Soledad, tortura y sueños de libertad; el calabozo de los tupamaros uruguayos

Durante doce años, nueve tupamaros uruguayos fueron secuestrados de su prisión, recorriendo el país en soledad, sufriendo torturas, pasando hambre y abrazados al sueño de libertad y a los intentos desesperados de comunicarse entre las duras paredes de las celdas a través de golpes y rasguños.

Soledad, tortura y sueños de libertad; el calabozo de los tupamaros uruguayos

El relato de esta historia está presente en el libro «Memorias del Calabozo» y uno de sus escritores, el extupamaro Mauricio Rosencof, habló con Efe acerca del escrito, sus vivencias y la película «La Noche de 12 Años», basada en el libro y estrenada este año.

El Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo político uruguayo que, durante la década de 1960 y principios de la de 1970, protagonizó una guerrilla con el Gobierno del país suramericano y fue derrotado en 1972, con sus principales dirigentes presos.

Con la llegada de la dictadura cívico-militar a Uruguay (1973-1985), nueve tupamaros, aún presos, fueron tomados y encerrados en calabozos durante doce años, donde solo podían escuchar sus propios pensamientos.

«Dejábamos de ser presos para pasar a ser rehenes», dijo el autor del libro que retrata las vivencias suyas y de sus compañeros, el exministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro (1942-2016) y el expresidente de Uruguay, José Mujica.

Esta historia, cuya primera edición salió en 1987, este año volvió a estar en el tapete tras el estreno de la película del director uruguayo Álvaro Brechner «La noche de 12 años», que la llevó a la gran pantalla.

Rosencof recordó que estuvo en calabozos de 1,80 metros de largo por 60 centímetros de ancho, que no pudo hablar con nadie y que tuvo que buscar cómo sobrevivir, entre poca comida y fantasías que lo ayudaran a pasar el tiempo, sin entrar en la locura.

«El protocolo de encierro implicaba media ración, no poder hablar con nadie, ni con la guardia ni entre nosotros. No nos vimos en todo ese tiempo, terminamos siendo esqueletos gordos soñando con darnos agua, aprendimos a reciclar nuestro orín, el hambre venía corriendo y terminamos cazando moscas que eran como pasas de uvas con alas; eran manjares», recordó.

Durante todos estos años, donde no podían siquiera tener jabón «porque de noche las ratas se lo llevaban» la única palabra con la que buscaron mitigar el sufrimiento fue: ‘resistir'».

«El objetivo de ellos (los militares), con toda impunidad lo dijeron: ‘ya que no pudimos matarlos cuando cayeron, los vamos a volver locos'», subrayó y acotó que en algunos casos lo consiguieron.

Incluso Mujica, que hoy es una de las figuras políticas más reconocidas del continente, sufrió delirios y pensó que lo grababan en sueños durante los últimos años en prisión.

«El penal se había transformado en la tierra prometida» en comparación a sus vivencias en los calabozos, relata en su libro, que escribió junto al ‘Ñato’ Fernández Huidobro, donde también detallan que tuvieron 45 traslados durante los doce años.

La desesperación por una conversación hizo que una Navidad se lograra abrir «una ventanita a la vida» cuando el Ñato, desde su celda, comenzó a arañar la pared y Rosencof notó que fue intencional. Él respondió haciendo lo mismo y se forjó un lenguaje que se transformó, con el tiempo, en una fluida conversación que duró diez años a golpe de nudillos.

Tal fue la emoción con la que pegaban los golpes y rasguños, que en un momento tuvieron que detenerse porque sus nudillos estaban muy lastimados.

El libro, escrito en formato de conversación entre ambos protagonistas, fue una promesa que se hicieron durante el encierro y se hizo en nombre de todos los que sufrieron las torturas y maltratos durante el Golpe de Estado.

Su producción fue hecha ni bien fueron liberados y se hizo con conversaciones que compartieron ellos dos en un rancho ubicado en el departamento de Canelones (sur). Mujica, desde Montevideo y sin participar en las conversaciones por su actividad política, escuchaba las grabaciones y les daba el visto bueno.

«Era una acumulación de recuerdos, de memorias frescas, con la característica de que no hay ni un reproche, ni una queja, estaba dentro de nuestras leyes de juego de la militancia. Nosotros actuamos como quien somos y ellos actuaron como quien son», subrayó.

El objetivo fue fijar la memoria, llamar a la reflexión y contar lo que pasó a una sociedad uruguaya que, en aquel entonces, «estaba ciega».

El broche para esta historia fue cuando el director Álvaro Brechner se interesó por hacer la película, que tiene como protagonistas al argentino Ricardo ‘chino’ Darín (Rosencof), el uruguayo Alfonso Tort (Fernández Huidobro) y el español Antonio de la Torre Martín (Mujica).

Rosencof contó que cuando vio la película junto a Mujica y los protagonistas, tanto el como el exmandatario se impresionaron porque sus vivencias parecían de ciencia ficción.

Además, acotó que al finalizar la historia la gente aplaudía y lloraba.

Según Rosencof, la película permite, además de impactar al público con la historia, acercar a los jóvenes para que conozcan cuál fue la realidad que los nueve tupamaros, durante doce años, tuvieron que pasar. EFE

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Source: Informe21

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