El BCE confirma el inminente giro en política de estímulos

Segundo y último aviso. Después de que el presidente del Banco de Lituania y miembro del Consejo del BCE, Vitas Vasiliauskas, avanzase en mayo que «es probable que tengamos un periodo de transición hasta final de año y comencemos 2019 con otros instrumentos a nuestra disposición», ahora es el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, el que considera en voz alta esa posibilidad como «plausible». Todo apunta a que la semana próxima el Consejo del BCE pondrá fecha al final del programa de compras de activos y que esa fecha quedará señalada en el calendario de este año. Weidmann, candidato a suceder a Mario Draghi al frente del emisor europeo, será el encargado a partir de 2019 de dirigir el nuevo rumbo, pero el primer golpe de tión lo veremos en la reunión del 14 de junio en Riga.

El momento lo determinan las condiciones macro del primer semestre, como ha explicado ampliamente el economista jefe de la institución, Peter Praet. «Las señales que muestran la convergencia de la inflación hacia nuestro objetivo han ido mejorando, y tanto la fortaleza subyacente de la economía de la Eurozona como el hecho de que esa fortaleza afecta cada vez más la formación de salarios respalda nuestra confianza en que la inflación alcanzará un nivel inferior pero cercano al 2% a medio plazo», ha dicho con satisfacción en Berlín, animando los mercados tras las caídas de los últimos días a raíz de las tensiones políticas que han golpeado a Europa.

El BCE da a entender que esas tensiones, en Italia y en España, no justifican cambios en la hoja de ruta. «Cerrar el capítulo del QE una semana después de que los populistas lleguen al poder en Roma señala la negativa del BCE a permitir que su política monetaria sea tomada como rehén», explican en Bank of America Merrill Lynch, donde aseguran que la institución anunciará ya la próxima semana una progresiva reducción del volumen de compras de bonos (que actualmente es de 30.000 millones de euros) hasta su extinción en diciembre. Quedan para 2019 las posibles subidas de tipos de interés.

Este final del QE, con el consiguiente repunte de los costes de la deuda soberana, es sin duda uno de los principales riesgos a que se enfrentarán el próximo año las economías de la zona euro, especialmente los países con altos niveles de deuda, como España. Weidmann admite que esa retirada de estímulos sería el primer paso de un largo camino hacia la normalización de la política monetaria del BCE, para que la entidad pueda contar así con mayor margen de reacción ante futuras recesiones.

«El reto que tienen por delante los responsables de la política monetaria de la zona euro será dirigir el proceso de forma adecuada a través de su comunicación», ha dicho, «evitando una elevada volatilidad o turbulencias en los mercados». También ha recordado que no es el BCE el único responsable de los movimientos de tipos, determinados por los índices de crecimiento y perspectivas, pasando así la patata caliente a los gobiernos de la zona euro y su capacidad para poner en movimiento la economía. «Impulsar la prosperidad económica es la primera responsabilidad, no de los bancos centrales, sino de los políticos nacionales», ha dicho, y ahí es donde entran en juego las previsiones de Praet, que recuerda que la inflación del euro subió en mayo hasta el 1,9%, más de medio punto, y las presiones al alza de los salarios, algo que el Eurobanco venía pidiendo insistentemente.

«Impulsar la prosperidad económica es la primera responsabilidad, no de los bancos centrales, sino de los políticos nacionales», apuntó el presidente del Bundesbank una semana antes de la reunión del Consejo de Gobierno del BCE, el primero al que acudirá Pablo Hernández de Cos en calidad de gobernador del Banco de España y que supondrá el debut público de Luis de Guindos como vicepresidente del BCE.
Source: ABC

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