Google, Yahoo, Facebook, Twitter, Amazon, PayPal entre otras tecnológicas han establecido su sede fiscal europea en Irlanda, que despliega acuerdos fiscales y tipos de Sociedades muy ventajosos -del 12,5%, frente al 25% de España o al 20,1% de media en la UE-. Si bien la idea de la Comisión Europea era que el aumento del presupuesto comunitario viniera acompañada de la creación de un impuesto a los servicios digitales, entre otros, la gran asignatura pendiente será la misma que en 2018: convencer a los países de ello.
La postura de Irlanda es cristalina. Donohoe se ha manifestado en contra de que la UE apruebe este impuesto y prefiere que sea en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la que también figura Estados Unidos, donde se apruebe esta clase de figura internacional. Una posibilidad lejana, ante el distanciamiento entre la Administración de Donald Trump con esta idea.
Pese a que la Comisión Europea se muestra firme en este punto, no ayuda a la posición del Gobierno español. El Ejecutivo de Pedro Sánchez defiende aprobar ya este mes el impuesto -y ha pedido habilitar el Congreso de los Diputados a tal fin- por lo que puede entrar en vigor ya en octubre. España sería así el primer país en tener listo un impuesto que está pensado como arma de presión política para que el resto de Europa reaccione y, de hecho, hasta finales de diciembre no cobraría un euro a las tecnológicas en España cogiendo únicamente como periodo el último trimestre.
Precisamente, Estados Unidos ha suspendido las negociaciones sobre este impuesto en la OCDE y con España, Francia, Italia y Reino Unido y ha amenazado con aprobar aranceles a estos países si siguen adelante con su intención de aprobar impuestos digitales similares de forma unilateral.
Donohoe ha rechazado en numerosas ocasiones que los países europeos aprueben impuestos similares de forma unilateral. La intención de la UE es que si la OCDE no aprueba un impuesto global este año, vuelva a la carga. El FMI llamó ayer a retomar las conversaciones en el seno de la OCDE pero el pulso entre Europa y EE.UU. sigue vigente.
Source: ABC