Irving y su tiro milagroso

Los Warriors han ganado tres de los últimos cuatro anillos de campeones. Solo fallaron en 2016 y de una manera que, como sus increíbles éxitos, también es ya historia de la NBA: después de la primera Regular Season de 73 victorias (73-9), el equipo de la Bahía se puso 3-1 en la Final contra unos Cavaliers aparentemente muy inferiores… y que llegaban al quinto partido en Oakland como aparentes víctimas a punto de irse de vacaciones. Pero a partir de ahí, llegaron una sucesión de hechos que provocaron una gesta como nunca se había visto en la NBA: de la sanción a Draymond Green a la lesión de Andrew Bogut y de ahí al agotamiento físico y mental de los Warriors y, en paralelo, un trance extraordinario de LeBron James y Kyrie Irving.

Del 3-2 al 3-3… y vuelta al Oracle Arena, donde una de las mejores Finales de siempre se resolvió en el último minuto con un triple de Kyrie Irving con la mano de Stephen Curry encima… y después con una defensa excelente de Kevin Love al propio Curry. La primera vez que se remontaba un 3-1 y la primera vez que los Cavaliers se convertían en campeones de la NBA. LeBron cumplió la palabra que dio cuando regresó en el verano de 2014… y Kyrie rumió las portadas y titulares que acaparó el Rey a pesar de que él había anotado la canasta del triunfo. Estaba a un año de pedir el traspaso y acabar en los Celtics, en gran parte porque le había agotado jugado bajo la alargada sombra de LeBron. En Ohio, alargadísima.

Ahora Kyrie no deja de ser noticia: ha asegurado que quiere seguir a largo plazo en los Celtics aunque será agente libre el próximo verano y los pretendientes (sobre todo desde Nueva York) ya afilan el colmillo. Un jugador de nuevo sano tras otro rebrote de sus recurrentes problemas de rodilla, se trata también de una de las mentes más difíciles de comprender de la liga, y no solo porque afirme que la tierra es plana y luego lo niegue. Ahora ha contado, en The Boston Globe, que tras aquel triple histórico (y cuando la idea de dejar Cleveland ya ganaba peso en su pensamiento), no sintió la euforia que tendría que haber sentido: “Fue algo grande, me sentí bien. Es obvio, fue especial estar en el primer equipo que remontó un 3-1 en unas Finales. Pero en cuanto pasó el partido estaba en plan ‘¿y ahora, qué?’. Como si aunque había estado muy bien pero no lo valoraba del todo como si solo quisiera abrazar a mi padre y a mi hermana y ponerme con otra cosa. Estaba en un momento extraño de mi vida, y puede que no estuviera tan implicado emocionalmente como debería haber estado para captar toda la magnitud de lo que había pasado. Pero estuvo muy bien”. AS

Source: Meridiano

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