El rating soberano de Portugal se fija en BBB con tendencia estable

La agencia de calificación española Axesor ha publicado el ‘rating’ soberano de Portugal: BBB con tendencia estable. Se trata de la primera medición de este tipo que realiza la firma en el país vecino, que certifica “la recuperación económica hasta niveles pre-crisis, los resultados del esfuerzo de consolidación fiscal y de las reformas estructurales acometidas, al tiempo que refleja el potencial de la demanda interna para sustentar el crecimiento”.

No obstante, la moderación de las exportaciones, la ralentización del consumo privado y “el fin de la política monetaria acomodaticia del Banco Central Europeo” se unen a la elevada deuda pública como razones que frenan una calificación más alta para la República lusa, gobernada por los socialistas y que vive en octubre de este 2019 sus próximas elecciones legislativas.

Axesor proclama: “Las inversiones se han reactivado en el contexto del Plan Portugal 2020, aunque con una moderación de la perspectiva de crecimiento para 2019 hasta el 1,8”. EL IPC se fijará en torno al 1,5% al final del año en curso, mientras que la tasa de paro descenderá hasta el 6,3%, un nivel inalcanzable para España por lo bajo que es (aunque los sueldos son mucho menores en el país vecino, donde el salario mínimo es de 600 euros).

La calificación de BBB para Portugal implica que “el marco institucional es sólido y garantista con la libre evolución de las relaciones económicas”, pero la compañía española subraya: “Buena parte del déficit público luso se explica por las ayudas a la banca, como los 3.944 millones de euros destinados en 2017 a la recapitalización de Caixa Geral de Depósitos”.

Pero la deuda pública se situará este año en el 118,4%, un indicativo que mejora sustancialmente el porcentaje de 130,6% en 2014, pero que aún despierta los recelos de Bruselas.

En este sentido, el informe de Axesor, con sede en Portugal desde 2016, determina: “Una cuarta parte de la deuda pública corresponde a los fondos percibidos por el rescate financiero, con un saldo vivo actual de 56.300 millones de euros”.

Precisamente, los esfuerzos de la República presidida por el conservador Marcelo Rebelo de Sousa permitieron que Lisboa saldara recientemente su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) al pagarle los últimos 4.700 millones de euros que debía a la institución dirigida por Christine Lagarde. Hasta el punto de que depositó la cantidad antes del 31 de diciembre, lo que se tradujo en que el país vecino pudo ahorrar 100 millones de euros en intereses.

Ya en 2017 fueron capaces de restituir al Fondo Monetario Internacional 10.000 millones de euros. La recaudación interna gracias a los cada vez más altos impuestos indirectos allana el terreno para estas devoluciones anticipadas, que han hecho posible un ahorro conjunto de 1.160 millones de euros.

El talón de Aquiles de la deuda pública se situó el año pasado en 251.100 millones de euros, en parte porque el mes de octubre vio cómo el déficit de las administraciones subió 2.100 millones de euros, a causa de la emisión de obligaciones del Tesoro, según confirmó el Banco de Portugal.

Los deberes que tiene pendientes ahora Portugal se centran en devolver las cantidades que aún debe a la Unión Europea, que puso en juego 52.000 millones de euros para que la quiebra no asomara y acercase al país vecino al abismo financiero en toda regla. Parecía que se iba a repetir en Lisboa la curva descendente de Atenas, pero el tiempo ha demostrado que la vía lusa no iba del todo mal encaminada.
Source: ABC

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