Brasil pone el cartel de «se vende»

Para buscar una salida a una grave crisis económica que se arrastra hace tres años y con cuentas deficitarias, el Gobierno de Michel Temer ha decidido pasar el sombrero en los mercados internacionales con un poderoso programa de privatización, que debe vender más de 57 activos estatales, entre ellos Eletrobras, la principal empresa eléctrica sudamericana, más de una docena de aeropuertos, sistemas de saneamiento, y la Casa de la Moneda, una inmueble del siglo XVII.

Se trata del principal paquete de privatización en el país en las últimas dos décadas, desde que el entonces el presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), puso a la venta 80 empresas, principalmente, estatales telefónicas, de energía y bancos. Para el economista Mauro Rochlin, de la Fundación Getulio Vargas (FGV), en São Paulo, el plan busca reducir el déficit fiscal y ser el camino para retomar la economía con aumento de inversiones. «El Gobierno federal no tiene como invertir ahora y llegar a la meta fiscal. La privatización puede significar la reactivación de algunos sectores que están con inversiones reprimidas», explica.

La joya de la corona de esa segunda ola de privatizaciones será Eletrobras, cuya venta se estima en un negocio que puede bordear los 5.400 millones de euros, según pronósticos del ministerio de Energía. La empresa es el símbolo de un giro de la política económica de izquierda a la derecha, y del fin de trece años del Partido de los Trabajadores (PT) que no tuvo éxito en los proyectos de concesiones que ofreció, por lo general muy regulados y con pocos beneficios para la iniciativa privada.

La antecesora de Temer, Dilma Rousseff, que fue destituida el año pasado, fue la responsable del PT por la energía cuando fue ministra de Lula da Silva. Fue de ella la idea de subvencionar las cuentas de electricidad para estimular la economía, una decisión polémica que golpeó los resultados de Eletrobras. «Esto significa dejar el país a merced de los apagones, como ocurrió en 2001 con Cardoso. El consumidor va a pagar una cuenta de luz estratosférica», criticó Rousseff al conocer el paquete de privatizaciones, dejando clara la posición de su partido. Entre los negocios ofrecidos por Temer, además de Eletrobras, están catorce aeropuertos -entre ellos el lucrativo Congonhas, en el centro de São Paulo-, once lotes de líneas de transmisión eléctrica y quince terminales portuarias. Según las evaluaciones más pesimistas, esas licitaciones pueden llevar a una recaudación de por lo menos 12.000 millones de euros.

El presidente Temer afirmó que esos recursos aliviarán el grave déficit fiscal brasileño del 8.9% del PIB, que supera los 42.000 millones de euros, y ayudaría a superar la crisis económica del país, que está en recesión hace dos años (-3,8 en 2015 y -3,6% en 2016) y con 14 millones de desempleados (13,3%). El presidente, que es el más impopular de la historia brasileña, con apenas un 5% de apoyos, asegura que el dinero se destinará a inversiones públicas «en lo que realmente importa», como «salud pública, seguridad, infraestructura y educación», los talones de aquiles de la sociedad brasileña.

El impulso chino
Para impulsar su plan, Temer aprovechó su viaje a China, donde se encuentra participando en la cumbre de los BRICS, con la intención de presentarle su vasto plan de privatizaciones al gigante asiático, uno de los principales interesados en negocios en Brasil, especialmente en el área de infraestructuras, incluyendo los aeropuertos y las líneas de transmisión eléctricas.

Para Oliver Stuenkel, especialista en relaciones internacionales de la FGV, Temer debe aprovechar su reunión con el presidente chino Xi Jinping, para presentar su cartera de negocios. «Ellos pueden ver nuestra crisis como una oportunidad de inversiones», dice Stuenkel.
El comercio bilateral entre Brasil y China fue de 60.000 millones de dólares en 2016. Sin muchos detalles, por el momento, el plan de Temer debe ser negociado aún en el Congreso, donde ha tenido dificultad de imponer sus reformas, como resultado de su impopularidad y de los escándalos de corrupción que han cercado a su Gobierno.

Más allá de la expectativa sobre inversiones chinas, que avanzan en el país, el paquete de privatizaciones anunciado por Temer puede ser una nueva puerta de entrada para empresas españolas Brasil. En la primera ola de privatizaciones del Gobierno Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), las empresas españolas entraron fuerte en el principal mercado sudamericano, en una ofensiva capitaneada por Telefónica y Banco Santander, que llevó con ellas una red de proveedoras, también españolas. Gracias a esa incursión, que partió de la compra de Telebras y el banco Banespa del estado de São Paulo, España se convirtió en el segundo mayor inversionista en Brasil con capitales acumulados que sumaron 64.000 millones de dólares el año pasado, según datos del Gobierno brasileño.
Source: ABC

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