La Serie del Caribe ha tenido todo el ambiente de una real fiesta de béisbol

Todo lo que hace el ambiente de un torneo de béisbol, y lo convierte en una real fiesta, lo ha tenido la Serie del Caribe que se juega en el Estadio Nacional Rod Carew de Ciudad de Panamá.

La Serie del Caribe ha tenido todo el ambiente de una real fiesta de béisbol

Jolgorio, bullicio, charlas y entusiasmo han alegrado las gradas de la cancha del Rod Carew, que lleva el nombre del primer panameño inmortalizado en el Salón de la Fama de este deporte.

La gente, los fanáticos locales y los foráneos que han estado asistiendo al torneo han sido el factor principal de los alegres y recurrentes guateques que se montan en cada partido.

Pero es la fanaticada venezolana residente en el país la que con más consistencia ha puesto ánimo y derrochado fogosidad al momento de apoyar masivamente a su equipo, los Cardenales de Lara.

Los chamos y chamas, cada vez que sale al campo Venezuela, uno de los favoritos de este corto pero intenso torneo, ambientan todo con sus cánticos desde las tribunas en los que dejan salir su pasión y deseo de que las cosas cambien en su país, incluso al unísono corean con emoción al autoproclamado presidente Juan Guaidó.

A los fanáticos venezolanos se les ha visto emocionarse además cuando en la cabina central de sonido del Rod Carew ponen melodías de la agrupación Salserín, e igualmente cuando la mascota de los Cardenales, el pajarillo «Guarito», baila y recorre las bases.

En las gradas, además de los baños de cerveza en cada batazo o ponche recetado por los lanzadores, también ha resaltado la belleza de la mujer venezolana.

A los sudamericanos se les suman pero en mucho menos cantidad los mexicanos, que están aquí, leales, dando su respaldo a Los Charros de Jalisco.

Ataviados algunos con sombreros charros y otros con sus rostros cubiertos con máscara de míticos luchadores, los mexicanos se hacen notar al amparo del atronador sonido de una matraca, sumándole el grito «¡México, México, México!».

Ellos no son muchos pero hacen un compacto grupo solidificado con emoción y garra.

Eventualmente, cada cierta hora de la tarde, sobrevuela el campo del Rod Carew una bandada de gallinos, dibujando su sombra sobre la cancha y dejando entre los fanáticos un extraño encantamiento.

Pero es quizá, con menos, un cachorro al que han bautizado con el nombre universal de «Firulais», con el que se designa a los perros de la calle, el que hace el deleite del público.

Este can, que es habitual del Estadio Rod Carew, donde al parecer pernocta, se pasea por las tribunas entre los asistentes, de los que se deja toquetear.

‘Firulais’ no se queda ahí sino que igualmente invade, toda vez que pueda, la parte superior de la caseta o cueva de los peloteros.
Es allí donde este cachorro se divierte a sus anchas y se deja ver moviendo su apocada, pero alegre cola.

No es la primera vez que este sociable y cariñoso animalito ha sido llamado al orden por los policías en las gradas, que con todo el tacto posible de no maltrato lo desplazan y retiran de la barraca de los peloteros.

Sin embargo, el perro no se rinde, sigue rondando y presente todos los días y en cada encuentro que se disputa en la 61 Serie del Caribe, que comenzó el pasado lunes y concluirá este domingo.

Es más, cuando acaban los dos partidos que se disputan cada día y se apagan las luces, se pueden ver a ‘Firulais’ deambulando en la parte frontal, en el área de estacionamientos, derrochando la misma energía y paseándose entre los periodistas que, ya cansados, no tienen tiempo para dedicarle.

EFE / RA

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Source: Informe21

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