X
    Categories: Economía

Los youtubers se sindican ante la política de retribución de la compañía

En la batalla por embridar a las grandes plataformas digitales van cayendo uno tras otro los gobiernos del planeta. Tanto desde el plano legal como desde el fiscal y financiero es como tratar de poner puertas al campo. Aunque quizá la perspectiva no deba ser la de los gobiernos sino la de sus propios proveedores. Un solo youtuber está indefenso frente a YouTube y las condiciones de la plataforma son como las lentejas. Las tomas o sales del negocio. Pero si se uniesen todos los youtubers que alimentan al gigante con su contenido a diario, el equilibrio de fuerzas podría cambiar. Y eso es precisamente lo que se ha propuesto Jörg Sprave, que con la ayuda del todo poderoso sindicato alemán IG Metall está federando a youtubers de habla alemana para hacer frente juntos al patrón digital. La nueva era digital laboral parece requerir una nueva forma de sindicalismo.

En una casa encaramada en una colina boscosa en el corazón de Alemania, Jörg Sprave construye sofisticadas armas de fabricación casera. Ballestas, arcos de flechas, tirachinas, cuyos prototipos presenta en vídeos de YouTube a través de un canal que cuenta con 2,41 millones de suscriptores. En solo unos años, este habilidoso hombre de 54 años ha hecho de su pasión por los lanzadores de proyectiles artesanales una actividad profesional y ha estado ingresando unos 6.000 euros mensuales como youtuber. Sin embargo YouTube, cuyo modelo de negocio se basa en anuncios publicitarios exhibidos antes o durante los videos, y que comparte estos ingresos publicitarios con los creadores más populares, considerados como «socios», se reserva sin embargo el derecho de valoración de los vídeos y a partir de 2017 castiga con menos retribución a los vídeos que considera «controvertidos». El resultado es que los ingresos de Sprave se han reducido a unos 1.200 euros al mes.

Entre 2012 y 2017, «éramos completamente libres en nuestro contenido y se nos pagaba sistemáticamente por lo que hacíamos, siempre que tuviéramos gente que nos miraba», protesta, «pero ante la disminución en los ingresos pagados por la plataforma estadounidense, estamos indefensos y nuestra única oportunidad es presentar un frente común colectivo». Sprave ha logrado ya federar a más de 26.000 usuarios de YouTube, con el apoyo de IG Metall, y confía en que la cifra siga aumentando. Su objetivo es denunciar la falta de «transparencia» en las nuevas normas de retribución establecidas por la plataforma y la falta de un contacto en YouTube o en su propietario, Google, para llevar a cabo negociaciones. IG Metal, por su parte, atento a las formas de trabajo que nacen con la tecnología digital, y ansioso por «involucrarse desde el principio» en la regulación de estos nuevos estatutos, ofrece todo su apoyo estructural y logístico para comenzar a reivindicar algún tipo de relación reglada éntrelos youtubers y la matriz, según uno de sus líderes, Robert Fuss.

Sprave defiende que «le gusta YouTube y quiero seguir haciendo este trabajo». Admite que teme «que los errores de gestión pongan en peligro la plataforma» y lamenta que en octubre Google se negase a reunirse con él, argumentando que no era representativo de los Youtubers. Se declara a sí mismo «neosindicalista», pero sus tácticas no han dado hasta ahora ningún resultado. Una campaña de activistas en la que ha estado involucrado denundió con cartas la sede de la compañía en California, pero no hubo respuesta. «Esta suficiencia podría costarle algún día muy, muy caro a YouTube», amenaza Robert Fuss, dispuesto a invocar el Reglamento europeo de protección de datos (RGPD) para exigir a la empresa que transmita los criterios de calificación que controlan los ingresos publicitarios de cada video y a acudir a los tribunales para solicitar una reclasificación de su estatus legal, dados sus estrechos vínculos con la empresa, para que los youtubers puedan ser considerados asalariados y YouTube tenga que pagar retroactivamente sus contribuciones a la seguridad social.

«Hay una nueva clase de trabajadores, llamada ‘independiente’ y que trabaja para las plataformas, pero no tratan con ellos en pie de igualdad», argumenta Fuss. La reciente ley californiana que clasifica a los conductores de Uber entre los empleados, añade, juega a favor y muestra una «creciente conciencia, entre los líderes políticos», de la necesidad de «proteger mejor a estos trabajadores». Su visión difiere, en realidad, de la de Sprave, que por su parte afirma que «no queremos ser empleados de Youtube, sino ser tratados como verdaderos socios».

«Los creadores de contenido en Youtube no son empleados desde un punto de vista legal», argumenta en contra un portavoz de Google que señala que los youtubers a los que realmente les va bien no ponen ninguna pega. El pasado mes de noviembre, la directora ejecutiva de YouTube, Susan Wojcicki, anunció que cada vez más creadores están haciendo sumas anuales de «cinco o seis dígitos» en su plataforma, pero sin proporcionar datos específicos. Incluso habló de «experimentos» para encontrar anunciantes adecuados para los contenidos más delicados, que representaban «cientos de miles de dólares» de espacio publicitario.
Source: ABC

Одобрено Администрацией- OK :