Gibraltar y nuestra Economía

Ángel Manuel Ballesteros acaba de publicar en «Ejércitos. Revista de Armamento, Política de Defensa y Fuerzas Armadas», abril 2018, un artículo titulado «Una mirada profesional sobre Gibraltar». Precisamente el Brexit -¡qué bien lo probaron los gibraltareños cuando votaron masivamente contra él!- lo ha puesto de actualidad. Pero en relación con este problema que llega hasta ahora y desde el Tratado de Utrecht, hay que señalar que tiene una vertiente económica, y al mismo tiempo relacionada con temas vinculados con la defensa, que no pueden ser dejados a un lado, como hace Ballesteros.

Debe señalarse esto, una y otra vez, porque el Reino Unido -con o sin la Unión Europea- trata de frenar todo lo posible su puesto como gran potencia mundial, hecho reconocido, por ejemplo, por su derecho al veto, en las resoluciones del Consejo de Seguridad. Sin embargo, en el Mediterráneo ha perdido ya su papel esencial en tres puntos clave: Suez, Chipre y Malta. Le queda Gibraltar.

En ese sentido, se trata de una base naval militar, fundamentalmente. De ahí que haya extendido su territorio de facto, aunque, como ha demostrado el espléndido libro de José Ramón Remacha, «Gibraltar y sus límites» (Trea, 2015), ni gran parte del suelo, ni mucho menos las aguas de la Bahía de Algeciras, jurídicamente fueron las cedidas por España. Pero en esa ampliación, se buscó ampliar sus posibilidades militares, que incluyen el poseer armamento nuclear de variado tipo, basado ya en medios aeronáuticos, ya en marítimos.

Simultáneamente, como consecuencia de la evolución económica de Asia, de China, Japón y la Unión India, sin olvidar, por ejemplo, a Corea del Sur y a Singapur, se ha provocado la aparición de la gran conexión a través de la marina mercante de las ricas costas del Atlántico Norte y de Asia, enlazadas a través del Índico, Mar Rojo y Mediterráneo. La espléndida bahía de Algeciras, opinaría cualquier analista de la teoría de la localización económica, que tendría que ser la base de un distrito económico colosal, capaz de impulsar, yo diría que a lo Singapur, la economía del Sur de España. Pero eso es imposible, porque el riesgo derivado de una base militar, hace que los inversores de actividades industriales se escapen de esa cercanía. Los ejemplos son múltiples. Gibraltar, pues, es un freno militar a nuestro desarrollo. Y para el control del mundo de la OTAN en el Mediterráneo, con Rota y la colaboración hispanoestadounidense, es suficiente. Y ese, y no otro, es el problema que se ha de resolver, y que me atrevo a señalar a la revista «Ejércitos», para que profundice, en ese sentido, este contencioso que dura ya tres siglos entre los países que deben ser amigos por mil motivos.
Source: ABC

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