Trump presume de «guerra comercial» con las tarifas al acero y al aluminio

Donald Trump se muestra satisfecho de haber iniciado una «guerra comercial» con su decisión de aplicar tarifas a la importación de acero (25%) y de aluminio (10%), que aprobará la próxima semana. Ayer, presumió de la decisión en su cuenta de Twitter, añadiendo además que «será fácil ganar la batalla». Las afirmaciones del presidente estadounidense contrastan con la indignación de países aliados como Canadá, Japón y Corea del Sur, así como la Unión Europea, que anunciaron medidas de respuesta a la que consideran una agresión.

Aunque el objetivo de las medidas adoptadas por la Administración Trump es combatir la competencia desleal de China, uno de los principales exportadores de metal a Estados Unidos y objetivo del presidente outsider desde la campaña electoral, sus medidas proteccionistas han abierto un enfrentamiento comercial internacional de imprevisibles consecuencias. La negativa reacción de los mercados, que registraron fuertes caídas de los índices de la Bolsa neoyorquina durante dos jornadas consecutivas, confirma el riesgo de la decisión impulsada desde el Despacho Oval.

Trump se explayó en sus justificaciones en la red social en la que se expresa diariamente, alegando que “las guerras comerciales son buenas cuando una nación pierde miles de millones de dólares con la práctica totalidad de los países con los que comercia”. Y a continuación, completó el argumento con la necesidad de establecer “tarifas recíprocas” como la única forma de hacer frente a “los 800.000 millones de dólares de déficit comercial” que arrastra Estados Unidos. Como cada vez que adopta una medida paternalista, el presidente populista recordó “la importancia de proteger a los trabajadores del acero y el aluminio, dos sectores en dificultades”.

El Gobierno de Canadá, primer exportador de acero a Estados Unidos, con un 17% del total, por delante de Brasil y Corea del Sur, anunció inmediatamente medidas de respuesta a su vecino del sur, después de que su ministra de Exteriores, Chrystia Freeland, tachara la iniciativa de la Administración Trump de “inapropiada e inaceptable”. La relación entre ambos gobiernos se ha deteriorado los últimos meses precisamente por otra decisión del inquilino de la Casa Blanca relacionada con el comercio: la de forzar la renegociación del NAFTA, el tratado que han mantenido Canadá y México con Estados Unidos durante treinta años y que Trump ha amenazado con romper repetidas veces.

La reacción crítica de la Unión Europea a las tarifas arancelarias que prevé aplicar la Secretaría de Estado de Comercio estadounidense no ha sido menor. Uno de sus portavoces, Alexander Winterstein, advirtió de que los 28 reaccionarán con «agilidad, firmeza y proporcionalidad». Más contundente, el ministro de Exteriores germano, Sigmar Gabriel, aseguró que es «imposible de entender» la aplicación de estas medidas a a su país y a la Unión Europea. Primero, porque ninguno de ellos utiliza «la competencia desleal en los precios que se pretende combatir». Y en segundo lugar, explicó, por «nuestra condición de aliados en el seno de la OTAN». La Cámara de Comercio estadounidense en Alemania se sumó a las críticas y alertó de «una espiral negativa en la que todos pierden».

China podría limitar la importación de soja
Midiendo sus pasos, el régimen chino estudia qué medidas tomar después de que el presidente Trump haya decidido imponer aranceles a las importaciones estadounidenses de acero y aluminio. Aunque las empresas metalúrgicas chinas se verán afectadas por esta medida, para Pekín hay sectores económicos más importantes en sus exportaciones a EE.UU., que le reportan un superávit comercial de más de 275.000 millones de dólares (223.000 millones de euros).

Intentando que su reacción no dañe esta posición de ventaja en su balanza comercial, China ha reaccionado con cautela. Su propósito está claro: evitar una guerra comercial que podría afectar a otros sectores como el electrónico o las manufacturas, ya que EE.UU. es su segundo mayor cliente tras la Unión Europea.

Pero, eso sí, no hay duda de que Pekín hará algo porque ya ha advertido a Trump de que está violando las normas del comercio global al pretender imponer aranceles por su cuenta en lugar llevar sus disputas a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esta misma semana, antes de que se anunciaran los aranceles, el Ministerio de Comercio aseguraba en un comunicado que “China tomará todas las medidas necesarias para defender sus intereses”. La que más afectaría a EE.UU. sería cortar sus importaciones de soja, lo que haría mucho daño a los Estados agrícolas que votan a Trump. Pero el régimen se muestra cauto porque, además, este lunes empieza la Asamblea Nacional Popular, la reunión anual de su Parlamento orgánico y cita más importante de su calendario político.
Source: ABC

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