El emprendimiento juvenil se funde al calor de la reactivación económica

En los años centrales de la crisis el emprendimiento se anunciaba como El Dorado del empleo para los jóvenes, un lugar casi mitológico en el que abundaban todas las oportunidades que se negaban en un mercado laboral por cuenta ajena cerrado a cal y canto. Pero esa visión casi idílica apenas podía disimular el fuerte componente de necesidad que acompañaba a ese pequeño «boom» del autoempleo juvenil. Una vez recuperadas las constantes vitales de la actividad económica y frenada la sangría del paro, se ha comprobado que no era oro todo lo que relucía.

Al cierre del tercer trimestre de 2019, fecha de los últimos datos disponibles en la Seguridad Social, en España había 329.091 personas menores de 35 años que cotizaban por cuenta propia al Régimen Especial de Trabajadores Autónomomos (RETA), es decir, sin estar dados de alta en algún tipo de sociedad. En septiembre de 2008, el número de jóvenes autónomos se acercaba al medio millón (489.145 cotizantes). Un descenso de más de 160.000 personas, que se traduce en una caída porcentual del 32,7%.

Tendencia consolidada
Si se analiza el número de afiliados totales al RETA, la evolución es similar. Los 848.988 trabajadores al cierre del tercer trimestre de 2008 se han reducido ahora hasta los 516.214, un retroceso superior al 39% La tendencia no se revierte. En los últimos doce meses el RETA ha perdido otros 28.709 afiliados en esta franja de edad, 15.574 en el caso de los autónomos.

El punto de inflexión llegó en 2015, el kilómetro cero de la recuperación, lo que confirma que las renovadas raíces del emprendimiento juvenil no eran tan profundas ni las vocaciones empresariales demasiado sólidas

. «Creo que el comportamiento de la población joven frente al emprendimiento es una versión “acentuada” de la poca cultura de emprendimiento en nuestro país: una parte importante de los autónomos lo son por necesidad. De hecho si nos comparamos con el resto de la UE, estamos entre los seis países (junto a Portugal, Rumania y Grecia, entre otros) de la UE-28 donde la causa de ser autónomos es sencillamente “no alternatives for work”», explica Javier Blasco, director del Adecco Group Institute.

El desplome del emprendimiento juvenil se enmarca además en un contexto de freno en la actividad autónoma en general. «Hasta noviembre se han producido 497.111 bajas y solo 500.767 nuevas altas, cuando lo habitual en los últimos años es superar las 700.000 a final de año. Es una tendencia preocupante. Y es evidente que el freno es especialmente importante entre los menores de 35. Pero es una situación comprensible. El problema es que se había creado una burbuja de emprendimiento. Cuando teníamos unas tasas de desempleo juveniles más altas, todo el mundo quería de alguna manera maquillar esa situción. Y la manera de hacerlo era fomentar el autoempleo. Pero eso no se consigue así, el emprendimiento no se puede crear. Para comenzar un negocio se necesita primero un elemento fundamental, que es la experiencia profesional. Tener una buena cualificación no es una garantía. Eso los jóvenes lo saben, y prefieren empezar su carrera en el mercado de trabajo tradicional», explica Eduardo Abad, presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA).

«El emprendimiento no es sólo cuestión de vocación. Ni tampoco es un arte. Tiene más que ver con conocimiento y formación. Nuestros jóvenes han mejorado muchas competencias y conocimientos. Muchos son nativos digitales, más inclusivos, respetuosos con el medio ambiente y con la diversidad. Pero aún en España la mayor parte de la población universitaria y la ciudadanía en general desconoce los elementos más básicos para entender la economía, las finanzas o cómo abordar un proyecto de emprendimiento», coincide Javier Blasco.

«Es cierto que casi todas las medidas de emprendimiento se han destinado casi siempre a los jóvenes cuando, en realidad, las probabilidades de éxito y la madurez necesaria para emprender se adquiere con edades mucho más avnzadas y despues de haber tenido experiencias laborales previas», explica Celia Ferrero, vicepresidenta ejecutiva de la Asociación de Trabajadores Autónomos de España (ATA).

Contrato generacional
Empender por imperativo no es una buena estrategia, pero motivos de preocupación por la falta de relevo generacional en la actividad emprendedora no faltan. «Este envejecimiento en la población de autónomos es especialmente visible en el sector del comercio», explica Ferrero. La vicepresidenta de ATA plantea un «pacto entre generaciones» para frenar la sangría que supone el cierre de casi 5.000 negocios al años en España
por falta de sucesión empresarial.

«Muchos negocios no han modernizado su gestión, y eso ha agravado una crisis en el sector que se suma a los efectos que dejó la recesión. Pero hay comerciantes con negocios que llevan más de 20 o 25 años funcionando y de repente no tienen sucesión empresarial. Negocios que son viables y van a cerrar… Y por otro lado tenemos jóvenes que quieren emprender en un mundo que no conocen. Lo ideal seria que hubiera un suerte de contrato generacional, un plan de relevo para que el joven pudiera estar durante un tiempo acompañando al autónomo veterano, aprendiendo cómo funciona el sector y ayudándolo al tiempo a modernizar su negocio, para después continuar en solitario sin tener que empezar de cero», explica Ferrero.

Javier Blasco considera que este modelo de transferencia de conocimientos es aplicable a otros sectores, incluidos los más alejados de las actividades tradicionales. «Creo que debería fomentarse un emprendimiento más colaborativo, donde profesionales con experiencia, algunos ya jubilados pero con vocación de ayudar, guíen a los que empiecen. Si a ello se une una adecuada formación, las posibilidades de éxito serán mayores», asegura el director del Adecco Group Institute.

Es en este nicho, en las actividades de base tecnológica, donde el emprendimiento juvenil está emitiendo señales de vida en los últimos años. «Los jóvenes se están moviendo en esas realidades que ellos conocen perfectamente, hay mucho freelance que trabaja para empresas en proyectos concretos, pero es un perfil muy específico y concreto», asegura el presidente de UPTA.

Los síntomas de agotamiento del emprendimiento juvenil, y de la actividad autónoma en general, pueden encontrar algunas recetas reparadoras: «Hay que quitar rigideces en la regulación, burocracia administrativa, y dar más formación y soporte a quien vaya a emprender en materias básicas, como hacer un buen estudio de mercado, desarrollar una gestión adecuada de las inversiones y las finanzas o diseñar un plan de marketing digital, por poner varios ejemplos», afirma Javier Blasco.

Pero Eduardo Abad no se muestra muy optimista sobre el futuro a corto plazo de la actividad autónoma. «El mercado de trabajo por cuenta propia se está autoregulando. En los últimos años hemos creado una sobreoferta que la demanda y el consumo no son capaces de absorber. Si los jóvenes se siguen incorporando a los puestos de trabajo con un sueldo un 40% inferior al que cobraban los que se acaban de jubilar, el asunto son puras matemáticas», argumenta.

Mejora en las cotizaciones
A pesar de que la ralentización de la actividad emprendedora es un hecho, no todo son malas noticias en el ecosistema de los trabajadores autónomos. Según destaca un reciente informe de ATA, en la última década se ha producido una significativa reducción de los trabajadores por cuenta propia que cotizan por la base mínima: desde el 81,1% que lo hacían en septiembre de 2009 al 64,8% en el mismo año de este ejercicio. «Esta importante reducción se da como consecuencia de la cada vez mayor conciencia del colectivo de aumentarse la base de cotización en la medida de lo posible y al significativo aumento de los cotizantes autónomos mayores de 55 años», resalta ATA.

El informe también destaca que el número total de autónomos ha crecido en 104.851 trabajadores en la última década, pero con un comportamiento geográfico desigual que deja nueve comunidades, las más castigadas por la despoblación, con «importantes» descensos. «Cuando en un pueblo se cierra un pequeño negocio o se dejan de ofrecer servicios profesionales el pueblo muere, y cuando no se dan oportunidades reales de emprendimiento, los jóvenes se marchan y las actividades y negocios pierden toda la posibilidad de clientes», asegura el presidente de ATA, Lorenzo Amor.
Source: ABC

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *