Cataluña, un «iceberg» en la ruta de la recuperación

El que termina no es un año cualquiera. 2017 pone punto y final a la llamada década perdida, que arracó en el ya lejano 2007 con las tóxicas hipotecas «subprime» de Estados Unidos. A lo largo de estos doce meses, el nivel de PIB ha logrado reponerse de la que sin duda ha sido la mayor crisis de los últimos tiempos y regresar a los momentos anteriores a la recesión. Pero lo cierto es que poco queda ya de aquella España en la que la construcción tiraba de la economía nacional y los españoles presumían de acortar distancias con sus socios europeos en lo que a renta per cápita se refiere. Ahora, el tirón del ladrillo ha menguado, las exportaciones han ganado peso, así como los servicios, aunque nuestro nivel de vida se ha alejado sustancialmente de la media europea.

El año 2018 comienza con importantes desafíos por delante y la inestabilidad política sobre el tablero de juego. Pero también con el reto de devolver a los españoles parte de la riqueza perdida y mantener el impulso internacional de nuestras empresas. A continuación sigue un repaso de los principales focos de inestabilidad que los expertos consultados y las casas de análisis señalan como centrales de cara al próximo año nuevo.

Cataluña

La inestabilidad política, principal foco de preocupación

Los economistas no tienen ninguna duda. El principal reto que afronta la economía española es político. El panorama que arrojaron las elecciones catalanas del pasado jueves vuelve a poner a la inestabilidad en el terreno de juego y la preocupación es creciente pues no es sino la consolidación económica lo que está en jaque. De hecho, tanto España como Cataluña han sufrido hasta ahora los dañinos efectos del desafío independentista. «En ausencia de conflicto, el momento cíclico de la economía española apuntaba a una revisión al alza de las previsiones, que ahora ha sido abortada», asegura Emilio Ontiveros, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la consultora Afi.

Y es que tras unos meses de julio y agosto en los que se observó una clara desaceleración en los indicadores de actividad, la economía española recuperó el dinamismo a partir de septiembre, hasta el punto de que las estimaciones apuntaban a crecimientos del PIB del entorno al 3%. «Sin embargo, en Afi, en lugar de revisar al alza, desde el 2,8% de nuestras anteriores previsiones, hemos rebajado a 2,7% el crecimiento esperado para el próximo año», explica. También el Gobierno estimaba un crecimiento del 2,6% del PIB en 2018 para la economía española y, como consecuencia de la crisis política en Cataluña en octubre revisó esta estimación tres décimas a la baja, hasta situarla en el 2,3%.

De tres décimas ha sido también la revisión efectuada por los servicios de estudios de BBVA y de Caixabank, que apuntan actualmente a un crecimiento del 2,5% y 2,4% respectivamente. Por su parte, el panel de Funcas recortó algo menos de dos décimas la estimación media de crecimiento de la economía española para el próximo año, hasta el entorno del 2,6%. José Ramón Pin, economista y profesor del IESE, lo resume así:«La economía española avanzaba a velocidad de crucero y ha tenido un choque contra un iceberg».

También Cataluña ha sufrido un durísimo revés económico por la inestabilidad política y los expertos aseguran que podría llegar a crecer incluso la mitad de lo que crecerá la economía española en su conjunto en la recta final del año. El paro registrado en octubre y noviembre en Cataluña, meses estacionalmente desfavorables, ha sido especialmente negativo en comparación con el resto de España. De hecho se ha constatado un deterioro notable en el indicador de confianza empresarial, en los flujos de turistas extranjeros y en los registros de huéspedes en alojamientos hosteleros. Ello sin olvidar el número de empresas que han trasladado su sede social fuera de Cataluña desde el 1-O que asciende ya a unas 3.000, contando entre ellas a los grandes gigantes empresariales y bancarios de Cataluña.

Salarios

Reclamo social y político para consolidar el fin de crisis

Recuperar progresivamente el poder adquisitivo perdido por los españoles durante la crisis se ha convertido en una exigencia desde muchos sectores de la sociedad. Pero los economistas alertan de que subidas salariales que no estén ligadas a ganancias de productividad pueden llegar a ser nefastas para la recuperación. «El problema es que la incertidumbre por el problema de Cataluña está paralizando las inversiones y muchas de ellas son necesarias para que nuestras empresas puedan seguir siendo competitivas sin tener que tirar de salarios bajos», explica Pin. Ontiveros se posiciona en la misma dirección: «Hay que conseguir situar el conflicto catalán en un lugar en el que no altere las decisiones de inversión empresarial. Sólo si la inversión aumenta, aumentará también la productividad y podrán aumentar los salarios sin afectar la competitividad de nuestras exportaciones».

Como fuere, la subida salarial es ya un reclamo imposible de esquivar políticamente. De hecho el propio Gobierno ya ha anunciado una subida del salario mínimo del 4% para este próximo año. Y es que, según datos de Adecco, en el último lustro se ha acumulado una caída en el poder adquisitivo de la remuneración media española de un 2,4%. La voz de alarma ha llegado incluso desde Bruselas, donde la Comisión Europea advirtió de que los salarios están creciendo a un ritmo lento a pesar de que están mejorando los mercados laborales de todos los países. Según sus datos, es en España donde menos han subido los salarios, seguida de Italia y Francia, mientras que en otros países, como Alemania, los salarios crecen ya como antes de la crisis. Actualmente, la subida de los salarios firmados en convenio en nuestro país roza el 1,5%, aunque antes de la crisis las alzas rondaban el 4%.

Normalización de tipos

¿Adiós al dinero gratis?

Si los pronósticos no fallan, la política expansiva del BCE se mantendrá nueve meses más, hasta septiembre de 2018, pero comenzará a endurecerse poco a poco. Primero se reducirá el volumen de compras de deuda, hasta los 30.000 millones mensuales, desde 60.000. La subida de tipos vendrá después. «Los bancos centrales han pasado casi una década comprando activos financieros en un intento de reducir las tasas de interés a largo plazo y aumentar el crecimiento económico y la inflación. Pero con el PIB global expandiéndose a su ritmo más rápido en seis años, muchos banqueros centrales creen que la economía es ahora lo suficientemente fuerte para empezar a retirar el estímulo», explican Aurelio García del Barrio, economista del IEB. «Con una deuda que asciende al 100% del PIB, la subida de tipos va a ser un problema en la estructura de los presupuestos del Estado. Va a haber un monto de dinero importante de los presupuestos que, en vez de a asuntos sociales, va a tener que destinarse al pago del servicio de la deuda», alerta Pin.
Source: ABC

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