Vale, aceptado. Pero no nos hagamos trampas. Los datos son buenos porque la comparación es, aquí sí, odiosa pues la hacemos con unos meses que han sido horribles para el empleo. Desde el pasado mes de mayo, cuando nos encaminábamos hacia el desconfinamiento apresurado, tan solo hemos recuperado 447.367 empleos que son la mitad de los que perdimos entre marzo y abril. Y eso sin contar con las 700.000 personas que tenemos «embalsadas» en los ERTE’s, que cuentan como afiliados y cuyo destino final -vuelta al empleo anterior o camino del paro nuevo-, no está nada claro. Total, tenemos a 3.776.485 personas en el desempleo que son 700.000 más que los registrados en el mismo mes del año anterior y medio millón más que en el de marzo, cuando el mercado laboral empezaba a aflojar, aún antes de padecer el maldito bicho.
Otro motivo de preocupación, que nos obliga a excluir el optimismo desaforado, es que la recuperación se ha producido en sectores como la educación, las actividades administrativas y los servicios auxiliares que cuentan con una gran presencia del sector público; mientras que la hostelería y el comercio minorista se desbarrancan con 67.000 empleos perdidos y la industria se recupera de manera excesivamente lenta.
Sin olvidar, claro, que hablamos de los datos de septiembre, cuando la segunda ola de la pandemia ya azotaba, pero antes de que entrasen en vigor las medidas de contención sanitaria con nuevas y, en algunos lugares, severas restricciones de la movilidad, cuyos efectos sobre el empleo volverán a ser nefastos, como ya lo fueron en la primera. Queda mucho trabajo por delante.
Source: ABC