Comer en menos de 20 minutos aumenta el riesgo cardiovascular

Las prisas no son buenas consejeras para casi ninguna cuestión, tampoco cuando nos sentamos a la mesa. De hecho, un reciente estudio realizado por investigadores del Ciber de Obesidad y Nutrición (CiberOBN) ha demostrado que las personas que comen de forma rápida aumentan el riesgo de presentar triglicéridos altos en sangre, lo que eleva las posibilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular. «En nuestro estudio comparamos la prevalencia de hipertrigliceridemia en los participantes de las categorías de ingesta rápida y media respecto a los que se encontraban en la categoría de ingesta lenta, y lo que vimos fue que aquellos participantes que comían en menos de 20 minutos mostraban tener un 59% más de riesgo de tener los triglicéridos elevados», detalla Indira Paz, investigadora del CiberOBN.

Pero, ¿cuál es la explicación? Tal y como apunta Paz, «se sugiere que el comer rápido puede contribuir a que las sensaciones de saciedad lleguen de forma tardía a nuestro cerebro, lo que hace que la persona continúe comiendo a pesar de haber cubierto sus requerimientos nutricionales y energéticos. Además, a nivel gastrointestinal se producen unas sustancias conocidas como neuropéptidos, una de ellas la ghrelina que aumenta antes de las comidas y disminuye tras la ingesta de alimentos. A través de este mecanismo algunos autores han hipotetizado que las personas que comen rápido pueden tener más tendencia a subir de peso y podríamos explicar el aumento en los niveles periféricos de triglicéridos. Y a ello se suma que una ingesta en poco tiempo favorecería un aumento rápido y pronunciado de los niveles de glucosa y la insulina, lo que provocaría un estado metabólico que favorece la producción de grasa a nivel hepático. A su vez, una veloz caída de la glucosa podría llevarnos a tener una sensación de hambre más inmediata».

En este sentido Francisco Botella, vocal de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), confirma que «cualquier exceso de comida derivado de una ingesta rápida y abundante se forma en el hígado y éste lo manda almacenar debajo de la piel. Precisamente ese paso desde el hígado a los depósitos del tejido adiposo, en el que dichos triglicéridos son transportados por la sangre, es el que puede resultar más peligroso».

Con estos contundentes argumentos, según el experto de la SEEN, «lo más recomendable sería hacer una comida con una duración media de unos 30 minutos», aunque hace hincapié en que esto varía en función del tipo de alimento y también de la hora en la que realicemos la ingesta, pues está demostrado que metabolizamos mejor la comida por la mañana mientras que a medida que llega la tarde nos cuesta más asimilarla». Por ello, Botella destaca que «la ecuación perfecta al sentarse a la mesa debe incluir comer más lento alimentos de índice glucémico más bajo y menos calorías, pues eso se asocia con menos riesgo de obesidad y, por tanto, con una mayor protección cardiovascular».

Source: A tu salud

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