¿Tenemos sexo más que nuestros abuelos?

Bienvenido a un recorrido por la evolución del deseo y el consentimiento, desde nuestros abuelos hasta hoy. La Doctora Corazón hace un breve análisis de la radiografía generacional del sexo.

¿Tenemos sexo más que nuestros abuelos?

El deseo y el consentimiento no han ido tanto de la mano como en estos tiempos de #metoo. Hoy vamos en un camino en el que las arcaicas formas de entender las relaciones sexuales, la seducción y la aproximación a otra persona necesita de un “sí quiero”. El sexo ha dejado de ser un deber, para posicionarse como un derecho. Veamos cómo ha cambiado el concepto de consentimiento con el cambio generacional.

Los abuelos accedieron al sexo de una forma diferente a nosotros. Para ellos, la mujer, en la mayoría de casos, era la vía de tener descendencia y también la persona con la que podían desfogar sus frustraciones o ansiedad después de una jornada de trabajo. Vivieron las décadas previas a la revolución de la anticoncepción, cuando las mujeres no se habían incorporado oficialmente al mercado laboral. El resultado de esto: familias numerosas por doquier, mujeres que estuvieron embarazadas por décadas y que, en muchos casos, tenían sexo, sin muchas ganas, cada vez que su marido las buscaba. Muchas de estas mujeres se casaron en la década de sus veinte y, sin ninguna experiencia sexual, se vistieron de blanco con el convencimiento de que llegaban vírgenes al altar.

He hablado con muchas abuelas. Sé que el sexo no es algo que definan ellas como acto sublime, momento de disfrute o de comunicación de pareja. En esta misma medida, después de hacer cientos de entrevistas, veo que el sexo era el deporte elegido en casa porque, como reza la expresión, no había ni televisor.

La generación de nuestros padres llega con la aparición del feminismo, del divorcio y del voto. Accedieron a una educación superior y vivieron su propia lucha por la igualdad, si bien incipiente, aunque determinante para las generaciones venideras. Hablemos del deseo. Estos padres, teniendo en cuenta que ya rozan su edad de jubilación, se enfrentan hoy a vivir sin hijos en casa, disponen de más tiempo libre y están obligados a entender que la salud tiene sus achaques.

Cuando hablo de estos temas con los padres de mi generación (mayores de 60 años), en muchos casos tienen un divorcio a cuestas. Solo 3 de cada 30 de sus hogares van a cumplir con la promesa matrimonial de “hasta que la muerte nos separe”. El sexo para las mujeres de estas edades, después de un divorcio, se puede convertir en un unicornio de colores. Es habitual que se vuelquen en grupos de amigas o relaciones familiares (hijas, nietos y sobrinos) para compensar su ausencia.

Nosotros, los hijos de estos padres que conocieron la píldora y cantaban a los Beatles o a Julio Iglesias, entendemos el sexo de una tercera forma.

Si bien el matrimonio sigue estando presente en muchos casos, el sexo ya no es tabú, se habla de él en las series de televisión y en la mayoría de canciones. Película sin sexo no existe, de la misma forma que una relación solo se formaliza cuando hay sexo. Ahora, para hombres y mujeres, si no hay ganas, no hay sexo. La figura de la amante tiene nula aceptación en las nuevas generaciones y, en el caso de existir variantes en las relaciones, es por mutuo acuerdo, por ejemplo las relaciones abiertas, quizás más propias de la generación milenial que de la generación X. La infidelidad en estas nuevas generaciones no se alcahuetea y se empieza a tener un concepto menos permisivo con el consumo de prostitución.

Hoy el deseo de la mujer y del hombre tiene el mismo poder en nuestra cultura, ambos suelen estar incorporados al mercado laboral y los hijos suelen ser una decisión meditada, en aras de mantener un equilibrio con lo que deseamos ser. Como media tienen un hijo, desean ser mejores que sus padres, algo que en muchos casos se convierte en un reto difícil.

Concluyendo, tenemos, en promedio, menos vida sexual que nuestros abuelos por temas de tiempo y conciliación laboral, más sexo que nuestros padres y, seguramente, tendremos más esperanza de vida, así que llegaremos a tener más sexo que las generaciones que nos precedieron, el cambio está en que será sexo consentido.

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Fuente: El Espectador

SP

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Source: Informe21

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