La venda antes que la herida

El PP ha decidido adelantarse a las actuaciones del Gobierno y responder de entrada a sus intenciones. La idea es buena, aunque ya sabemos que con este Gobierno es muy probable que sus anuncios previos tengan poco que ver con lo que al final haga. Por ejemplo, está muy bien recordarle la obligación de
cuidar los aumentos del gasto social
y cumplir los acuerdos alcanzados en Bruselas en materia de déficit público. No solo por aquello tan romántico de honrar los compromisos, sino porque es lo que más le conviene a nuestra economía al ser la mejor garantía de su estabilidad.

Pero será una llamada inútil. Si hasta el mismo Rajoy tuvo poco respecto a los déficits -y, de momento y hasta que le adelante Sánchez, que le adelantará con holgura, es el presidente que más lo hizo crecer-, el combo social-comunista le tiene una manifiesta hostilidad. Las buenas intenciones de la vicepresidenta Calviño estallarán frente a las ansias ilimitadas de contento social de los recién llegados y las excelentes propuestas del ministro Escrivá para reducir el deficit del sistema de pensiones se volatilizarán al calor de sus pasiones redentoras.

Del mismo modo está muy bien proponer un nuevo acuerdo de financiación autonómica, pero es evidente que el presidente Sánchez no está en eso, ya que es incompatible con las exigencias de exclusividad catalanas y su impulso natural a satisfacerlas.

Los independentistas catalanes no desean ni pretenden un acuerdo global, tan solo quieren y buscan «su acuerdo». Es lo único que les interesa. Y así como hasta ahora ha sido el déficit público quien ha corrido con los gastos de todos los acuerdos anteriores, no será fácil que suceda lo mismo en adelante.

El «sudoku» autonómico empieza a parecerse a un juego de suma cero y no habrá autonomía que acepte las reducciones de ingresos que puedan ser necesarias para aceptar los incrementos catalanes. Llegar a cualquier acuerdo que pacifique a los Torra y los Junqueras será muy difícil, pero pretender que eso no penalice al resto será casi imposible. Todo ello suponiendo que acepten discutir sobre algo que no sea la amnistía y la autodeterminación que, visto lo visto, es mucho suponer. Probablemente demasiado.
Source: ABC

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