Un «plan renove» para reorientar el modelo productivo español

Ya en la Antigua Grecia, Heráclito sentó las bases de la idea de que todo está en constante cambio; todo fluye. El filósofo griego bien podría aportar alguna reflexión en estos tiempos de incertidumbre sobre lo que va a ocurrir. Utilizando su pensamiento, ahora podríamos hablar de que España como país seguirá estando en el mismo sitio, con su cultura y su tradición; no así, quizás, su esencia económica. Esa «nueva normalidad» que está tan en boca de todos trata de hacer referencia a que el mundo seguirá siendo tal, pero habrá cosas nuevas. Esas novedades podrían llegar en forma de un cambio brusco en el modelo productivo del país.

España es un país de servicios -igual que buena parte de las economías desarrolladas-. Según las cifras de Contabilidad Nacional del Instituto Nacional de Estadística referentes al PIB (excluidos impuestos y subvenciones), el peso de este sector fue del 74,11% en el primer trimestre de 2020. Casi tres puntos más que hace una década. La industria, por su parte, supuso el 17,16%, la construcción el 5,94% y la agricultura el 2,78%. En términos de empleo la dinámica es muy similar: los ocupados del sector servicios supusieron, en el primer trimestre, el 76,5% del total (frente al 73,5% de hace diez años). Además, analizando los datos por sectores más específicos, entre el comercio y la hostelería aglutinan el 23,7% del total de ocupados.

Todos estos datos contrastan con el manido objetivo de alcanzar un peso de la industria del 20% del PIB. De enero a marzo puede parecer que la estadística no está demasiado lejos de esa meta, pero esto se debe al efecto de la pandemia: la aportación de otros ámbitos como la agricultura o la construcción, y en menor medida los servicios, ha caído más de lo que lo ha hecho la industria, impulsando el dato relativo en alrededor de dos puntos frente al peso de esta última en el trimestre anterior, que era del 15,4%.

El modelo de servicios -especialmente turísticos y de hostelería- no es reciente. Viene de hace varias décadas, de cuando España aún ni siquiera estaba en la Unión Europea. «Es bastante normal, y diría que hasta positivo, que una economía, una vez se va desarrollando, se terciarice. Ocurre en todos los países. En lo que se refiere a nuestro país, el desarrollo turístico empezó en los años 60, cuando España se abrió al exterior; entonces, surgieron destinos muy exitosos como Benidorm. Y en estos últimos años hemos visto que tenemos una ventaja competitiva muy clara que ha provocado que el turismo se convierta en un sector importantísimo», afirma Javier García Arenas, economista sénior de Caixabank Research. El clima, el «boom» de la conectividad, la entrada en Europa… todo influyó para que el país se focalizara cada vez más en este sector.

Nuevas oportunidades
La emergencia sanitaria del Covid-19 no ha hecho otra cosa que evidenciar que la salida de España de esta crisis que viene será más dura que la del resto por esa dependencia de los servicios, con hincapié especial en los visitantes extranjeros. Pero no todo son lamentos. Los expertos consultados por ABC coinciden en que ahora se abre una buena oportunidad para repensar el modelo productivo; no darle un vuelco y hacer una transformación integral, sino identificar qué sectores podrían aportar mayor valor añadido y dar equilibrio al conjunto del modelo. El cauce del río -parafraseando a Heráclito- será el mismo pero no así el agua que circule por él.

Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), destaca la necesidad de «cuidar» otros sectores más allá del turismo, pero sin olvidarse de esta rama de actividad tan importante en el desarrollo del país: «La mayor parte de los países desarrollados son países con gran peso del sector servicios y España no es una excepción, pero también hemos de cuidar otras actividades importantes y necesarias para el bienestar, como es una industria avanzada intensiva en tecnología e innovación y de alto valor añadido, para la que se debiera haber creado un clima de competitividad más favorable, con políticas industriales de carácter horizontal para favorecer el crecimiento del tamaño, la generalización de la innovación, la implementación de la digitalización y robotización y la apertura de los mercados exteriores de exportación». Un cúmulo de ámbitos en los que España podría hacerse fuerte cuando pase la emergencia sanitaria. Como ejemplo de éxito, tal como destacan las fuentes consultadas por este periódico, el
sector de la automoción, uno de los más punteros en nuestro país.

«Siempre hay que intentar aprovechar todas las crisis profundas para acometer aquellos cambios oportunos que se necesitan. Pero cambiar un modelo productivo no se hace de un día para otro», dice Gemma García Brosa, investigadora del Instituto de Economía de Barcelona y profesora de Economía de la Universidad de Barcelona (UB). En su caso estima que la crisis ayudará a la expansión de una tendencia que ya se venía produciendo: el uso de las nuevas tecnologías, la digitalización. Como ejemplo, el teletrabajo, antes impensable en muchas empresas y ahora ampliamente instaurado en la sociedad. García Arenas, de Caixabank Research, matiza que esto será una tendencia general: «Esta crisis del Covid-19 ha puesto de relieve la importancia de digitalizarnos y apostar por las nuevas tecnologías. Esto va más allá de sectores concretos y tiene que ser muy general. En febrero, en nuestro informe mensual, veíamos que el stock de capital tecnológico estaba por debajo de países como Francia y Alemania, pero está creciendo. En 10 años quizás podríamos alcanzar a esos países, de seguir la evolución».

Ideas ambiciosas fruto de los avances tecnológicos. Sin embargo, contrastan sobremanera con la inversión en I+D. Esta apenas fue del 1,24% del PIB en 2018 (14.946 millones), muy lejos del objetivo del 2%, donde se encuentra la media de la UE. Es más, en diez años se ha reducido en 12 centésimas de PIB.

Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), incide en que la digitalización será uno de los retos en los que España podría centrarse para avanzar hacia un renovado modelo productivo. Pero no es el único. Este experto añade el «reto verde» a la lista de oportunidades para nuestro país. Más aún teniendo en cuenta que este último será una de las palancas de desarrollo de la Comisión Europea y el Banco Central Europeo en el medio-largo plazo. En este sentido, García Brosa, de la UB, destaca que España tiene ante sí un nicho por explotar en las energías renovables, gracias a las condiciones climatológicas. En este sentido, nuestro país ya cuenta con «campeones» europeos como Iberdrola, Endesa o Naturgy, pero los expertos apuntan a que la importancia -y el negocio- del medio ambiente será ahora cuando empiece a tomar verdadera importancia en las economías.

El lastre del tamaño
Tecnología y «reto verde» se antojan como puntos clave en los que nuestro país podría focalizar su esfuerzo a futuro, para tratar de evitar una dependencia excesiva del turismo y los servicios. Aun así, el camino será largo. José Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) y profesor titular de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid, señala que el modelo está en buena parte en manos de la iniciativa privada: «Es la gente la que va eligiendo qué negocios abre. Es la actividad privada. Lo máximo que puedes desde el sector público es que el entorno económico sea el más adecuado para determinadas actividades, pero no puedes dirigir la actividad privada». En otras palabras, que si la población no cambia el chip, seguirán abriéndose bares y cerrando industrias. Asimismo, este último experto explica que podría tocarse la regulación del mercado laboral, por ejemplo, para no incentivar cierto tipo de actividades. España, con una alta temporalidad, escoge esta fórmula para empleos de bajo valor añadido en los servicios de hostelería y turismo, ligados en muchos casos al periodo estival. Y también se refiere a acometer reformas fiscales que hagan atractivas ciertos negocios.

A todo ello se une el lastre del cómo son las empresas españolas. El 94,4% de ellas tienen menos de 10 trabajadores, y solo el 0,12% cuentan con 250 o más empleados. «Las micropymes son un hándicap importante, pero también hay que pensar la relación entre el tamaño empresarial y los sectores que hay en España. Si lo que hay son bares, no son necesarias grandes empresas porque la mayoría serán autónomos; pero si cuentas con una industria tecnológica, el propio sector te lleva a crecer y tener grandes empresas», señala García Brosa, de la Universidad de Barcelona. Micropymes poco productivas, sin eficiencias ni economías de escala, a las cuales podría ponerse remedio orientando el modelo productivo hacia ámbitos de mayor valor añadido, de mayor formación, de mayor talento. Medio ambiente y digitalización son las pautas que llegan desde Europa para forjar los países del futuro; ahora queda por ver si España está dispuesta a recoger ese guante y aprovechar la reconstrucción que vendrá tras el Covid-19 para no volver a una dependencia excesiva del turismo y la hostelería.

Nuevos horizontes, pero sin olvidarse del turismo
España está en el top 3 de países receptores de turistas extranjeros. El clima, la gastronomía, la cultura… todo atrae al visitante foráneo. Todo ello son ventajas competitivas de las que dispone nuestro país y que, según los expertos, no debemos dejar de lado aunque haya que adaptar el modelo productivo a los nuevos tiempos.

Federico Steinberg, del Real Instituto Elcano, señala que «no debemos pegarnos un tiro en el pie, porque el clima que tenemos es el que es. No tenemos que olvidarnos del turismo sino sumar otras cosas». Se refiere a que la tecnología y el medio ambiente pueden ser parte de la España del futuro, pero esto no implica dejar de lado el turismo.

García Brosa, de la Universidad de Barcelona, explica que el modelo turístico está llamado a cambiar. No pensar tanto en la cantidad sino en la calidad, lo que implica reorientar la oferta de servicios y adaptarla al mundo actual. El sol y playa son los atractivos de España en verano, pero esta experto destaca que quizás lo que habría que hacer es potenciar otros ámbitos como la cultura o la gastronomía.
Source: ABC

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