Crónica de una muerte anunciada: cae el presidente de Red Eléctrica

Arranca el famoso baile de sillas de la que podemos denominar ya segunda era Sánchez. ¡Y con uno de los suyos! Los peajes se pagan incluso en casa. Con más razón si me apuran. Yo te pongo, tú me lo debes y, además, me lo pagas con los correspondientes réditos y total obediencia. De hecho, ha sido una de esas crónicas de «muerte» anunciada desde sus inicios. Jordi Sevilla era elegido -a propuesta del propio Sánchez- como presidente de Red Eléctrica en julio de 2018 y, desde ese mismo instante, muchos auguraban su pronta salida. Ayer, saltó la noticia: decidía dejar el sillón presidencial de la que es aún hoy una de las empresas que están bajo el paraguas del Estado, a través de la Sepi (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, que cuenta con el 20% del operador del sistema eléctrico español ), por divergencias de parecer con la ministra de la cuestión. Ni está dispuesto a soportar más presiones políticas, ni mucho menos las continuas injerencias en sus decisiones por parte de la titular de la cartera de Transición Ecológica, María Teresa Ribera. Que apretaba aún más las tuercas al exministro haciéndole una auténtica pinza con su marido, Mariano Bacigalupo, consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Y es que desde los primeros compases de su estrategia al frente de la compañía energética, Sevilla intentó ir por libre. Lógico creer que podía. El presidente del Gobierno -también amigo- le había confiado uno de los puestos más golosos y mejor remunerados de los entes bajo el paraguas del Estado y de un sector que controla. El energético. Desde la independencia y la profesionalidad. Porque además no solo tendría que cumplir con un silenciado y futuro endurecimiento de la regulación del mercado. Estaba obligado a rendir cuentas con los accionistas y bonistas de Red Eléctrica, el 80% de su accionariado. Dos terceras partes de su capital, por cierto, en manos de inversores institucionales extranjeros. Se antojaba de obligado cumplimiento el retorno a los que ponen la pasta.

Desde su llegada, Sevilla se propuso pues compensar la previsión de caída brutal de ingresos derivada de las modificaciones del sistema de retribución del gas y de la electricidad decididas por la CNMC, con un programa muy riguroso y firme de inversiones, internacionalización y apuesta tecnológica. Para ello, lanzó su Plan Estratégico en 2019, que incluye inversiones totales de cerca de 6.000 millones de euros.

Su estrategia fue muy mal recibida por Ribera. El plan chocaba frontalmente con sus pretensiones al frente del Ministerio, en las que REE estaba llamada a desempeñar un papel fundamental como operador en la transición energética ideada por el gobierno socialista. El sueño verde abanderado por el PSOE, y después junto a Podemos, repleto de futuras «donaciones» de las empresas a la causa.

Desde el Gobierno restaron ayer importancia al asunto y hacen responsable directo de su salida al propio Sevilla, ya que «ha sido él, y solo él, quien no ha terminado de entender, ni asimilar», que el sueño verde social-comunista «exige una total concordancia» entre el Ministerio encargado del área de energía -bajo la batuta y atenta mirada de Ribera-, y el operador del sistema eléctrico. Algo con lo que Sevilla nunca ha estado conforme, puesto que bajo su razonable punto de vista la Sepi -de la que depende REE- está bajo el yugo de otro Ministerio… ¡el de Hacienda!

Quizás Sevilla haya pecado de ingenuo, por saberse de la confianza del presidente, que no ha salido a defenderle y mucho menos tras haber ascendido a su minitra a la categoría de vicepresidenta, que también recrimina al exministro las fuertes críticas al nuevo sistema de retribución propuesto por el superregulador.

Sevilla ni se siente obligado a ser marioneta de nadie, ni lo es. Ni nunca pensó que su alto salario tuviera que devolverlo hasta el último euro en forma de obediencia absoluta. Su retribución entre fija, variable, dietas y gastos, supera los 600.000 euros anuales.

En definitiva, el que fuera ministro de Administraciones Públicas -entre 2004 y 2007-, en la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, tendrá que abandonar su actual cargo -si hoy da el visto bueno el consejo de administración de Red Eléctrica- como presidente sin cobrar indemnización alguna ya que no tiene el blindaje como tal. De hecho, el informe de gobierno corporativo de REE recoge que Sevilla no tiene «claúsulas de garantía o blindaje» para casos de despido de los directivos de primer nivel.

La cuestión ahora está en quién le sucederá. De momento, se hará cargo el consejero delegado, Roberto García Merino, pero las cábalas ya han empezado. Muchos creen que además de ser una persona más afín a la ministra y al socialismo, será mujer. Algunos apuntan a Natalia Fabra, experta en el sector energético, e hija de Jorge Fabra (exdirector de Red Eléctrica y exconsejero de la Comisión Nacional de Energía), que perteneció al grupo de transición ecológica que presidía Ribera hasta ser nombrada ministra. ¡Hagan juego! Se admiten apuestas.
Source: ABC

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