Todavía muchas personas utilizan el coche propio para evitar el transporte público, pero el riesgo es que vuelva muy pronto la contaminación y a congestionarse el tráfico. De ahí que el gobierno haya encontrado una fórmula para incentivar la compra de la bici: «Hasta el 31 de diciembre de 2020, para todos los residentes (siempre que sean mayores de edad) en ciudades con más de 50.000 habitantes, es posible comprar no solo bicicletas, e-bikes y scooters eléctricos, con un bono que cubre el 70% del gasto, pero que en ningún caso puede superar los 500 euros».
Las ciudades italianas se proponen también aumentar sus pistas para bicicletas. Actualmente solo hay 2.341 kilómetros. En 22 ciudades hay ya previstos planes para crear otros 2.626 kilómetros de pistas. En Roma está el proyecto del GRAB, la gran pista para bicis: 46 kilómetros, lo que constituiría una extraordinaria oferta para turistas, pero sería también una revolución para la movilidad urbana en una capital cuyo tráfico se hace cada día más difícil.
El estímulo del gobierno para la compra de bicis, además de contribuir a reducir el caos del tráfico y la contaminación, puede suponer también un impulso a la industria de las bicicletas, en la que Italia es líder en Europa. Ese sector contribuye con 12.000 millones de euros al Producto Interior Bruto (PIB) italiano. En Italia se venden 1,7 millones de bicicletas al año. El 19% de las bicis vendidas en Europa son de fabricación italiana.
En definitiva, los italianos, pensando en la bici, demuestran también así su capacidad de adaptación a la emergencia del coronavirus, según destaca el sociólogo Giuseppe De Rita, el fundador del Censis (Instituto de investigación socio-económica): «Los italianos son un pueblo que sabe adaptarse. Frente a una situación nueva busca de inmediato la mejor manera para seguir adelante. Baste un ejemplo banal de Roma: Una pequeña sociedad que alquilaba bicicletas por horas, ha encontrado el modo de asegurar el alquiler también por un mes».
Source: ABC