Los drásticos saneamientos de las carteras inmobiliarias hechos por los bancos españoles en los peores años de la crisis y que entonces cercenaron sus beneficios están dando ahora un alivio a sus cuentas de resultados. Esas elevadas provisiones permitieron a las entidades financieras del país acumular en balance abultados activos fiscales diferidos (DTA, por sus siglas en inglés) que ahora están liberando en forma de menos impuestos a pagar. La tasa fiscal efectiva abonada por el conjunto del sector entre enero y marzo de este año fue de solo el 8,3%, pese a registrar el mejor resultado trimestral en tres ejercicios.
La banca española ganó en su conjunto en el primer trimestre 3.514 millones de euros, y abonó al Estado en tributos, fundamentalmente el de Sociedades, 292 millones, según los últimos datos recopilados por el Banco de España. Esa tasa contrasta notablemente con el 15% promedio que, según el último informe «Situación Banca» de BBVA Research, abonaron las mismas entidades en el periodo comprendido entre 2000 y 2007.
El porcentaje de resultados abonados a las arcas públicas se sitúa en todo caso en línea con el tipo medio efectivo abonado por las grandes empresas del país, que el Ministerio de Hacienda cifra en el 7,6%, y muy por debajo del 18% pagado por las pymes. Cabe aclarar, en todo caso, que la tasa de tributación de las compañías de mayor tamaño se ve alterada por el negocio extranjero de las multinacionales.
Las cuatro grandes
En el caso de los bancos solo cuatro entidades -Santander, BBVA, Sabadell y en menor medida Caixabank- tienen una presencia internacional relevante, mientras que el negocio del resto de bancos se limita casi en exclusiva al territorio nacional. Entonces, ¿por qué en conjunto han abonado poco más de un 8%? BBVA Research explica que esa tasa, por debajo del nivel considerado normal, esté «motivada probablemente por la utilización de activos fiscales diferidos acumulados en los balances de las entidades».
Las entidades financieras tienen unos gastos que reducen sus beneficios pero que, por ley, no se pueden desgravar en el impuesto de Sociedades, lo que significa que pagan más impuestos de los que deben. Por ello, los ministerios de Hacienda y Economía les reconocieron en 2013 el derecho a guardarse esos gastos y utilizarlos en el futuro para reducir los impuestos que deberán pagar por los beneficios de los próximos años. Es lo que se conoce como activos fiscales diferidos, y se generan básicamente por registrar pérdidas anuales en lugar de beneficios, por las provisiones hechas para cubrir el riesgo de morosidad de sus créditos en el futuro y por las aportaciones que hacen a planes de pensiones para sus empleados.
DTA por 30.000 millones
Los bancos españoles acumulan avales de este tipo por unos 30.000 millones de euros que podrán seguir usando en los próximos trimestres para reducir su factura fiscal. Ahora bien, no todos serán aprovechables, pues el Gobierno limitó su uso a través de la reforma del impuesto de Sociedades de diciembre del año pasado: las deducciones por estos activos, que llegaban al 60% en la base imponible en 2016 y al 70% a partir de 2017, se han reducido con carácter retroactivo a una compensación máxima del 25%.
Es más, la banca es partidaria de que la norma fiscal acabe impidiendo que se generen estos activos, como ya sucede en otros países como Italia, donde se acaba de eliminar la diferencia entre beneficios fiscales y reales. Como fuere, en los últimos trimestres han constituido una palanca para los resultados. Solo de enero y marzo de este año la banca española ganó un 31,2% más que en el primer trimestre de 2016, gracias principalmente al uso de esos activos por impuestos, a la moderación o incluso reducción de las dotaciones a provisiones y a la política de ajuste de gastos de explotación.
Source: ABC