«China tratará a todo el mundo por igual: empresas extranjeras y nacionales y privadas y públicas», aseguró el primer ministro Li Keqiang en la rueda de prensa posterior al cierre de la Asamblea. En esta comparecencia, la única que protagoniza durante todo el año y en la que las preguntas han sido seleccionadas para evitar temas sensibles, Li explicó que «más sectores se abrirán a la inversión extranjera, pero no de una vez, sino trimestre a trimestre». Sin dar detalles ni plazos, anunció que «pronto entregaremos una lista negativa que será más corta», dijo en alusión a los sectores que seguirán cerrados al extranjero, como la energía, las telecomunicaciones o las infraestructuras.
Junto al empleo, el crecimiento, el comercio, la inversión doméstica y las expectativas del mercado, la entrada de capital extranjero es una de las seis áreas a «estabilizar» este año por parte del régimen chino. Aunque la inversión extranjera directa subió el año pasado un 3% al ascender a 135.000 millones de dólares (120.000 millones de euros), en la última década se ha frenado por las restricciones del mercado chino.
Esta nueva ley de inversión extranjera era una de las demandas de EE.UU. en la guerra comercial que su presidente, Donald Trump, inició 2018 con una batería de aranceles multimillonarios. Aunque el autoritario régimen de Pekín empezó a redactar su primer borrador en 2015, no aceleró su tramitación hasta que se convirtió en uno de los frentes de batalla con la Casa Blanca. Su aprobación por abrumadora mayoría en el Parlamento «de pega» chino, donde casi todos los diputados son del Partido Comunista y votan los que les ordena el régimen, coincide con las últimas negociaciones entre Pekín y Washington para zanjar la guerra comercial, que podrían concluir este mes. Como suele ser habitual en la Asamblea Nacional, donde no hay debate alguno, la nueva ley fue aprobada por una aplastante mayoría: 2.292 votos a favor, ocho en contra y ocho abstenciones.
«Mientras China está en transición hacia un modelo más sostenible basado en el consumo y la economía innovadora, la necesidad de un entorno más abierto, justo y transparente para todos los tipos de inversores es vital», analiza en un comunicado enviado a ABC el decano de la Escuela Chino-Europea de Negocios de Shanghái (CEIBS), Ding Yuan.
Source: ABC