Como suele ocurrir con frecuencia, todo el proceso de aprobación, desde su propuesta inicial hasta la votación final, ha sido kafkiano. La rapidez de su tramitación se ha justificado por la sentencia que declaraba inconstitucional la fórmula anterior del complemento. Si lo era por discriminar a los hombres (¡que disgusto se habrá llevado la ministra Irene Montero!) esta reforma discrimina a las familias por el número de hijos, lo que no parece un gran avance en el imperioso camino hacia la igualdad. Luego está la votación. Al Gobierno le apoyaron los grandes progresistas que no acostumbran a poner límites a los derechos y a quienes nunca les asustan con el aumento de los gastos públicos.
Por el otro lado, PP, Cs y Vox que, en principio, son más cuidadosos con los gastos se mostraron contrarios al recorte, igual que el PNV. ERC y Bildu se abstuvieron. Ni lo apoyaron, por culpa de sus quejas en las transferencias prometidas, mezclando churras con merinas como suele ser habitual en el zoco de los votos, ni lo rechazaron por no disgustar en demasía al gobierno que apoyan y cuya caída temen. Total, el Gobierno salvado por la campana, pero acogotado hasta el final. El mejor de los escenarios posibles.
Sume un minúsculo alivio financiero en el sistema y un mayúsculo perjuicio para las familias y tendrá otro episodio esperpéntico de esta desnortada política que padecemos.
Source: ABC