Adiós al bisturí: Las técnicas estéticas no invasivas ganan terreno a la cirugía

todo el mundo le gusta verse bien. El sentirse guapo ante el espejo mejora la autoestima y confiere seguridad a la persona. Para conseguir ese efecto cada vez más gente recurre a la Medicina Estética que, desde hace años, ha incrementado el número de usuarios encandilados por los «milagros» que dieta o maquillaje no son capaces de conseguir. La aparición de nuevos avances que evitan pasar por el quirófano podría aumentar, aún más, la demanda de este tipo de tratamientos. La razón es sencilla: no tienen postoperatorio, no dejan cicatrices y, sobre todo, la persona puede incorporarse a su trabajo o vida cotidiana en el mismo día y la intervención pasa desapercibida por su entorno evitando juicios de valor o críticas. Son los llamados tratamientos no invasivos, que han ido ganando terreno a las cirugías en nuestro país.

El exceso de grasa localizada en áreas específicas del cuerpo es la primera preocupación estética para los españoles y la segunda para las españolas (tan sólo por detrás del aumento de pecho), según una encuesta realizada por la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre) en el segundo semestre de 2017 a mil profesionales de todo el país. Pues bien, para atajar este problema un 65% de los hombres y un 57% de las mujeres estaría dispuesto a realizarse un tratamiento en los próximos dos años. Eso sí, siempre que no tengan que pasar por el quirófano.

La aplicación de frío controlado daría respuesta a esta demanda con buenos resultados. Y, lo mejor: de forma definitiva. Con ello, como explica Carlos Jarne, director médico del Centro Toscana en Barcelona, «la célula adiposa muere, se cristaliza la grasa que contiene y los macrófagos las procesan para ser eliminadas por el sistema linfático y desde allí a la orina. Los resultados son extremadamente efectivos: en una sesión se suele lograr una reducción de entre un 30% y un 40%, lo cual visualmente ya es muchísimo. Pero no es un tratamiento “milagroso”, sino un proceso paulatino. Por eso empezamos a ver resultados a la tercera semana siendo el tercer mes el momento en el que notamos los mejores resultados y el de valorar si hará falta otra sesión de refuerzo o no».

Aunque existe una gran oferta de tratamientos para combatir la grasa localizada, incluso dentro de las diferentes máquinas de criolipólisis, «ni mucho menos son todas iguales respecto de su eficacia y seguridad –continúa Jarne–. El enfriamiento controlado y progresivo de la tecnología Coolsculpting logra la eliminación de la célula grasa y su contenido mediante la apoptosis (muerte celular programada), que es un proceso biológico que todas las células del cuerpo saben poner en marcha de modo natural (por ello su membrana no se rompe y la eliminación del material autodestruido es progresiva y controlada, protegiendo los tejidos de alrededor), y sin dolor, ya que el propio frío actúa como anestésico. Sin embargo, otras técnicas como el láser, los ultrasonidos HIFU o la radiofrecuencia, actúan por calor intenso que no es precisamente anestésico, provocando la necrosis (destrucción celular desorganizada como resultado del daño producido), lo que aumenta las posibilidades de dañar los tejidos de alrededor y el riesgo de quemaduras y cicatrices».

El 5% de la población tiene lo que popularmente se denomina «orejas de soplillo» y que se debe a una malformación congénita de los pabellones auriculares que se produce por la ausencia o déficit de uno de los pliegues más importantes de la oreja, el antehelix, o por el exceso de cartílago en la zona cóncava central. Desde los inicios de la cirugía plástica la única corrección posible era la modificación quirúrgica de estas deficiencias mediante diversas técnicas conocidas en su conjunto con el nombre de otoplastia, y que consisten en remodelar el cartílago no formado, eliminar su exceso, o utilizar suturas quirúrgicas permanentes. Ahora, un nuevo dispositivo médico llamado Earfold, que se implanta en el pabellón auricular consigue «replegar» las orejas prominentes con una técnica mínimamente invasiva. Tras hacer una simulación, y «cuando el paciente y yo estamos de acuerdo en la mejor posición para colocar el implante hago, con anestesia local, una pequeña incisión en una zona poco visible de la piel de la oreja, introduzco el Earfold definitivo, con unas pequeñas garras que lo mantienen sujeto al cartílago de la oreja, y coloco un punto de sutura para cerrar la herida. Todo este proceso de colocación lleva menos de diez minutos por implante», explica Julio Terrén, especialista en Cirugía Plástica, Reparadora y Estética de la Clínica Dr. Terrén de Valencia. Habitualmente se utilizan uno o dos implantes por cada pabellón auricular.

Source: A tu salud

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