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    Categories: Economía

Movilidad multimodal: la sinfonía del transporte conectado coge ritmo

Coches privados, autobuses, taxis, VTC, motos, bicicletas, patinetes, vehículos compartidos… son las piezas que conforman el puzle de la movilidad en las ciudades. La dicotomía automóvil particular versus transporte público ha dejado paso a un abanico amplísimo de posibilidades. A nadie le extraña, por ejemplo, que un usuario use el patinete eléctrico para llegar a un intercambiador donde después toma un autobús que le deja en la puerta de su lugar de trabajo. El futuro pasa por la multimodalidad, un concepto que pulula en el ambiente desde hace años y que consiste en desplazarse en un mismo trayecto en varios medios de transporte.

En el objetivo, el bienestar de la ciudadanía y también de las metrópolis: «Las ventajas para los ciudadanos radican en la mayor facilidad para trasladarse de un punto a otro, ahorrando tiempo e inconveniencias. Adicionalmente, estos modelos tienen el potencial de reducir el tráfico urbano, las dificultades de estacionamiento y hacer un uso más eficiente y eficaz de los diferentes medios de transporte y, por tanto, mejoran la sostenibilidad», asegura Xavier Ferre, socio responsable de Automoción y Transporte de EY.

La concepción de movilidad imperante hasta ahora queda obsoleta. «El método tradicional de un solo medio de transporte no sirve, es más óptima una combinación, sobre todo cuando vamos de una parte densamente poblada de la ciudad a otra que no lo es», asegura Ramón Ledesma, asesor de la consultora Pons Seguridad Vial. Aporta un dato: «Hasta 5 kilómetros a la redonda la mejor opción es el patinete, entre 10 y 15 kilómetros la bicicleta y, a partir de 10, es la motocicleta o el vehículo el que hace más eficiente el desplazamiento».

Para lograr la implantación de este modelo se precisa concienciación social acerca de la importancia de recurrir a un mix de medios de transporte. «La pandemia ha acelerado el proceso de digitalización, y a su vez, cuando hemos visto aceras demasiado estrechas para mantener la distancia de seguridad o entornos pensados más para el coche que para las personas nos ha hecho reflexionar de nuevo sobre cómo nos movemos en la ciudad. Debemos pensar las ciudades más desde el bienestar del peatón que desde el fluir del vehículo», señala Pablo Hermoso, presidente de la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI).

Los expertos coinciden en que es una tendencia imparable. «Disponer de soluciones de movilidad será un factor competitivo elemental en el posicionamiento de las ciudades en el corto plazo. Entre los puntos claves para el éxito de estas iniciativas está la colaboración público-privada para la definición de ecosistemas globales, con la inclusión del transporte público, y las arquitecturas tecnológicas que permitan la integración y evolución de estos servicios», defiende Ferre.

Además, la revolución es necesaria ante las problemáticas que azotan los núcleos urbanos. Una de ellas, los elevados niveles de contaminación. Otra tiene que ver con la propia evolución de la población. «Las necesidades de movilidad son más ingentes hoy que hace 20 años y eso provoca colapsos en las infraestructuras. Ampliarlas ha funcionado a veces, pero en Los Ángeles, un caso paradigmático, cuantos más carriles de acceso a la ciudad había, más personas se trasladaban a vivir lejos, con lo que se acaban colapsando igual», recuerda Rubén Cánovas, gerente responsable de ciudades inteligentes en Everis. Según la OCDE, en 2050 la población mundial ascenderá a 9.000 millones de habitantes, el 70% de los cuales vivirá en centros urbanos, algo que, en términos de movilidad, no es buena noticia. Un tercer punto importante, identifica Cánovas, son las nuevas modalidades de transportes (‘carsharing’, ‘bikesharing’, ‘motorsharing’…): «Se da la circunstancia de que hay unos condicionantes que nos obligan a hacer el cambio y una serie de nuevas opciones que permiten moverse de una manera más líquida».

Para que todas estas bondades teóricas se materialicen en el día a día habrá que afrontar diversos desafíos. Sergio Diez, director del madrileño Hub de Movilidad Conectada, destaca que se requiere, antes que nada, crear un ambiente colaborativo público-privado, así como conseguir cercanía entre todos los servicios «para que cuando alguien llega en bus o metro hasta un sitio, pueda coger una moto o una bici para hacer la última milla». Menciona también la interoperabilidad, de modo que con una tarjeta de transportes única se pueda acceder a cualquier servicio con una tarificación mensual. El siguiente paso es la compartición de datos para optimizar todo el sistema. «Aquí el problema está en que hay operadores que no quieren compartir sus datos», dice.

Sin embargo, es este un aspecto fundamental, tal y como afirma el presidente de la RECI: «La gestión adecuada de los datos de los diversos operadores para que interoperen y ayuden a tomar las mejores decisiones es el gran desafío. Los sistemas deben poder ‘hablar entre sí’, la interoperabilidad es esencial, y también la claridad a la hora de ofrecer la información al usuario para que pueda utilizar de la mejor manera posible todos los medios de transporte disponibles».

Papel de la tecnología
Se necesitarán, sí o sí, plataformas tecnológicas que integren las diferentes opciones disponibles, tanto públicas como privadas. «La movilidad como servicio va a ser una de las grandes revoluciones del sector. Será la encargada de proporcionar una oferta integral para el usuario, facilitando la contratación de un viaje de principio a fin, en una ventanilla única. Esta solución se sustentará sobre una plataforma intermodal que integre a todos los actores involucrados, ofreciendo servicios más allá de lo que conocemos como movilidad tradicional», asegura Gustavo Samayoa, responsable de Industria y Movilidad en Accenture en España. Cita el plan de Renfe que, a través de la plataforma ‘Renfe as a Service’, busca orquestar e integrar una oferta extensa de servicios, incluyendo no solo los propios, sino también los servicios públicos y algunas propuestas privadas, con el objetivo de facilitar los desplazamientos puerta a puerta.

El éxito de la movilidad multimodal dependerá también de que se consigan una serie de objetivos. «En primer lugar, su adopción por parte de los ciudadanos, ofreciendo soluciones fiables, fáciles de usar e integradas con el sistema de movilidad. En segundo lugar, la atracción de nuevos agentes que sean capaces de mejorar la oferta de servicios y, por tanto, atraer a nuevos usuarios, creando así el círculo virtuoso necesario, para el desarrollo de negocios de plataforma sobre los que se sustenta la movilidad. Por último, ser capaces de crear una movilidad que agregue valor desde el punto de vista medioambiental, individual, social y económico, con foco en asegurar la rentabilidad y sostenibilidad de los servicios», dice Samayoa.

¿Y dónde veremos implantadas estas propuestas? En su opinión, la mayoría comenzarán desplegándose en las grandes ciudades. «Estos núcleos urbanos deben servir como banco de pruebas para decidir qué soluciones son aplicables al resto de municipios de una manera eficiente para minimizar la brecha digital», agrega. En cambio, Pablo Hermoso considera que «la brecha digital, más que entre ciudades, se puede producir entre ciudadanos que son capaces o no de utilizar bien determinados servicios de movilidad, por su mayor o menor pericia en el uso de la tecnología».

Si bien es cierto que nuestro país está considerado como un referente mundial en ‘smart cities’, en el área de movilidad queda trabajo por delante. «En España, a pesar de los esfuerzos realizados para mejorar la movilidad urbana en muchas ciudades, a día de hoy, no estamos en una posición de referencia a nivel mundial. Esto es debido a la alta complejidad del problema que hemos de solucionar y a la necesidad de acometer una transformación más holística del sistema de transporte urbano completo en contraposición de las medidas tácticas», dice Ferre. Aun así, hay quien tiene una visión algo más optimista. «Estamos en la senda correcta y se están haciendo los proyectos que tocaban. Países como Japón o Alemania tienen el camino más andado, aunque estamos avanzados, por ejemplo, respecto a Estados Unidos y a años luz de América Latina», subraya Rubén Cánovas.

Y, en cuanto a inversiones, son muchas las empresas que están destinando recursos para acometer la transformación de la movilidad. «La inversión en este cambio de modelo será cada vez mayor y solo los operadores que tengan en su agenda la responsabilidad social podrán llegar a buen puerto en su destino final», defiende Ledesma. Por su parte, Cánovas apunta que «existen operadores que se están posicionando, desde Europa hay una clara estrategia para avanzar hacia este modelo y las inversiones públicas van ir en ese sentido».

Los negocios de plataforma sobre los que se sustentan la mayoría de los servicios de movilidad, incide Samayoa, «requieren inversiones continuas para el desarrollo de la tecnología y la generación de una masa crítica de clientes, que consuman los servicios de manera recurrente para establecer una línea de ingresos rentable y sostenible». La crisis provocada por el coronavirus, eso sí, ha hecho estragos. «Se ha notado cierto estancamiento del apetito inversor, aunque en los últimos meses ya se percibe un repunte, especialmente alrededor de las soluciones de movilidad eléctrica». Los fondos europeos de reconstrucción se presentan como una oportunidad: «Este tipo de iniciativas deben aprovechar toda la potencia de los fondos de la Unión Europea para impulsar los proyectos de país alrededor de la movilidad».

Será un nicho que requerirá fuertes inversiones, pero Ferre piensa que «será más relevante que la regulación a nivel municipal permita el desarrollo y evolución de estas soluciones», ya que «gran parte de estas inversiones se producirán ante la necesidad de transformar las compañías de transporte público para adecuarlas a un mundo digital y de coordinación con el sector privado».

El presidente del Hub de Movilidad Conectada, que ha trabajado durante 2020 con más de 20 empresas de movilidad que prestan sus servicios en Madrid en el Manifiesto de la Movilidad Multimodal, reconoce el reto colosal que supone la implantación de la multimodalidad, entre otras cosas, por la resistencia de los operadores a compartir los datos. «Hay una visión compartida sobre que hay que fomentarlo, pero también existen tiras y aflojas», resume. La llegada de los fondos europeos, dice, acelerará el proceso de colaboración porque habrá convocatorias que les obligarán a trabajar en común.

El ejemplar escenario vienés
Más allá de nuestras fronteras, existen ciudades referencia. En Viena se ha creado un consorcio público-privado de plataforma multimodal donde están representados todo tipo de operadores de movilidad. «Por ejemplo, el usuario utiliza un autobús, el metro y alquila un vehículo para ir a la montaña, pero solo hace una reserva. La plataforma le cobra en un pago único y luego internamente distribuye la factura entre los distintos medios de transporte», explica Cánovas. La información que tienen estas plataformas sobre cómo se mueven los ciudadanos y sus intereses «puede ayudar a hacer análisis para saber, por ejemplo, si hay que reforzar una determinada línea de autobuses e incluso para dar servicios más proactivos al ciudadano». Aquí el papel de la colaboración público-privada es clave: «Si quieres ofrecer un mejor servicio tienes que ser ambicioso y meter dentro de la coctelera al sector privado».

Renfe abre una vía hacia la máxima integración y la diversificación
Un usuario quiere ir desde su casa de Madrid al Parque Güell de Barcelona. Puede que necesite tomar un autobús hasta la estación de Atocha para subirse al AVE que le dejará en la estación de Sants, desde la que tendrá que coger el metro y andar 10 minutos hasta llegar al mítico espacio diseñado por Gaudí. Herramientas como Google Maps hacen posible planificar el viaje, pero la persona tiene que sacar cada billete por separado, usando diferentes aplicaciones.

Este procedimiento va a cambiar gracias a la iniciativa ‘Renfe as a Service’, mediante la que el operador ferroviario integrará en una misma plataforma diferentes modos de transporte (tren, bicicleta, metro, autobús, carsharing’, patinete, avión, etc.) que permitirán al cliente una solución de primera y última milla para organizar su viaje de principio a fin a través de un pago único y sin salir de la app. Renfe ya ha licitado el concurso para seleccionar un socio tecnológico y comercial para desarrollar la plataforma, mediante un modelo que incluye un coste fijo más variables en función del éxito del proyecto.

La solución se probó cinco meses como experiencia piloto entre Madrid y Barcelona con los clientes que utilizaban de forma más intensiva los servicios de tren, y en nueve meses está previsto el despliegue del ‘MVP’ (producto mínimo viable) en 11 ciudades españolas. «La prioridad serán aquellas con mayor número de operadores de movilidad y que a su vez tengan la suficiente madurez tecnológica para poder integrarse», explica a ABC Sonia Segade, responsable de Transformación Tecnológica de Renfe. En un año y medio funcionará en un total de 26 ciudades, a las que se irán sumando más. «Esto requiere muchísimas alianzas público-privadas porque además de ofrecer una plataforma inclusiva, en la que cualquier operador de transporte se puede integrar, tenemos que trabajar con cada uno de estos consorcios para que preparen sus sistemas tecnológicos para poder integrarse con una plataforma». En una siguiente fase incorporarán también servicios auxiliares (alojamiento, restauración, ocio) que complementarán el viaje y que se podrán reservar dentro de la propia aplicación. Renfe aspira así a convertirse en «un gran operador de movilidad y tener relevancia en el cambio de paradigma de lo que llamamos la movilidad 4.0».

En el contexto marcado por el Covid, el proyecto cobra especial relevancia. «Creemos que va a ser una palanca para reactivar la demanda», asegura Segade. Con ello, Renfe da un paso decidido hacia una mayor diversificación. «Hay una parte importante de volumen de negocio que va orientado a esta plataforma. Pensamos que se generarán 1,8 millones de nuevos viajes en cinco años y, en nuestro mejor escenario, hablamos de 61 millones de euros de beneficios en cinco años adicionales a los que tiene ahora la compañía», cuenta Segade. Aunque el proyecto formaba parte del plan estratégico de Renfe y tenía presupuesto aprobado, aspiran a captar fondos europeos. «Lo hemos incorporado dentro de las peticiones de los fondos europeos porque cubre los ejes que piden: transformación, inversión, sostenibilidad…», indica Segade.
Source: ABC

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