¿Todo tiene arreglo?
Una pareja acude con su precioso bebé de seis meses a la consulta del pediatra para una revisión rutinaria. Nada más ver al niño, el doctor hace un comentario jocoso sobre las orejas de soplillo del pequeño para, seguidamente, «tranquilizar» a los progenitores: «No pasa nada, cuando cumpla cuatro años se las operamos». Esta anécdota –real, por otra parte– ilustra lo normalizado que está el uso de la cirugía plástica en nuestro país. ¿De verdad hay necesidad de que todos tengamos las mismas orejas? ¿Nadie se plantea la remota posibilidad de que este niño crezca contento y sin complejos? Al margen de lo poco oportunoSeguir la noticia