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    Categories: Economía

Se acaba el estado de alarma, no el riesgo

El estado de alarma llega a su fin y habrá quien tenga la sensación de que se ha superado la pesadilla. Pero, aunque la situación sanitaria haya mejorado mucho, no podemos olvidar que el levantamiento de restricciones en bastantes países se debe sobre todo a motivos económicos. Y corremos el riesgo de hacerlo demasiado pronto, porque la amenaza sigue ahí.

La cifra mundial de infectados no para de crecer, con incrementos diarios que muestran continuos récords. El número de casos «oficiales» se aproxima ya a los 9 millones, aunque hay muchísimos más no constatados. Afortunadamente, en España y en nuestro entorno europeo cercano, la tasa de crecimiento diario ha bajado al 0,1-0,2%. Pero, en bastantes países emergentes, la situación está descontrolada. Así, por ejemplo, Brasil, Chile, Colombia o Argentina muestran crecimientos del 3/4%. Y lo mismo ocurre en otros orientales (India, Pakistán, Arabia Saudita …) e incluso africanos (Sudáfrica, Egipto…). En realidad, la enfermedad se está propagando intensamente en países que representan el 60% del PIB global. Y, según el Banco Mundial, 2020 será la primera vez en 60 años en que caiga el PIB en los países emergentes. Un desastre.

Precisamente, esta circunstancia afecta especialmente a algunas relevantes empresas españolas que tienen importantes negocios en América Latina, cuyo PIB se verá muy lastrado. Por ejemplo, Brasil es el segundo país del mundo con más infectados (un millón) y constituye el principal negocio del Santander y Telefónica. México, el auténtico sostén del BBVA, se sitúa en la última semana como el 3º país del mundo con mayor número de fallecidos oficiales (los reales podrían ser bastantes más). Otras, como Inditex o Iberdrola, sufren también en diversos países. Por no hablar de IAG (Iberia). Así que lo que en la crisis de 2007 fue una protección –la diversificación en emergentes– podría ser ahora incluso un factor de agravamiento.

Pero, claro, también las empresas cuyo negocio se centra en España lo tienen muy difícil, porque somos uno de los países más afectados en términos económicos y no recuperaremos el PIB de 2019 al menos hasta 2022, perdiendo así tres años. Una consecuencia colateral de todo ello, por cierto, es que podríamos ver una aceleración de procesos de integración empresarial (fusiones bancarias, energéticas …).

Según el Banco Mundial, 2020 será la primera vez en 60 años en que caiga el PIB en los países emergentes

Los mercados de renta variable habían acogido, en principio, positivamente las medidas de vuelta a la normalidad en diversos países desarrollados. Pero han bastado las noticias de rebrote del virus en algunas latitudes para que hayamos visto serias correcciones de precio en los activos, siempre dentro de la extrema volatilidad que hay en esta crisis. Es evidente que, con máximos mundiales de incremento de contagios, la evolución bursátil puede encontrar serias dificultades.

Además, en España, la política cambiante de nuestros gobernantes no induce precisamente a la mayor confianza. Hemos pasado de descartar al principio que en nuestro país pudiéramos tener una seria epidemia, a actuar con retardo perdiendo un tiempo fundamental, a protagonizar luego el confinamiento más restrictivo de nuestro entorno, y ahora a las puertas abiertas al turismo para moderar el descalabro económico. Todo ello, mientras los datos estadísticos sobre el impacto de la epidemia han sido insuficientes y con repetidas discontinuidades, para desesperación de los analistas de series temporales.

El turismo y la relación con Latinoamérica son un gran factor de riesgo y la importación de casos constituye nuestra espada de Damocles. Deberíamos aprender de cómo gestiona China –y otros países orientales– la situación, en lugar de mirarlos por encima del hombro. Y tomar todas las precauciones. Por un lado, las preventivas donde, aparte de la actuación individual, sería básico que la apertura de fronteras al turismo se hiciera con certificado sanitario –es decir, PCR previo– como pide el economista Miguel Sebastián. Y, por otro lado, la actuación imprescindible de rastreo y seguimiento cuando se detecten casos.

Y es que nunca he entendido la pretendida dicotomía entre primar la economía o la sanidad en esta crisis, porque no son actuaciones contrapuestas sino complementarias. Y, si no aseguráramos la segunda, aumentaríamos el tamaño del desastre en la primera.

Carmelo Tajadura es economista
Source: ABC

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