La transformación eléctrica empieza por los tejados

Con la derogación a finales de 2008 del llamado «impuesto al sol», que dificultaba y desincentivaba el desarrollo de la energía solar fotovoltaica y el autoconsumo eléctrico en España, se abrió el cielo -por así decirlo- para un sector hasta entonces con una invalidante nube negra encima. Junto al reconocimiento del derecho a autoconsumir energía sin peajes ni cargos y el consumo compartido por parte de uno o varios consumidores, se establecía también por primera vez la posibilidad de lo que se conoce como «compensación simplificada», un sistema que permite descontar de la factura de la luz los excedentes, es decir, la energía sobrante que producen las placas solares y que no puede consumirse en el momento. Corrigiendo lo que desde el sector se señalaba como una anomalía -Alemania, con mucha menos exposición solar que España, contaba en ese momento con diez veces más instalaciones que nuestro país- se abría también, como un haz de luz, una nueva, y rentable, perspectiva de negocio.

«La derogación de 2008 fue clave», reconoce en conversación con ABC Carlota Pi, presidenta ejecutiva y socia fundadora de Holaluz, la comercializadora 100% verde nacida en 2010 que, en su debut en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) en noviembre de 2019, se marcó como objetivo dentro de su plan de negocio alcanzar en 2023 el millón de clientes y las 50.000 instalaciones fotovoltaicas. En su último ejercicio ingresó 208,8 millones de euros, con un Ebitda de 2,61 millones.

«Revolución»
El motor sobre el que se sustenta tal objetivo tiene, de entrada, un buen gancho a nivel de marketing. La «revolución de los tejados» lo llaman en Holaluz, o lo que es lo mismo, el intento de transformar el máximo número de metros cuadrados de azoteas y cubiertas ahora infrautilizadas en España en energía verde, convirtiendo en pequeños productores, en una primera fase, a los propietarios de terrazas de uso privativo, y, en una segunda, a las comunidades de vecinos o empresas.

«Estamos en la fase inicial de lo que entendemos que es un cambio de paradigma que transformará para siempre el modelo de generación de energía eléctrica, pasando de un esquema centralizado y no renovable, a otro renovable y que combina la generación centralizada con la distribuida. Tener placas solares se convertirá en un estándar de vida», añade Pi.

El potencial de metros cuadrados que serían aprovechables en España, estima la compañía, permitiría p
asar del actual 39,3% de producción eléctrica renovable (datos de 2019) al 81%. Por encima de lo que propone para España en 2030 el Plan Nacional Integrado de Energía yClima, que aboga por que las renovables aporten el 42% de la energía final en nuestro país y el 74% de la electricidad. Más allá, para 2050, el objetivo global es llegar al 100%.

Estos son los números globales, unos objetivos y un potencial que, a nivel particular, por ahora, se van a traducir en una realidad mucho más prosaica: un ahorro mensual medio del 15% en la factura eléctrica y gasto cero de instalación.

La propuesta que lanza Holaluz consiste en la instalación y gestión gratuita de placas solares por parte de la compañía a cambio de un descuento fijo mensual que puede oscilar en función de las características del espacio. La instalación, propiedad de Holaluz, pasa a nombre del cliente al cabo de quince años, cuando se estima que la instalación puede alcanzar una cuota de ahorro de entorno el 63% mensual. «El principal freno de los particulares a la hora de instalar placas es el coste inicial», reconoce Pi, convencida del éxito de una iniciativa que entiende disruptiva y claramente rentable y estratégica: para el cliente, y para Holaluz.

Salida a Bolsa
Una de las razones que explican la salida al MAB de Holaluz y la ronda de financiación previa fue precisamente conseguir el músculo financiero para acometer la inversión necesaria que requiera pasar de ser distribuidores a también productores: «Compramos la energía a 1.000 productores verdes y la distribuimos a 239.000 familias que tenemos repartidas en toda España. Ahora damos un paso adelante». Para el citado paso estiman un mínimo unos 275 millones de euros para las 50.0000 instalaciones que se quieren alcanzar en 2023 (unos 5.500 euros de media cada una).

«La salida al MAB no era un capricho claro. Este es nuestro plan», insiste la presidenta de la compañía que fundó en 2010 junto a Oriol Vila y Ferran Nogué, socios, amigos, ingenieros los tres, desde que se conocieron en el MBA del IESE, y con quienes sigue compartiendo la idea de hacer compatible una firma bien gestionada y rentable con el propósito social -«visión», le llama ella- de lograr «un mundo 100% renovable».

En el horizonte, el paso de Holaluz del MAB al mercado continuo, un propósito para el que no ponen fecha pero que tampoco quieren demorar en exceso. Por lo pronto, empiezan por los tejados.
Source: ABC

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