¿Todo tiene arreglo?

Una pareja acude con su precioso bebé de seis meses a la consulta del pediatra para una revisión rutinaria. Nada más ver al niño, el doctor hace un comentario jocoso sobre las orejas de soplillo del pequeño para, seguidamente, «tranquilizar» a los progenitores: «No pasa nada, cuando cumpla cuatro años se las operamos». Esta anécdota –real, por otra parte– ilustra lo normalizado que está el uso de la cirugía plástica en nuestro país. ¿De verdad hay necesidad de que todos tengamos las mismas orejas? ¿Nadie se plantea la remota posibilidad de que este niño crezca contento y sin complejos?

Al margen de lo poco oportuno que estuvo el médico, lo cierto es que acudir a un centro de estética está a la orden del día, tanto para tratamientos ambulatorios como quirúrgicos. Y como prácticamente todo es susceptible de mejora, el millar de cirujanos que se dedica a la belleza en España tienen el trabajo asegurado.

El negocio de la estética mueve millones de euros. Los últimos datos de 2016 muestran el auge del sector. La facturación de centros médicos especializados ese año ascendió a 1.470 millones de euros, un diez por ciento más que en 2015. También hay que tener en cuenta que, además de la clientela nacional, cada año acuden a nuestro país en torno a 100.000 personas a hacerse algún arreglo, lo que nos convierte en el sexto destino de Europa en turismo de salud. Vienen con la excusa de realizar un viaje y vuelven a casa con mejor cara a un precio competitivo.

No obstante, el principal problema al que tienen que hacer frente profesionales y consumidores es el intrusismo. El precio que se paga por no ponerse en manos de un médico experimentado puede ser fatal más allá del estropicio estético. Hay mucho desaprensivo que se aprovecha de esta obsesión por la perfección para generar falsas expectativas con tratamientos poco eficaces que acaban con el personal aún más frustrado.

En la era de los «selfies» e Instagram la apariencia cobra más relevancia que nunca en la historia. La Revista de la Asociación Médica Estadounidense acaba de publicar un revelador estudio en el que viene a decir que las redes sociales han alterado los cánones de belleza y han creado nuevas necesidades estéticas. Los clientes ya no llegan a la consulta con una foto de su actriz favorita para copiarle la nariz, sino con una propia tomada con unos filtros que quieren trasladar a la vida real.

Source: A tu salud

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