Superados los cuatro meses desde la celebración de las últimas elecciones generales, el contexto político de España es, cuanto menos, preocupante. Iniciada ya la cuenta atrás real para la convocatoria de nuevos comicios, la esperanza de que se conforme un Gobierno de coalición o se comience a trabajar sobre un acuerdo programático antes del 23 de septiembre es casi residual. Fruto de esta realidad, el país continúa avanzando sobre la senda de la inercia, prolongando “sine die” los Presupuestos Generales del Estado del año 2018 y asomándose al precipicio de la desaceleración económica y el aumento del desempleo que más de uno interpreta como los primeros pasos de una nueva crisis.
Esta situación se agrava si nos referimos a sectores concretos como el de la Sanidad. Más allá de los 4.700 millones de euros que el Gobierno central no termina de entregar a las Comunidades Autónomas para cubrir los costes propios de la referida Sanidad, de la Educación o de los Servicios Sociales, cabe tener presente la falta de avances tangibles en ámbitos cardinales como el nuevo modelo de financiación del Sistema Nacional de Salud (SNS), la gestión de los recursos humanos, la aprobación del baremo de daños derivados de la asistencia sanitaria, el nuevo reglamento del Consejo Interterritorial, el “plan renove” de tecnología sanitaria, la renovación del acuerdo marco con la industria farmacéutica innovadora, la humanización de la atención…
Es imprescindible que el Ejecutivo priorice la aplicación de las decisiones que el SNS requiere para continuar garantizando nuestra salud frente a cualquier otro tipo de interés, bien sea el reparto de sillas del próximo Consejo de Ministros, bien sea para ganar enteros de cara a la próxima campaña electoral, pues, al igual que decía hace algunos días el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, considero que un Gobierno en funciones no es un Gobierno sin funciones.
Source: A tu salud