Para un cliente bancario, y de cualquier otro tipo, recibir cariño de su proveedor de servicios tiene un rendimiento de difícil cálculo, en algunos casos puede compensar décimas de interés y hasta algún punto entero. Los bancos tienen un serio problema de reputación, se les ha ido entre las costuras con tanto producto ingenioso que vendían sin comprender, atropelladamente, con el señuelo de un bonus más o menos decente. Dicen sus directivos que sus clientes les valoran mucho más que la opinión pública, pero hay falacia de composición en esa excusa que les deja tranquilos y nos mueve a la acción, a la mejora, aSeguir la noticia