el compartir prosperidad que hemos construido a lo largo de estos últimos años».

La canciller alemana, en cambio, omitió este, su propio discurso, y se refirió una y otra vez a la última propuesta de Michel, desde el Consejo Europeo, al que la ministra española de Exteriores ha estado poniendo peros en público. Sánchez, finalmente, situó históricamente la crisis a la que nos ha arrastrado la pandemia, seguramente para justificar las cesiones que parece dispuesto a hacer. «La canciller dice a menudo que Alemania se encuentra ante su mayor reto desde la II Guerra Mundial,” comparó, “desde luego en España no hemos encontrado una situación tan inédita desde la Guerra Civil, en siglo pasado».
Source: ABC

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